Los whistleblowers, magnífica herramienta para combatir a los corruptos

Los whistleblowers, magnífica herramienta para combatir a los corruptos

Aunque no son nada nuevo, últimamente se han puesto de moda los whistleblowers. Se trata de una palabra que no tiene una traducción exacta en español, literalmente sería como una especie de soplador del silbato. Lo más cercano sería soplón, pero resulta en un calificativo deshonroso. Sería preferible “el denunciante”, o como algunos prefieren “contadores de la verdad”, lo que le daría un toque de respetabilidad frente a la sociedad.

Los whistleblowers se han convertido recientemente en una herramienta poderosa para destapar y mostrar a la sociedad los verdaderos corruptos, y por eso simplemente, hay que apoyarlos, excepto cuando se trate de casos que pongan en peligro la seguridad nacional, como es el caso de Edward Snowden, que filtró información que comprometía la seguridad de todos. Su historia acaba de ganar un Oscar como el mejor documental. Ahora, vive refugiado en casa del enemigo – Rusia – como una especie de castigo por su deslealtad y traición a su país.

En los Estados Unidos, la oficina de recaudación de impuestos y la Securities Exchange Commission – agencia del Gobierno Federal que protege a los inversionistas y mantiene la integridad de los mercados de valores – tienen departamentos especiales para atender a “los denunciantes”. Incluso, ellos podrían ser compensados, si como consecuencia de su denuncia el gobierno multa o recupera parte de los valores malversados.

En Inglaterra el año pasado se creó “Whistleblowers UK”, una organización sin fines de lucros que pretende ayudar y asesorar a aquellos que decidan arriesgar su seguridad y la de sus familias por actuar de acuerdo a sus principios. Ellos intentan crear un “ombudsman independiente” con delegados en cada uno de los sectores de la sociedad, con recursos y poderes para investigar.

Actúan de manera voluntaria a sabiendas del sacrificio que supone delatar instituciones poderosas. La legitimidad de los whistleblowers proviene del acto de denuncia como una acción moral. La mayor satisfacción del denunciante es hacer lo correcto.

En ocasiones es difícil entender qué motiva a un denunciante y por qué estaría dispuesto a perderlo todo. Creo que una buena respuesta la ofrece el Señor Hervé Falciani, aquel que delató recientemente al Banco Suizo HSBC. Como se sabe, ese Banco encubrió a muchos ladrones del mundo al recibir depósitos de fondos mal habidos y de evasores de impuestos. Dice Falciani: “La lucha es más importante que su vida individual, y esa lucha se puede ganar”.

Uno de los problemas para los denunciantes es que corren el riesgo de ser tomados como traidores y los traidores a través de la historia del mundo provocan el rechazo de la sociedad. Además, que denunciar implica poner la ley por encima de la seguridad individual,

En nuestros países de Latinoamérica, de intituciones y democracias tan débiles los denunciantes llevan todas las de perder, pues existen contubernios y combinaciones entre los poderes del Estado para encubrirse unos con otros. Los corruptos de las instituciones públicas, en combinación con los corruptos del sector privado amarran las cosas de forma tal que es fácil para el sistema judicial corrupto encubrir todo tipo de trapacerías.

Así pues, la duplicación y triplicación del presupuesto de obras del Estado es casi imposible penalizar. La impunidad es la reina de la sociedad. Los ciudadanos se sienten desprotegidos. Mientras los corruptos, que son unos pocos, se enriquecen, las grandes mayorías del pueblo se empobrecen.

No es del todo correcto pensar que sólo aquellos que están limpios son los únicos que están autorizados a denunciar, por aquello que nos enseñan desde niño, “el que esté libre de pecado, que tire …”. Creo, que esta lucha no es asunto de pecados, sino de coraje. Quién hace la denuncia, no es un traidor, es un héroe de la sociedad, nos protege a todos de los abusos y truculencias de los que se creen que están por encima del bien y el mal.

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