La presente campaña política trae la novedad de candidatos con propuestas. Luis Abinader y Francisco Domínguez Brito son dos de ellos. Ambos han coincidido en manifestar preocupación por el tema de la delincuencia común y la violencia social y proponer soluciones legales.
Luis, estimulado por la llamada Ley de los Tres Strikes, aplicada con éxito en California y otros estados de los Estados Unidos, entregó a la Cámara de Diputados una propuesta para ser tomada en cuenta en el proceso de modificación del Código Penal. La esencia de esta idea es el agravamiento de la pena por la reincidencia en los crímenes cometidos con violencia, es decir que todo individuo que incurra en tres actos criminales violentos, se le aplique el máximo de la pena contemplada en el Código Penal. En la legislación Penal vigente se contempla el agravamiento de la pena por la reincidencia, pero esta sugerencia del licenciado Abinader, como se ve, trae un elemento nuevo.
Domínguez Brito habla, también, del agravamiento de la pena como mecanismo para desestimular el delito. Ambas propuestas merecen ser discutidas y tal vez enriquecidas, pero ambas deben ser saludadas y bien recibidas. Constituyen una demostración de preocupación por uno de los principales problemas en el que la droga, la corrupción y la falta de educación nos han sumido.
En una intervención en un popular programa de radio, el licenciado Domínguez Brito se refirió al caso de los menores en conflicto con la ley penal y sugirió que aquellos menores que al cometer un crimen el juez aprecie que actuaron con discernimiento, sean condenados a la pena máxima establecida en el Código Penal. Me permito una observación: no condenados a la pena máxima, sino juzgados como si fuesen mayores de edad y que el juicio indique el nivel de las penas. Una simple observación.