Luis Abinader y una atípica soledad del poder

Luis Abinader y una atípica soledad del poder

Millizen Uribe

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Conocí el concepto de la soledad del poder siendo apenas una joven BET en la UASD. Sucedió justo la mañana siguiente a unas elecciones a la rectoría. El rector, menudo pero imponente, acostumbraba a perderse entre una multitud de acólitos que le acompañaban todo el día.

Pero esa mañana, el día después de unas elecciones en las que él no fue candidato, todo era distinto. Estaba solo en la explanada frontal de la Rectoría y a su alrededor no había ni un alma. ¡Qué raro que el “magnífico rector”, haciendo un juego de palabras, está solo!, dije entre tono de broma y sarcasmo, con la irreverencia que caracteriza a la juventud. ¡Esa es la soledad del poder!, me respondió una veterana servidora pública.

A partir de ahí, me grabé, de manera pragmática, ese concepto de la politología y ya me era fácil identificarlo no solo en rectores, sino también en mandatarios. Algo de eso, pero en un sentido distinto, observo en el actual gobierno. El presidente Luis Abinader tiene una soledad del poder atípica. No es una soledad física, es de ideas.

La sociedad dominicana cambió y el Presidente está entre el pequeño grupo de políticos que se ha dado cuenta. Las demandas de transparencia, de manejo racional y eficaz de los recursos públicos y de no corrupción ni impunidad son apenas dos de los elementos que son innegociables hoy día.

La ciudadanía está más empoderada. Las movilizaciones de Marcha Verde o de la Plaza de la Bandera siguen vivas en el imaginario y cada vez más las personas identifican la movilización como una forma de expresión y de presión.

Sin embargo, a lo interno de su partido y su Gobierno, Abinader pareciera andar solo o tener muy poca compañía. Para muestra un botón: el llamado Congreso del Cambio, por su mayoría oficialista, transita constantemente entre escándalos que muestran un sentido contrario a los lineamientos de calidad y racionalidad del gasto o transparencia y rendición de cuentas, de los que presume el discurso oficialista.

Lo vemos con el mantenimiento de privilegios irritantes como las dobles exoneraciones de vehículos, que muchas veces revenden, y con el manejo discrecional de fondos millonarios para días feriados o especiales.

Pero también con una agenda que no termina de comprometerse claramente con la no impunidad y la no corrupción, visible en la falta de aprobación de iniciativas importantes como la Ley de Extinción de Dominio y porque en la discusión del Código Penal en un momento bajaron de diez a tres años la pena por corrupción y se eximió a los partidos de responsabilidad penal, solo por citar algunos de los ejemplos.

Insisto, falta coherencia entre el proceder de Abinader y algunos de sus funcionarios. El Presidente viaja en clase turista, pero algunos de sus subalternos se aumentan los gastos de representación. El Presidente habla siempre con la prensa, otros le huyen como el diablo a la cruz.

A este se suma que pareciera el primer mandatario es el único vocero con legitimidad para dar la cara ante crisis como las de la Policía Nacional, el costo de la vida, la institucionalidad, etc., ¿Será que un año después todavía muchos incumbentes no son referencia de confianza entre sus carteras y la ciudadanía? Abinader, no su Gobierno, no su partido, es el vocero de todo y me pregunto, ¿hasta cuándo es esto sostenible para el Gobierno, para el partido y para el mismo Abinader?

Y lo pregunto porque entiendo que uno de los retos que debe superar el sistema democrático dominicano es el presidencialismo, herencia de ese caudillismo histórico, que implica el primer mandatario “baile” en temas que van desde la municipalidad hasta lo legislativo, pero que repercute en una centralización del poder, y de los presupuestos, que es antidemocrática e inoperante.

Por eso, como todavía hay tiempo para ablandar habichuelas, sería bueno que el gabinete se alinee y transmita señales de coherencia y unidad en lo bueno, de lo contrario, ya no será Abinader ni los demás políticos de su partido y de otros, que entienden a la ciudadanía de hoy, quienes estarán solos, porque cada vez la acera de quienes reclaman transparencia e institucionalidad tiene más y más personas.

Además, hay gobiernos tristemente célebres por lo mucho que desafinaron, pareciendo una orquesta donde el director y los músicos no lograban tocar la misma partitura.

A lo interno de su partido y Gobierno, Abinader pareciera andar solo

El Congreso transita constantemente entre escándalos

Falta coherencia entre proceder de Abinader y algunos funcionarios

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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