Los valores se aprenden en la convivencia social

Los valores se aprenden en la convivencia social

Los valores forman parte de un sistema de creencias y prácticas socio-culturales por lo que su expresión no es discursiva sino de convivencia social.   

Vivimos en una sociedad capitalista que fomenta una lógica de vida y unos valores basados en el consumo. El progreso y el bienestar están definidos en función de un incremento cada vez mayor del consumo y de la obtención de bienes suntuosos. El enriquecimiento se ha convertido en meta prioritaria para ciertos grupos sociales y uno de los valores principales.

Este estilo de vida basado en el consumo agudiza las desigualdades sociales existentes y generan a su vez un incremento de la violencia y la delincuencia. Las vías de enriquecimiento fácil como la corrupción y la delincuencia permean todos los sectores de la sociedad.

La existencia de un fuerte peso social del estilo consumista se asocia  al enriquecimiento rápido  y se refuerza con el modelaje social de la corrupción (que es lo mismo que delincuencia) desde funcionarios, dirigentes políticos, legisladores/as  y personas de alta presencia publica.

Este valor del consumo y del progreso desde el dinero “fácil” entra en tensión con los valores de honestidad y esfuerzo que se muestran en la cotidianidad en una gran parte de la población en campos y barrios que sale de madrugada a trabajar en los conucos o a vender plátanos, frutas, yaniqueques.

Se puede observar a mujeres en barrios y pueblos preparando café, té y chocolate en las esquinas con un anafe desde las 5:00 de la madrugada, igualmente a los hombres movilizándose en distintos puntos del país en la lucha por la sobrevivencia.

El ejercicio de la corrupción y la delincuencia convive en forma ambivalente con valores como la seriedad, la honestidad y el esfuerzo. Así las mismas personas que cometen delitos, robos y acciones de corrupción promueven desde el discurso la seriedad, la honestidad y el esfuerzo y plantean que los enseñarán a sus hijos/as.

Los valores que se muestran en la convivencia cotidiana se aprenden del modelaje social, no de discursos. No vale la pena que funcionarios/as y autoridades traten de promover valores desde el discurso o campañas cuando en la práctica no se asumen, pues de esta forma se fomenta la incoherencia y la ambivalencia hacia las nuevas generaciones.

Nuestra sociedad necesita de prácticas sociales coherentes con un ejercicio de la transparencia, del esfuerzo y de la solidaridad permanente. Si seguimos fomentando la desconfianza, la impunidad ante la corrupción y el bloqueo a la transparencia esos serán los valores que asumirán nuestras nuevas generaciones y con ello se afecta la convivencia social y la seguridad ciudadana.

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