Lu Sin y los devoradores

Lu Sin y los devoradores

POR PASTOR VÁSQUEZ
Hace años, cuando era un adolescente, llegaron a mis manos los escritos de ese gran hombre de las remotas tierras orientales, llamado Lu Sin. En «Novelas Escogidas» encontré un escrito que dejaría profundas huellas en mi formación de adulto, pues me enseñó a cuidarme de aquellos que vienen a mí vestidos de ovejas y por dentro son lobos rapaces. Son devoradores de hombres.

En » El Diario de un Loco», Lu Sin se queja de aquellos torturadores de la moral ajena. Si usted le cae mal lo echan al fuego.

«… Cuando están contra alguien no tienen dificultad en declararlo malo… recuerdo que cuando mi hermano me enseñaba a disertar, por más perfecto que fuera el hombre sobre el cual tenía yo que hablar, bastaba que expusiera algún algumento contra él para banarme un ‘Bien’».

Lu Sin conocía la psicología humana y por eso observaba esa tendencia de alguna gente a crear imágenes negativas contra los demás.

«¡»Yo también soy un hombre y quieren devorarme!»

El difamador no exonera a nadie de su escarnio, de su estulta maldad. Quien se acerca a usted para acabar con la moral ajena y crea rumores dañinos, mañana lo hará contra usted.

«Tienen la ferocidad del león, la cobardía de la liebre, la astucia del zorro..», decía Lu Sin.

Los devoradores son por lo general maleantes inaptados sociales que no creen en nada ni en nadie, su única causa es destruir la imagen ajena.

«… Quieren devorar a los otros y temen ser devorados a su vez, por esto se estudian mutuamente con miradas cargadas de sospechas…»

«Si abandonan estos pensamientos –pensamientos perversos, agrego yo– se sentirían a sus anchas en el trabajo, en el paseo, en la comida, en el sueño…»

«….Para franquear este obstáculo sólo hay que dar un paso, pero el padre y el hijo, el hermano y el hermano, el marido y la mujer, el amigo y la mujer, el amigo y el amigo, el profesor y el estudiante, el enemigo y el enemigo y hasta aún los desconocidos, forman un clan, se aconsejan y se retienen mutuamente para que a ningún precio nadie dé este paso.»

«Basta con dar un paso, basta con querer dejar esta costumbre y todo el mundo quedaría en paz»

¡Cuanta sabiduría!

Yo digo que seríamos felices cuando todos nos tapemos los oídos frente al chismoso, porque el chismoso es un incapaz que oculta sus deficiencias en las diatribas.

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