Lucha de poder

Lucha de poder

Debemos preservar y cuidar más la relación de pareja que la de familia

La familia, para muchas personas, es un pilar de nuestra vida muy importante, porque el inicio de la misma viene de la unión de una pareja. De hecho, la familia es de donde venimos y en gran parte quienes nos han hecho ser quienes somos. Son el primer contacto social que tenemos. Satisfacen nuestras necesidades tanto materiales como emocionales e intelectuales.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando somos incapaces de establecer nuevos vínculos por no separarnos de esta? Es entonces cuando nos encontramos ante una situación de dependencia hacia la familia, porque olvidamos que la familia debe ser una unión feliz de varias personas, pero no es así, es la unión feliz de dos personas que se aman, se aprecian y se comunican.

Estuve viendo estudios que reflejan la existencia de personas que, por cómo se han relacionado con su familia, desarrollan un patrón de relación con mucha inseguridad. A veces, sin darnos cuenta y de forma inconsciente, los progenitores transmiten ciertos miedos y desconfianza hacia aquello externo, haciendo percibir como seguro sólo el hogar y aquello muy conocido.

Tener problemas con ella -nuestra familia-, es fuente de malestar para mucha gente. Aun así, anteponerla siempre no es un hecho normal, debemos encontrar un equilibrio con otras relaciones.

Cuando empezamos una historia de amor lo hacemos con una persona y sus circunstancias y dichas circunstancias tienen que ver en muchas ocasiones con su familia. Y es ahí donde pueden surgir problemas de convivencia.

Pero una persona cuya familia le haya propiciado una base segura para relacionarse con el mundo, será aquella capaz de explorar nuevas oportunidades y nuevos retos, establecer nuevas relaciones -ya que desde su familia habrá recibido la confianza necesaria para poder explorar–, y además tendrá la certeza de que esta estará allí pase lo que pase. Esto le facilitará las competencias para establecer una armonía entre nuevos vínculos y nuevas prioridades, manteniendo a la familia como una de ellas.

En la actualidad nuestro compromiso suele estar limitado a nuestro pensamiento de “si se acaba, nos separamos y no pasa nada”, esto lleva a que tengamos “una salida fácil” de la relación. Sin embargo, nuestros padres nunca dejarán de serlos. Estamos 100% conscientes de la permanencia de nuestros progenitores en nuestra familia, son lazos irreemplazables.

En cambio, aunque suene extraño, es nuestro deber preservar y cuidar más la relación de pareja que la relación de familia. Porque los lazos con nuestras parejas en cambio, no son tan fuertes, si no se cuidan, se deterioran, y el problema con no entender esto, es que solemos cuidar más lo seguro que tenemos, en vez de lo inseguro.

Al contrario del amor familiar, el amor de pareja es algo muy débil, se cansa de pelear, de intentar, de los problemas, de las discusiones, de las frustraciones. El amor de pareja se desgasta ante las presiones, pero hay que tomar la decisión de cuidar ese amor por encima del cansancio, de la rutina, de las peleas insignificantes y de los intentos fallidos para poder enfrentar los retos de la vida juntos.

“Los comportamientos que más duelen a los cónyuges son los que desautorizan sus opiniones priorizando las de los padres”. Esta lucha de poder desgasta y crea resentimientos y desagravios que, a largo plazo, se van acumulando y pueden producir una separación afectiva.
*LA AUTORA ES PSICÓLOGA CLÍNICA.

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