Juan Carlos y Corinna zu Sayn-Wittgenstein coincidieron públicamente en una entrega de premios en Barcelona en 2006.
A principios de agosto, el rey emérito de España Juan Carlos I dejó el país tras una serie de acusaciones de supuestos delitos financieros.
Pero el cariño del país por su monarca había empezado a desmoronarse en 2012, después de una aciaga cacería de elefantes. Junto al rey en aquel safari estaba su examante Corinna zu Sayn-Wittgenstein, también conocida como Corinna Larsen.
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La mujer habló en exclusiva con la BBC sobre un regalo de millones de euros de parte de Juan Carlos, sus denuncias de que sufre el acoso de los servicios secretos de España… y sobre aquel elefante.
Desafortunado viaje
Corinna zu Sayn-Wittgenstein en realidad no quiere hablar sobre el elefante, aquel que el entonces rey Juan Carlos I mató el 11 de abril de 2012.
Los medios informaron que el animal tenía 50 años y pesaba cinco toneladas, con colmillos de más de un metro de longitud.
Zu Sayn-Wittgenstein no es capaz de verificar los datos del animal cuando se le pregunta por el incidente.
«No tengo ni idea», dice la consultora alemana de ascendencia danesa.
Sí, estaba en el safari con el rey, pero dice que estaba lejos cuando se produjo el disparo.
«Lo vi después, porque todo el mundo se acercó a mirar», explica. «Pero me alejé después de dos minutos. Soy cazadora, pero nunca he matado a un elefante en mi vida y nunca lo haría. Para mí, toda la experiencia de caza fue traumática en ese sentido».
El safari en Botswana fue un regalo del rey al hijo de Corinna por su décimo cumpleaños.
Juan Carlos I se había encariñado con los hijos de Zu Sayn-Wittgenstein durante la relación romántica que mantuvieron entre 2004 a 2009, una relación de la que los españoles no sabía nada en ese momento.
El exjefe del Estado español está casado con la reina Sofía desde 1962.
«No tenía ganas de ir a ese viaje», evoca Zu Sayn-Wittegenstein.
«Sentía que el rey Juan Carlos intentaba que volviera con él y yo no quería dar una impresión errónea. Casi tuve premoniciones sobre este viaje».
No andaba desencaminada, como se vería después. Antes del amanecer del 13 de abril de 2012, el rey se cayó en su tienda de campaña de lujo y se rompió la cadera.
A su regreso a Madrid, los medios se lanzaron sobre la historia del safari como un voraz león sobre una frágil gacela.
La revelación de la cacería de elefantes se produjo muy poco después de que se iniciara una investigación por corrupción al yerno del rey, Iñaki Urdangarin, que actualmente está en prisión.
Eran tiempos de serias dificultades para España, que tenía una tasa de desempleo del 23%. Después de someterse a una operación, el rey Juan Carlos hizo su primera aparición pública en el hospital con un bastón.
Le preguntaron cómo estaba.
«Lo siento mucho», dijo. «Me he equivocado y no volverá a ocurrir«.
El rey Juan Carlos I había sido prácticamente intocable por su lugar en la sangrienta y atormentada historia de España.
Como jefe de Estado tras la muerte de Francisco Franco en 1975, el rey jugó un importante rol en la transición de España de la dictadura a la democracia e hizo frente a un intento de golpe de Estado en 1981, acción por la que ha sido extensamente elogiado y reconocido.
El daño a la figura del popular monarca tras el viaje africano era inmenso.
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«La crisis estalló porque el viaje a Botswana puso varias cosas sobre la mesa«, dice a BBC José Antonio Zarzalejos, exeditor del diario español ABC, de línea conservadora y a favor de la monarquía.
«Primero, que el rey era abiertamente infiel a la reina Sofía. En segundo lugar, que al visitar un país en el que España no tenía representación diplomática, el rey, como jefe de Estado, quedaba fuera del radar del gobierno español en medio de una fuerte crisis económica. Y en tercer lugar, que era un viaje muy caro y no sabíamos quién lo pagó. Creó una imagen terrible del rey».
Los primeros contactos
El rey Juan Carlos I y Corinna zu Sayn-Wittgenstein se conocieron en una fiesta de tiro en febrero de 2004.
Ella cuenta que el rey tenía problemas con su arma. «Y yo sé bastante sobre eso, por lo que le podía explicar qué era lo que fallaba», relata. «Creo que quedó bastante sorprendido».
La relación avanzó lentamente.
«Estuvimos hablando por teléfono durante unos meses», dice.
«La primera cita fue a principios de verano. Siempre nos reíamos mucho. Conectamos de inmediato en muchas cosas y teníamos muchos intereses en común: la política, la historia, la buena comida, los vinos…»
«Yo vivía entonces en Londres, acababa de emprender mi propio negocio de consultoría. Y era madre soltera de dos niños. Así que nos encontrábamos en Madrid en una casita de campo dentro de la finca y viajábamos juntos.
«El primer año fue más difícil porque yo estaba muy ocupada y él tenía una agenda completa, pero me llamaba hasta diez veces al día. Quiero decir, inmediatamente se convirtió en una relación muy fuerte, profunda y significativa».
En un momento dado, Zu Sayn-Wittgenstein dice que le preguntó al rey cómo encajaría todo esto su esposa, la reina Sofía.
«Dijo que tenían un acuerdo para representar a la Corona, pero que tenían vidas totalmente diferentes e independientes. Y el rey acababa de salir de una relación de casi 20 años con otra mujer que también ocupó un lugar muy importante en su corazón y su vida».
El rey y Zu Sayn-Wittgenstein se hicieron íntimos. Ella pasó tiempo con los amigos del rey y conoció a sus hijos.
Propuesta de matrimonio
En 2009, el padre de Zu Sayn-Wittgenstein recibió una visita de Juan Carlos I.
«Me llamó y me dijo que el rey había ido a visitarle y le dijo que estaba muy enamorado de mí y que pretendía casarse conmigo», expone.
«También le dijo a mi padre que no podía hacerlo enseguida, que llevaría un tiempo. Quería que mi padre supiera que iba en serio conmigo«.
Previamente ese mismo año Zu Sayn-Wittgenstein dice que el rey Juan Carlos I le propuso matrimonio.
«Obviamente, cuando algo así sucede, es muy emotivo», dice.
«Y yo estaba muy enamorada de él, pero anticipaba -soy estratega política- que iba a ser muy difícil. Y pensé que podría desestabilizar la monarquía«.
«Por eso nunca llegué a perseguir la idea de la boda. Solo lo tomé como una prueba de la seriedad de la relación, en lugar de como algo que realmente se fuera a materializar».
El romance terminó ese mismo año.
Gran decepción
«Mi padre sufría un cáncer de páncreas y le habían pronosticado solo unos meses de vida», explica zu Sayn-Wittgenstein. «Así que decidí pasar tiempo con él, éramos muy cercanos».
«Para mi gran sorpresa, justo después del funeral, el rey me dijo que mantenía una relación con otra mujer desde hacía tres años».
«Literalmente quedé devastada, era lo último que esperaba. Necesitaba apoyo emocional después de la muerte de mi padre y la noticia supuso un choque monumental para mí emocionalmente».
«Simplemente no me lo esperaba después de que me hubiera pedido matrimonio y de haber visitado a mi padre. Estuve muy mal por unos meses».
Sin contar con la reina Sofía, zu Sayn Wittgenstein dice que creía que tenía una relación exclusiva con el rey Juan Carlos I.
«Le dejé muy claro que no toleraría que tuviera relaciones con otras mujeres al mismo tiempo«, cuenta. «Creo que al final estaba mortificado por lo que hizo. Pero para mí fue algo que nunca pude superar».
Aunque la relación terminó, siguieron siendo amigos, en parte porque el rey tenía una buena relación con los niños de ella. A finales de 2009, Juan Carlos pidió verla.
«Tenía malas noticias para mí. Le habían diagnosticado un tumor en el pulmón y estaba convencido de que era cáncer. Estaba aterrado. Dijo que su familia no sabía nada. Y yo no quería abandonarlo, por lo que permanecí como una amiga muy entregada, leal y cercana durante el tiempo en que estuvo muy mal».
Cuando llegó el momento de operar en 2010, Zu Sayn-Wittgenstein dice que el rey le pidió que estuviera en el hospital con él.
«Dormí en un sofá junto a su cama antes de la operación porque estaba muy nervioso», indica. «Pero la biopsia reveló que el tumor era benigno».
Entonces llegó la familia del rey.
«Un miembro de su personal -no muy amable- me ordenó que me fuera de una forma poco ceremoniosa», recuerda.
«Cuando la reina Sofía y algunos de sus cortesanos se dieron cuenta de que el rey iba en serio conmigo se desarrolló un nivel de hostilidad bastante alto».
Aun así, zu Sayn-Wittgenstein dice que su amistad con Juan Carlos continuó.
«Se recuperó muy lentamente de la operación», dice. «Yo iba a Madrid de vez en cuando para ver cómo avanzaba con la rehabilitación, cómo se estaba recuperando».
Lo que nos hace volver a 2012: Botswana, un elefante muerto y la cadera rota del rey.
«Nunca se ha dicho que de hecho fui yo la que organizó su repatriación porque no había ningún plan en marcha», dice zu Sayn-Wittgenstein.
«Volamos en un avión privado y yo era consciente del hecho de que el rey no estaba bien de salud, tenía dos médicos con él, lo que me hacía estar aprensiva. Por eso mantuve cerca el avión. Era una gran responsabilidad. Le prepararon para la cirugía. Y yo estaba muy, muy nerviosa pensando que no lograríamos llevarlo a casa con vida».
Denuncias de acoso
Rápidamente la historia del safari se convirtió en una sensación mediática y Zu Sayn-Wittgenstein cree que estaba todo preparado.
«Creo que este viaje habría sido filtrado a la prensa sin importar el accidente», dice.
«Escándalos que salpicaban al yerno y la hija del rey empezaron a surgir a finales de 2011 y creo que eso puso en marcha varias facciones dentro del establishment y de la familia real».
«Había fuerzas dentro de palacio que trabajaban para empujar a Juan Carlos, intentando acelerar la abdicación», apunta.
El grupo llegó a Madrid desde Botswana de noche. El rey Juan Carlos fue directo al hospital.
«Desde el momento en que regresé de ese viaje quedé bajo una vigilancia total«, cuenta Zu Sayn-Wittgenstein.
«Fue el principio de una campaña para pintarme como una Wallis Simpson, una Lady Macbeth, una suerte de personaje maligno que llevó a este maravilloso hombre por el mal camino en este viaje durante una gran crisis económica».
Después del viaje africano, Zu Sayn-Wittgenstein alega que empezó a recibir una atención no deseada del servicio de inteligencia español: el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Dice que el primer objetivo fue su apartamento en Mónaco.
«El apartamento fue ocupado mientras yo estaba de viaje», relata. «De repente recibí mensajes de una compañía de seguridad que decía: ‘Nos han contactado sus amigos en España’. Y le mandé mensajes de texto al rey del tipo: ‘¿Quiénes son esas personas?, ¿qué está pasando?’. Me dijo que estaban allí para protegerme de los paparazzi».
«Pero si hubiera estado preocupado por mi seguridad, podría haber llamado a su buen amigo, el príncipe Alberto [de Mónaco], que también es amigo mío de hace tiempo, y decirle: ´Tenemos algunas inquietudes sobre la seguridad, ¿podrías estar pendiente del apartamento de Corinna?´».
¿Qué buscaban? «Documentos, y de forma muy exhaustiva… Se quedaron allí semanas y semanas».
Afirma que no sabe qué tipo de documentos buscaban.
Zu Sayn-Wittgenstein denuncia que la siguieron durante un viaje de negocios a Brasil. Y que recibió una amenaza anónima de muerte en la que le decían que había muchos túneles entre Mónaco y Niza, una alusión al choque en el que murió la princesa Diana de Gales en París.
En su apartamento suizo, dice, alguien dejó en el salón un libro sobre la muerte de la princesa.
Posteriormente, en 2012, Zu Sayn-Wittgenstein cuenta que recibió una visita en Londres del entonces jefe de la inteligencia española, Félix Sanz Roldán.
«Dijo que lo enviaba el rey», relata. «La primera advertencia que me hizo que no hablara con la prensa. Dijo que si no seguía las instrucciones, no podía garantizar mi integridad física ni la de mis hijos».
La BBC intentó hablar a través del CNI con Félix Sanz Roldán, que ya no es director de inteligencia, sobre estas serias acusaciones.
No hubo respuesta a nuestra solicitud. E Iberdrola, la empresa eléctrica española que tiene a Sanz Roldán en uno de sus órganos asesores, no quiso facilitarnos el contacto con él.
Se sabe que Félix Sanz Roldán es un muy buen amigo de Juan Carlos.
«Cuando Félix Sanz fue nombrado director del CNI se formó una intensa amistad entre ellos, él protegía al rey totalmente», explica Fernando Rueda, profesor de la Universidad Villanueva y experto en los servicios de inteligencia españoles.
«Pero Félix Sanz no fue el primer jefe del CNI en decirle al rey que la relación con Corinna era muy negativa y que no se podía confiar en Corinna», añade.
¿Qué piensa entonces de las acusaciones de acoso de Zu Sayn-Wittgenstein?
«Nadie sabe si es verdad o no», dice.
«Pero no me sorprendería, porque si el servicio de inteligencia considerara que la seguridad del Estado español estaba en peligro, utilizaría todos los mecanismos para hacer que alguien devolviera documentos».
Abdicación y controversia
En España, el rey Juan Carlos no fue capaz de sacudirse la maldición del elefante. En 2014 abdicó en favor de su hijo, el actual rey Felipe VI.
Como rey emérito, todavía siguió muy activo en asuntos oficiales, viajes de negocios e internacionales, especialmente a Medio Oriente, antes de retirarse de la vida pública en 2019.
Y esos contactos que Juan Carlos tiene en Medio Oriente son los que se han convertido en objeto de un intenso escrutinio, especialmente por parte de los fiscales.
Las indagaciones judiciales empezaron después de que salieran a la luz los audios de un comisario de policía español que grabó todas sus conversaciones con los ricos y poderosos, incluida Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
El audio fue publicado por los medios españoles en 2018. En una de las grabaciones, una voz femenina pregunta retóricamente en español sobre el rey emérito: «¿Cómo consigue dinero? Se sube a un avión, va a países árabe y vuelve con el efectivo en maletas, a veces con cinco millones. Tiene una máquina para contarlo, la he visto con mis propios ojos».
Corinna zu Sayn-Wittgenstein nunca ha confirmado oficialmente que sea ella la mujer de la grabación. Pero las revelaciones de aquellas cintas fueron una sensación mediática y se convirtieron en el catalizador para la apertura de investigaciones en Suiza y más recientemente en España.
En el centro de las pesquisas está un pago por US$100 millones del difunto rey de Arabia Saudita que fue transferido en 2008 a una cuenta bancaria en Suiza vinculada con una fundación off-shore con sede en Panamá. El beneficiario era Juan Carlos I.
El fiscal suizo Yves Bertossa investiga a tres personas con lazos con el rey emérito. E intenta averiguar si el dinero estaba conectado con la adjudicación de un contrato millonario a un consorcio de empresas españoles para la construcción de una línea de tren de alta velocidad en Arabia Saudita tres años después.
En otras palabras, ¿era una comisión?
En España, la fiscalía del Tribunal Supremo abrió una investigación sobre las cuentas del rey emérito en el extranjero, pero solo puede examinar cualquier posible delito posterior a su abdicación en 2014, cuando perdió la inviolabilidad que la Constitución española le reconoce al jefe de Estado.
Entonces, a primeros de agosto, semanas después de ser vinculado con la investigación, el rey emérito hizo el sorprendente anuncio de que se iba de España. Tras dos semanas de especulaciones sobre su paradero, la Casa Real española confirmó que se encuentra en Emiratos Árabes Unidos.
¿Dónde encaja Corinna zu Sayn-Wittgenstein en esto?
Es una de las personas investigadas por el fiscal suizo. Y eso es así porque en 2012, después de la debacle de Botswana, el todavía rey Juan Carlos le transfirió a ella lo que quedaba de esos US$100 millones de Arabia Saudita – unos US$76 millones.
«Estaba muy sorprendida porque obviamente es un regalo enormemente generoso», explica. «Diré, sin embargo, que habíamos tenido conversaciones en 2011 sobre su deseo de gestionar su testamento en vida. Empezó a hablar sobre su muerte y de lo que quería dejar en su testamento».
«También mencionó que quería ocuparse de mí, pero no discutimos cantidades. Le preocupaba que su familia no respetara su voluntad», sostiene.
Dice que recibió el dinero después de que su apartamento en Mónaco fuera registrado y de ser visitada por el director del CNI.
Después de recibir la transferencia, cuenta, voló a Madrid para darle las gracias al rey y él le dijo que se sentía culpable por lo que le había pasado a ella: «Creo que se quedó muy sorprendido al comprender el alcance de la presión a la que me habían sometido y el efecto destructivo sobre mi reputación».
En una declaración al fiscal suizo, Zu Sayn-Wittgenstein dijo que cree que el rey le dio el dinero por amor.
«Creo que fue un reconocimiento por cuánto signifiqué para él, por cuánto significó [el hijo] para él», dice. «Era gratitud por haberle cuidado durante sus peores momentos».
Insiste en que el rey no intentaba esconder o lavar el dinero al legárselo a ella, incluso a pesar de que en 2014 el rey emérito le dijo que devolviera el dinero.
«En 2014, hizo intentos desesperados para que volviera con él», dice. «En cierto momento se dio cuenta de que no iba a volver y se puso completamente furioso. Pidió que le devolviera todo. Creo que fue solamente un berrinche».
«Él ha confirmado en la investigación suiza que en realidad nunca pidió que se le devolviera el dinero y que yo nunca tuve el dinero en su nombre».
Malestar en la población
En España, el multimillonario regalo de Juan Carlos a Sayn-Wittgenstein despertó un gran interés e indignación.
La noticia se reveló en un momento en que España hacía frente a uno de los peores brotes de coronavirus en Europa.
Ivette Torrent, una joven abogada de Barcelona, inició una petición online para que el dinero sea transferido al sistema público de salud.
«Personal sanitario exhausto trabaja miles de horas con escasos recursos», señala, y añade que destinar los fondos para ellos sería «lo más justo».
Casi 250.000 personas firmaron.
Entonces, ¿qué le gustaría a Torrent que la examante del rey hiciera con el dinero que le regaló?
«No sé si ese dinero es ilegal», responde. Pero si las investigaciones en marcha establecen un origen ilegal del dinero, «debería devolverlo».
¿Qué dice zu Sayn-Wittgenstein? «Eso se lo dejo al fiscal suizo», reacciona. «Presionarme con eso no es la forma correcta de seguir adelante».
«Porque creo que, en ese caso, todos tienen que devolverlo todo. Lo que me parece extraordinario es que estén convirtiendo 40 años de modus operandi de una empresa familiar en un foco sobre una persona. Y esa persona soy yo… Porque habrá cientos de cuentas en otras jurisdicciones».
Procesos legales
Corinna zu Sayn-Wittgenstein mantiene que la obsesión con ella y con el dinero que recibió del rey emérito es parte de una perniciosa campaña todavía activa parcialmente orquestada por el CNI español.
Le ha suministrado a la BBC un catálogo de números de informes policiales relacionados con los incidentes que alega que han ocurrido en Reino Unido en los últimos años.
«El acoso nunca ha cesado, si acaso se ha intensificado«, dice.
«Pero hablaremos de esto en los procesos que se celebrarán en Reino Unido. El caso tratará todos los elementos de la campaña de abuso. Juan Carlos será el acusado, pero quizá no sea el único».
Esos procedimientos legales británicos todavía deben ser emitidos.
Para Fernando Rueda, el experto en el CNI español, hay un interrogante en las alegaciones de Zu Sayn-Wittgenstein.
«No tiene sentido que el servicio secreto español siga acosándola en Reino Unido ahora que las cosas son públicas. Lo que está haciendo es intentar defenderse presentándose como la víctima», opina.
«El problema de Corinna es que se enfrenta a procesos legales y tiene que explicar y justificar por qué tiene US$76 millones. Podría ser imputada. Pero Juan Carlos, según la ley española, no puede ser imputado», añade.
Pese al agua caliente judicial en que se encuentra, Zu Sayn-Wittgenstein dice que no tiene dudas sobre su previa relación con el rey emérito.
«No me arrepiento para nada de mi relación romántica con Juan Carlos», expresa.
«Tengo sentimientos muy sinceros por él. Y me entristece extremadamente el rumbo que han tomado las cosas».