Lucerna: La “esencia” de Suiza

Lucerna: La “esencia” de Suiza

REPORTAJES. Estamos convencidos de que representamos la esencia del país. De hecho es así como nos diferenciamos del resto de urbes de la Confederación Helvética”, explica a Efe Marcel Perren, director de la Oficina de Turismo de Lucerna, una ciudad mundialmente conocida por el Festival de Música Clásica que tiene lugar cada agosto desde hace ya 76 años.

Su gran reputación, apuntalada cada año con una cartelera de excepción, hace que el nombre de esta ciudad aparezca cada periodo estival boreal en los periódicos y medios de comunicación del mundo entero.

Pero dicha popularidad mediática y esas 100 000 personas que cada año compran entradas para asistir a uno de los conciertos del Festival, no sustentan exclusivamente una economía basada en gran parte en el turismo.

Por Lucerna pasan anualmente 5 millones de turistas y 1.1 millones se quedan en la ciudad al menos una noche. De esa cifra, el 27 % proviene de Asia; el 25 % de Europa; el 26 % de la propia Suiza, y el resto de Estados Unidos y otras naciones.

El 75 % de quienes la visitan la eligen como un lugar de ocio, donde se disfruta de unas cortas o largas vacaciones, en contraposición a otras grandes urbes del país como Basilea, Ginebra o Zúrich, cuyos visitantes las prefieren, en un 75 % por razones de negocio.

“Tenemos unas veinte montañas a media hora de la ciudad. El lago tiene un espacio prioritario en Lucerna y, desde el centro, se pueden ver algunos de los montes más característicos, como el Pilatus o el Rigi. Hay algunos turistas que dicen que estar aquí es como vivir una película de Walt Disney; la diferencia es que todo lo que se ve es de verdad”, explica Perren.

Uno de los factores que contribuyen a hacer de Lucerna un lugar agradable para pasar las vacaciones es su pequeño tamaño: es la octava ciudad de Suiza y residen solo 80 000 habitantes, 40 000 de los cuales viven en el centro.

El Lago de los Cuatro Cantones. La región del Lago de los Cuatro Cantones, donde se sitúa Lucerna, es uno de los lugares que más ilustran el concepto estereotipado sobre Suiza, dado que municipios como Vitznau o Weggis reúnen todos los elementos de una postal: el lago, la montaña, las casitas de madera y las flores en cada balcón.

Las montañas tienen un lugar central, es por ello que el primer tren cremallera de Europa sube hasta el Monte Rigi, y el ferrocarril cremallera más rápido del mundo asciende al Monte Pilatus.

La región acoge también el primer teleférico de cabina rotante del mundo, el Rotair, a 3 000 metros de altitud, que asciende hasta el Monte Titlis.

Además, en la región también se encuentra el Cabrio, el primer teleférico de dos plantas del mundo, la superior al aire libre, que conduce al Monte Stanserhorn.

Pero el lago en sí mismo también es lugar de atracción turística, y los helvéticos han sabido aprovecharlo, por eso cuentan con la mayor oferta de navegación interior de Europa.

Múltiples opciones. Hay otro aspecto singular de Lucerna y es la multiplicidad de opciones que ofrece la ciudad.

“Hay mucha gente que se levanta temprano para ir a la montaña, por la tarde hace compras o visita un museo y por la noche va a un concierto. Ofrecemos múltiples opciones en comparación con otros enclaves como por ejemplo Zermatt, donde la naturaleza es extraordinaria, pero la vida cultural tiene poco peso”.

Un ejemplo de ello es que, a pesar de lo que se podría pensar, no es en la rue de Rhone de Ginebra o en la Bahnhofstrasse de Zúrich donde se adquiere la alta relojería suiza, sino en Lucerna.

“Se da por aceptado que Lucerna es el tercer lugar en el mundo donde más relojes se compran”, señala Perren, tras recordar que los primeros dos puestos los ostentan Hong Kong y París.

“La gente pasa sus vacaciones en Suiza y quiere llevarse de recuerdo un reloj. Y aquí, en la Schwanenplatz, tenemos la suerte de que todas las marcas de relojes estén representadas.

Una de las ventajas de esta plaza es el hecho de que esté situada justo al final del Puente de la Capilla.

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El puente más viejo de Europa

El Puente de la Capilla y la Torre del Agua, ambos construidos en el año 1300, son dos de los emblemas de la ciudad. El Puente de la Capilla es el puente de madera más viejo de Europa y contaba hasta hace dos décadas con unos magníficos frescos triangulares que adornaban el techo y que datan del siglo XVII.

Gran parte del puente quedó casi totalmente destruida en un incendio el 18 de agosto de 1993, incluyendo las pinturas.

Ante esta catástrofe, las autoridades decidieron no solo reconstruir el puente, sino copiar y reemplazar las pinturas originales por unas copias, y poner las primeras a resguardo. La Torre del Agua -de forma octagonal-, como el puente, formaba parte de las fortificaciones de la ciudad y ha servido como archivo y como prisión.

El segundo puente de madera de la ciudad, el Puente del Molino, construido en 1408, también tiene su propia serie de pinturas murales: 65 paneles que ilustran la famosa Danza de la Muerte. Se sabe que en la región que ocupa la urbe había asentamientos humanos desde los tiempos del Imperio Romano.

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