Los vampiros políticos

Los vampiros políticos

Desde la muerte de Trujillo, cuando las instituciones oficiales fueron asaltadas por una clase trepadora de ambiciosos hombres, el desarrollo se convirtió en un proceso asimétrico de distorsionadas ondas y encaminado a forjar una nación con deficiencias y con una clase política que solo ha sabido chupar el dinero de las arcas oficiales, cual vampiros devoradores de la sangre de los humanos.

El país, en su historia de los pasados 47 años, ha estructurado una sociedad llena de todas las distorsiones sociales y diferencias abismales en la conducta y en la economía. La pobreza de La Barquita contrasta con la opulencia de las torres de la Anacaona. Así mismo el progreso de amplias zonas del país en su avance tecnológico con modernas instalaciones para el aprovechamiento de los recursos, choca con el empeño de sobrevivir con el uso de rústicos medios artesanales que los chiriperos cada día escenifican con diversas ofertas en las calles de las poblaciones.

Por igual, el asombroso crecimiento del turismo internacional debido a lo atractivo de nuestras playas y montañas, tropieza con el auge del desordenado crecimiento de los núcleos poblacionales que sirven al turismo, ocasionando severos contrastes perjudiciales para el futuro de ese sector, que en la actualidad es el sostén de la economía nacional.

El dinamismo demostrado por el sector privado, tiene el empeño para ser cada vez competitivo y ofrecer más atracciones a los visitantes y en nuestras ciudades, proyectar y construir centros de cultura, como ocurre en Santiago con  el Centro León, que constituye  un aporte esencial para rescatar los valores culturales, amenazados por el auge de un modernismo distorsionado y demoledor de los valores tradicionales y sostenedores de la dominicanidad.

Pero esos admirables esfuerzos del sector privado tropiezan con la acción de vampiros de los políticos que le extraen pingües beneficios a las posiciones oficiales. Es casi una constante generalizada, la humillación de hombres y mujeres con tal de no estar lejos de la ubre oficial para nutrirse con sus recursos, cometiendo actos rampantes de la voracidad y de la codicia humana.

Los políticos han sabido trabajar para que las estructuras burocráticas sean más adecuadas a las acciones malversadoras. De ahí las disputas por los cargos a la hora que llegan los nombramientos, y el político ganador, premia con cargos superfluos a sus seguidores y aliados, sin detenerse a pensar en el déficit presupuestario que ocasionan con el aumento irresponsable de los gastos corrientes.

Y los políticos que se quedan en la oposición, comienzan a evacuar sus virulentas críticas en contra del gobierno, en donde también estuvieron alguna vez.

Cuando un gobierno recauda mucho y eficientiza sus sistemas de captación de impuestos, se torna más atractivo para que el populismo campeé por sus fueros, tal como ocurre en la actualidad, para entonces aumentar el déficit en el nivel de los gastos corrientes por el dispendio alegre en una inoperante burocracia, que en la mayoría de los casos no tiene una función definida en la estructura gubernamental para el partido gobernante da satisfacción a sus seguidores para consolidarse en el poder como una maquinaria irremplazable.

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