Lucas Rojas, tocado por Dios para sanar y
ser sanado

Lucas Rojas, tocado por Dios para sanar y <BR>ser sanado

POR ÁNGELA PEÑA
No sólo es la encarnación de un milagro. Es como la manifestación de un portento al que aclaman, siguen y procuran multitudes ansiosas de ser sanadas física y espiritualmente, de liberarse de malos y espíritus y demonios, prosperar económicamente, progresar como profesionales o superar males sociales como la pobreza, el analfabetismo, la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, la situación de orfandad.

Un cáncer en la cuerda vocal izquierda puso límites a su vida de predicador y al exitoso gineco-obstetra y cirujano oncólogo que ya había abandonado la política en la que llegó a posiciones cimeras, para consagrarse a Cristo. Luego de tres meses de tratamiento con cobalto lo declararon sano, pero apenas transcurridos 120 días el mal reapareció con agresividad en seis lugares diferentes. Fue sometido a una operación radical en Estados Unidos donde le extirparon todo el sistema de la comunicación: la laringe, la mitad de las tiroides, cinco anillos de la tráquea, el nervio olfatorio, las cuerdas vocales, el músculo izquierdo del cuello, el nervio que mueve el brazo de ese lado. Quedó mudo. Le dieron seis meses de vida y le colocaron una válvula en un orificio que comunicaba con el esófago y la tráquea, con el peligro de una asfixia y de que los alimentos pasaran a los bronquios.

De ese sombrío pronóstico han transcurrido 18 años. El doctor Lucas Rojas, antes conocido principalmente por sus servicios en los hospitales Toribio Bencosme, de Moca, y José María Cabral y Báez, Centro Médico Cibao, Instituto Materno Infantil y las clínicas Almánzar y Camilo, de Santiago, recibió entonces dos mensajes: el de los cirujanos que después de una intervención quirúrgica de once horas le vaticinaron que no podría hablar, predicar ni ejercer la profesión, y el de Dios que le anunció que no iba a estar callado.

 “Y así fue. Salí del hospital al tercer día y a los diez ya estaba hablando. Después ejercí mi profesión durante diez años, hasta 1996”, comenta. Su comunicación con el Creador es estrecha, íntima. Su fe conmueve. Un día sintió que no necesitaba de la cánula para hablar y se la retiró. El Padre, que le ha dado además del don de sanar, los de ciencia y profecía, le hizo sentir que no precisaba del pequeño instrumento. La abertura cicatrizó.

 -¿No le ha ayudado ser médico?-, se le pregunta. “Al contrario –responde- porque si hubiese pensado como médico me hubiera quedado con el pronóstico, pensé como cristiano, por la fe. Yo le creí a Dios y no a la evidencia, tuve cáncer y los médicos me trataron sobremanera bien, pero si me llevaba de ellos moría antes de los dos años”.

 -¿Esa actitud no contradice su profesión? “Entre la vida y la muerte yo prefiero la vida, la medicina tiene un límite, la medicina solamente puede curar si acaso un treinta por ciento de las enfermedades ¿y el resto, cómo se hace? Ahí es donde el hombre tiene que entender que para Dios nada es imposible, ni el 30 ni el 70, Él lo sana todo, lo perdona todo, lo restaura todo”.

 El pastor Lucas es hoy la cabeza de una Iglesia que tiene 114 congregaciones diseminadas por toda la República, de las cuales hay 18 en Santiago. Las demás están una en Haití, otra en Puerto Rico y cinco en ubicadas en Queens, Manhattan, Bronx, New York y Pensilvania. Tienen una universidad, de la cual él es rector, y una escuela primaria intermedia y secundaria que se diferencian de las demás por la calidad de la enseñanza, afirma. “Aquí deben orar antes de iniciar clases, tener una alabanza a Dios, se pone el énfasis en los valores espirituales que puedan producir un profesional íntegro, con visión del futuro, en una palabra, que sea no bueno, sino excelente”.

 Mantienen un programa de televisión de casi diez horas diarias, 54 empleados, sin incluir el profesorado. Templo, universidad y escuela ocupan prácticamente varias manzanas en la calle Genaro Pérez, de Villa Olga. Oficinas, baños, salas y salones sorprenden por el brillo de la limpieza. El personal asombra no sólo por su disciplina, educación, amabilidad, sino por una patética vivencia en el Espíritu Santo. “Dios les bendiga” es el saludo que sustituye los buenos días. Lucas, por su lado, no descansa. Su privacidad es frecuentemente interrumpida por personas de todos los estratos sociales que creen en sus carismas, aunque ya muchos de sus apóstoles, pastores, ministros, le auxilian.

 -¿Cómo se ha expandido a tal extremo esta Congregación Cristiana hasta el punto de que se comente en Santiago que su feligresía supera la católica?-

 “Yo mismo no puedo decirte esta es una obra mía porque nadie pueda hacer eso personalmente. Ha sido el mismo Señor que ha ido estableciendo”, responde. Muchos piensan, también, que es un negocio. Las edificaciones son modernas, sólidas, amplias, todo crece abundantemente. ¿Quién los respalda económicamente? ¿Se aprovecha a Dios, la religión, para sacar beneficios pecuniarios?- se le cuestiona.

 “Nosotros, gracias a Dios nunca hemos pedido ofrendas ni cuotas a personas por televisión ni radio y yo he sostenido que fue Dios que nos llamó y cuando Él llama, Él provee, y aquí todo el ministerio se sostiene con los diezmos y las ofrendas de los hermanos. Hemos recibido ayuda de hermanos que han ido prosperando, no de gobiernos, no hay un solo vehículo exonerado, como en otras iglesias. Se hace una auditoria y un informe anuales que están depositados en los bancos donde tenemos crédito, que no nos piden, y que son hechos por auditores ajenos a la Iglesia”, manifiesta.

Leonel Fernández y otras profecías

 Lucas Rojas nació en Santiago el cinco de junio de 1941, hijo de Lucas Rojas Guzmán, alto ejecutivo de la Curacao, y de Dilia Villavizar de Rojas. Tiene una hermana: Noris. Estudió y vivió en Moca donde tuvo una reconocida actividad antitrujillista cuando cursaba la secundaria, influenciado por las ideas de su madrina Minerva Mirabal, de la que conserva libros y poemas inéditos y un cuadro del Salto de Jimenoa que le pintó y obsequió. Estuvo detenido por colocar panfletos contra el régimen en el Liceo.

 Después de graduarse de médico en la Universidad Autónoma de Santo Domingo hizo especialidad en la Maternidad Concepción Palacios, de Venezuela. Se destacó en política como presidente a nivel nacional del Partido Revolucionario Social Cristiano y vicepresidente internacional de la Organización Cristiana de América. En 1980 fue elegido candidato a la vicepresidencia de la República junto a Tomás Mejía Feliú, que aspiraba la presidencia. Se retiró de ese quehacer en 1982, para servir a Cristo.

 Casó el 25 de noviembre con Vilma Belliard de Rojas, madre de sus cuatro hijos: Lucas Antonio, Diliana, Eduardo, que dirige la adoración de alabanza, y Vilma María, casada con un pastor de su Iglesia. Los esposos Rojas Belliard eran católicos y ofrecían ayuda al obispo Roque Adames desde la parroquia de Villa Olga. En su hogar de los Cerros de Gurabo se celebraban reuniones del Movimiento Familiar Cristiano y de los Cursillos de cristiandad. Pero la visita a su residencia de Edgardo Baily, predicador norteamericano que siendo millonario “lo vendió todo” para consagrarse al Evangelio, transformó la vida de Lucas Rojas cuando vio el milagro de la curación de una niña a la que había que amputar una pierna. “Él oró con ella y la llaga desapareció por completo. Eso me quebrantó, confirmé que Dios está real, vivo, incrementé la búsqueda de la palabra hasta que, como al año, comencé a ser pastor del grupo que se reunía en mi casa y en otras casas. Mi esposa también había encontrado el Espíritu Santo y se había salido del catolicismo”.

Comenzaron a ocurrir milagros por los mensajes que Lucas recibía. “Hubo una unción que el Señor me dio, recibí lo que se llama el bautismo del Espíritu Santo para sanar, predicar, liberar personas”. Primero su cuerpo era tocado en el lugar donde el enfermo sentía el malestar, como señal de que estaba sanando, ahora, dice, el Señor le muestra todo como si le pusieran una pantalla de televisión. Así predijo el pasado gran terremoto del Cibao y la ascensión al poder de Leonel Fernández, en 1996. “Recibimos el mensaje de que iba a temblar la tierra, pero no iba a afectar vidas, era sólo una señal de Dios para la ciudad y lo declaramos antes”. Por otro lado, cuando Leonel Fernández andaba en campaña, “oramos por él en casa de unos hermanos, el Señor me habló y se lo dije a él, que sería Presidente y que le pidiera al Señor sabiduría como la de Salomón, que Él se la iba a dar. Y así lo hizo en su discurso de toma de posesión”, cuenta.

 Leonel, añade, cayó al piso con esa oración, “ahí quedó dormido en el Espíritu”. Rojas afirma que “nunca he utilizado eso para mi provecho”. La prueba es que, pese a reiteradas peticiones de entrevistas, no ha sido recibido por las autoridades correspondientes para la solicitud de permiso de instalación de una emisora cultural para la cual tiene todos los equipos.

 El doctor, pasado campeón de voleibol, galardonado, autor de varios libros sobre su ministerio y los milagros que el Padre ha hecho en su vida, habla como si tuviera un micrófono repetidor en su garganta. Sus prédicas ante público de hasta diez mil personas que suman la feligresía de su Iglesia, se amplifican con micrófonos especiales. Pero en una ocasión, en Puerto Rico, se fue la luz y pudo ser escuchado perfectamente por una multitud lejana al púlpito.

Se siente normal y feliz pese a esa aparente limitación, “glorificando a Dios todos los días y alegrándome por poder ser útil para Él”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas