Si pasamos balance a las luchas políticas desde el ajusticiamiento de Trujillo, hay un elemento fundamental a tomar en cuenta: sólo cuando las fuerzas progresistas han colocado la lucha por el poder como el objetivo de su acción, estas han logrado atraer multitudes. Primero fue el 14 de Junio de Manolo, que se planteaba el poder para realizar la revolución de liberación nacional, arrastrando multitudes en todos los confines de la República. Después vino el estallido de Abril de 1965, que arrastró las grandes mayorías del país, en pos del derrocamiento del Triunvirato y el restablecimiento del gobierno de Bosch. Y finalmente, el MPD dirigido por el Moreno y sus continuadores, con aquello de la alianza entre la izquierda y el sector oposicionista de la derecha, que atrajo multitudes hasta que la situación cambió, para mal, en los años 73 y 74.
En este 2011 crucial, el amplio espectro de fuerzas progresistas, de izquierda y liberales, que sabemos que la situación demanda la construcción de una propuesta política alternativa, que despierte la atención de una parte de la sociedad, descreída pero consciente de la necesidad de un cambio de rumbo; ese amplio espectro, tenemos que conseguir encantar a nuestros seguidores potenciales, encontrar los caminos que nos permitan abrirnos campo en medio de esta enmarañada situación, pero teniendo siempre presente que es una alternativa hacia el poder lo que tenemos que construir; enviando señales claras y concretas de que ésta es nuestra meta inmediata, para entonces poder concitar el apoyo de las grandes masas necesitadas de un cambio, ¡ya!
Construir puentes entre las numerosas y diversas fuerzas políticas; poner lo social en primer lugar, organizando la solidaridad entre los necesitados; practicar la unidad de acción en el acompañamiento de cada sector necesitado de levantar sus demandas y luchar para hacerlas valer; todo ello es fundamental y nos acerca a una situación donde la lucha por el poder, para cambiar, se convierte en sueño realizable.
La encrucijada a la que se enfrentan las cúpulas del PLD, acostumbradas y necesitadas de mantener el poder, aunque ello los precipite en el abismo de la reelección; y el convencimiento que tiene la mayoría más activa del país de que un triunfo del PRD constituye una especie de seguir en lo mismo, irá abriendo brechas por donde debe transitar una clara propuesta de poder.
Todo depende de la determinación de los distintos sectores políticos; de la grandeza de que puedan hacer gala en esta hora de los hornos y de nuestra capacidad para encontrar las vías para conectarnos con el verdadero pueblo, que espera por nosotros.