Luis Castillo
Fuerza y emoción caribeña en el fútbol americano

Luis Castillo<BR><STRONG>Fuerza y emoción caribeña en el fútbol americano</STRONG>

Por Sinthia Sánchez
Fotografías: Mike Nowak

Luis Castillo no es un joven de 22 años común. Sus logros a tan corta edad no son comunes. La historia de su vida no es común. Su estatura no le permite pasar desapercibido en ningún lugar. Y el destino que Dios le tenía reservado, sólo unos cuantos tienen el privilegio de vivirlo.

Con tan sólo un año como jugador profesional de la National Football League, NFL, se ha convertido en una celebridad.

Alcanzar su meta no ha sido fácil. Pero él ha sabido rodearse de las personas adecuadas, a quienes les escucha, porque sabe que ellos siempre le motivarán a seguir hacia adelante y a dar lo mejor de sí mismo.

Pero aparte de sus grandes cualidades como deportista, quizá el secreto de su masiva aceptación como futbolista ha sido su gran carisma, seguridad y sencillez.

 Luis Castillo fue seleccionado en el sorteo de 2005 por el equipo de los San Diego Chargers. Antes había sido “tackle” defensivo en la universidad de Northwestern, pero los Chargers lo insertaron como ala defensiva izquierda titular en su alineación 3-4, a partir del segundo partido de la temporada. El joven jugador sumó 49 “tackles” y tres y media capturas de mariscal y es respetado por jugadores y entrenadores contrarios como uno de los novatos más destacados de la National Football League, NFL.

Concluido su excelente primer año jugando a nivel profesional, anhelaba compartir su triunfo con su pueblo dominicano y darse a conocer mejor entre los suyos. Una gran fiesta en Santo Domingo le permitió sentir de cerca todo el cariño y el apoyo que los que ya le conocen, le profesan. Y es que cómo no quererlo, si es que con su sonrisa de niño sin malicia, la frescura que le aportan sus 22 años, humildad y simpatía, hacen de él un ser humano adorable. Le acompañaron algunos compañeros de equipo de la universidad de Northwestern y varios jugadores del San Diego Chargers, entre ellos, Shaun Phillips, Stephen Cooper, Drayton Florence y Trai Essex.

Luis comenta que la celebración de una fiesta podría convertirse en un evento anual con miras a recaudar fondos para causas benéficas. “Hay tanto que se puede hacer y tan poco tiempo para lograrlas, que debo ejercer mi juicio y tener paciencia”, asegura, al referirse a una fundación para ayudar a niños dominicanos a practicar fútbol americano.

Aunque su carrera como futbolista apenas empieza, Luis Castillo ya piensa en su plan de retiro, pero dentro de muchos años. “Mi vida entera, lo único que soñaba era continuar con la compañía de mi mamá. Vi toda la dedicación de mami durante tantos años, que estudié Economía y Negocios con el objetivo de seguir en el negocio. Sin embargo, si Dios me da una buena vida y me encantaría entrenar a los niños en fútbol americano. Me gusta enseñar a los pequeños porque aprenden muy rápido y cuando veo que hacen una buena jugada, eso me llena de alegría. Quiero hacer un esfuerzo por popularizar la práctica del deporte en nuestro país. Con todo el talento deportivo disponible en la República Dominicana, se puede lograr mucho. He entrenado a los chicos de mi escuela secundaria en Garfield, New Jersey, enseñándoles lo que sé de fútbol americano y de lucha libre greco-romana, porque siempre me ha gustado enseñar”, nos dice.

El éxito en el terreno de juego cambia su destino

Luis Castillo nació en Brooklin, Estados Unidos en 1983. Su madre, la dominicana María Nieves Castillo, viajó a Estados Unidos cuando tenía ocho meses de embarazo del que sería su único hijo: un joven de casi siete pies de estatura, al que la pasión por los deportes, con el apoyo de su familia, le cambiaría la vida.

María Nieves, su madre, es una mujer proveniente de Las Sidras, en Santiago Rodríguez, del seno de una familia de pocos recursos económicos.  Con un escaso nivel académico, teniendo como base el trabajo constante, logró superarse y salir adelante con su pequeño y único hijo. “Me crió enseñándome a vivir cada etapa de mi vida en su momento. Todavía a los 18 años yo no salía de fiesta. Me tomé la primera cerveza a los 19 años y lo agradezco. Ahora, a mis 22 años,  salgo con mis amigos y la madurez que tengo era imposible tenerla siendo un adolescente. Cuando vengo a Santo Domingo y salgo a pasear me sorprende ver a jovencitos y a muchachas entre los 16 y 19 años bebiendo como una persona adulta y realizada”.

En Brooklin, Luis vivió hasta que tenía dos años, pero luego María Nieves tenía que trabajar muchas horas al día y no podía cuidar del pequeño como quería, por lo que decidió traerlo a sus familiares para que tuviera una mejor calidad de vida, una vida que en sus primeros años transcurrió como la de un niño normal, rodeado del cariño de su abuela y demás parientes. Fue a los seis años de edad cuando Luis retorna a Brooklin, junto a su madre, con quien convivió en un pequeño apartamento hasta cumplidos los ocho años, tiempo en que ambos se mudan a Garfield, New Jersey, ciudad donde el hoy destacado atleta jugó por primera vez fútbol americano a los 11 años.

Luis era un niño muy tímido, básicamente porque no sabía comunicarse, en una ciudad que no hablaba español. Un buen día, un amigo lo invitó a jugar en la escuela y desde entonces comenzó su dedicación. En esa escuela jugó tres años y luego en el bachillerato cuatro años más, pero además practicaba otros deportes como lucha olímpica, porque le gustaban los deportes con mucho contacto físico, uno a uno, mano a mano, golpe a golpe. “Eso es lo que me gusta y tengo el tamaño para eso”, comenta.

En bachillerato ganó una beca en la universidad de Nortwestern. “Para mí fue algo increíble estudiar y jugar en un lugar así que paga 40 mil dólares al año, una de las mejores en el país, académicamente. Sin embargo, aunque mi universidad no era la mejor en fútbol americano, logré aprender las técnicas y todo lo que sé hoy día, además de que me gradué de licenciado en Economía”, confiesa en tono humilde el futbolista.

Su madre ha sido la base para que Luis Castillo sea quien es hoy en día. De ella aprendió valores tan importantes para triunfar como la responsabilidad, la perseverancia y la consistencia al hacer las cosas. “Soy muy responsable cuando alguien confía en mi para hacer un trabajo, me dedico totalmente, y eso lo aprendí de mi mamá. Verla trabajar tantas horas al día me enseñó mucho. Ella era una mujer que a sus 39 años todavía no había logrado muchas cosas en su vida. Venía de una familia muy humilde y al quedar embarazada, su visión de la vida cambió totalmente. Mi nacimiento la llenó de motivación  para salir adelante y darme lo mejor dentro de sus posibilidades”, comenta orgulloso de su progenitora.

 “El dominicano sigue a sus atletas a donde sea” 

Luis Castillo pertenece al equipo San Diego Chargers, conjunto en el que juega la línea defensiva. Su trabajo es encontrar a la persona que tiene la bola y derribarlo. “Mi único obstáculo es un hombre de 350 libras que hago lo que sea por no dejarlo llegar. En este deporte se pone en evidencia la fuerza y la rapidez”, dice en tono irónico y jocoso.

¿Eres un jugador realizado?

Me falta mucho. En esta etapa en mi carrera, sé que he logrado bastante en mi primer año en la NFL. No imaginaba que iba a jugar bien, que lograría el respeto de mis compañeros, managers y contrarios. Jugué a un nivel que no sabía que podía hacerlo. Me siento bien porque sé que tengo potencial y estoy consciente de que me faltan algunas cosas pequeñas que cuando las mejore podré ser una estrella en esa liga.

¿Cómo te sientes cuando estás en el terreno de juego?

Soy una persona tranquila, muchas personas se preguntan cómo yo juego fútbol americano. Siempre estoy bien relajado y en el terrero siempre estoy estable, concentrado, porque cuando me enojo, no juego muy bien. Siempre estoy enfocado en lo que tengo que hacer. Me mantengo tranquilo, pero muy emocionado, con mucha pasión por lo que hago.

¿En qué piensas cuando juegas?

Casi siempre en la técnica del juego. Uno de los momentos más lindos para mi en el juego, fue cuando estaba en un partido en Nueva York donde habían más de 150 personas con banderas dominicanas apoyándome, porque soy el único dominicano que juega fútbol americano de manera profesional. Eso para mí fue increíble e hizo que no importara lo cansado que estaba, ni que me doliera el cuerpo. Esas cosas me motivan, y también ver a mi mamá en un estadio donde hay 90 mil personas.

¿Cómo defines este momento de tu vida en lo profesional y en lo personal?

Bien estable. Me siento bien porque sé que he logrado muchas cosas grandes tan sólo en mi primer año. Soy una persona feliz, realizado, graduado a los 22 años, con mi casa propia y  con una familia que me da todo el amor del mundo. Lo único que me falta es casarme y tener hijos. Yo nunca conocí a mi papá, no sé lo que es tener un padre, así que estoy loco por tener mis hijos. El sabe que yo nací pero tomó la decisión de irse y no le guardo rencor. Dios sabe porqué permite las cosas. Sé que actualmente él vive en Europa, en Grecia para ser específico, porque él es griego. Creo que si papá hubiera estado en mi vida, yo no tuviera la vida que tengo y tal vez mami no hubiera hecho el gran esfuerzo que hizo para que yo saliera adelante y eso fue porque ella se vio sola en un país en el que era una simple inmigrante, sin mucha ayuda.

¿Qué te motiva cada día a continuar?

Desde que yo tenía como cinco años, mi familia siempre decía cosas buenas de mí. Decían que yo sería alguien importante y eso hizo que tuviera frente a mi un compromiso de querer lograr algo importante, para no defraudarlos. Eso me ayudó bastante.

¿Cómo está tu corazón?

Estoy loco por encontrar a mi esposa. Quiero darle nietos a mi mamá. Ella está loca por tenerlos, porque no me disfrutó a mi cuando estaba chiquito porque trabajaba demasiado. A mi me encantaría encontrar esa mujer que me trate bien, que me quiera mucho, que me haga reir, que se lleve bien con toda mi familia, porque tengo un cariño tan grande para todos ellos, que eso para mi es importante. Por otro lado, se me hace difícil confiar en una mujer por la posición que tengo, especialmente allá. No se puede confiar en alguien totalmente.

¿Cómo es Luis Castillo?

Soy tranquilo, cariñoso, risueño, nunca estoy muy triste y soy bien agradecido, porque casi todas las cosas que me he planteado en la vida, las he conseguido. Sin embargo, aunque tengo temperamento tranquilo, también soy sumamente competitivo y por eso estoy donde estoy. Si tengo un entrenador y me dice que haga algo, en una semana de entrenamiento yo lo voy a hacer, aunque sea difícil, porque me gusta terminar lo que comienzo y no acostumbro defraudar a la gente que confía en mi.

¿Cuál es la cualidad que mejor te define en el juego?

Si ves el estilo en que yo juego, te das cuenta de que hay otros jugadores de fútbol americano que corren riesgos para hacer jugadas grandes y a veces, por arriesgarse tanto, hacen un gran disparate. Yo no puedo aceptar cometer errores. Soy muy comedido.

¿Qué significa el éxito para ti?

Me siento muy orgulloso de lo que el fútbol americano ha hecho en mi vida. Me llena de orgullo representar a mi país y a mi familia. Eso es parte de mi juego, porque para poner tanto esfuerzo tienes que disfrutar 70 mil personas en un estadio gritando tu nombre.  Pero además yo quiero hacer otras cosas, para que no sólo se diga que Luis Castillo es un buen jugador de fútbol americano. Deseo ayudar a mi familia y a la gente de mi país. Mi mamá quiere crear una fundación  para ayudar a los niños de Santiago Rodríguez, su pueblo natal, proveyéndolos de ropas, medicinas, y cosas así. Pero yo quiero presidir otra fundación enfocada al deporte, porque yo veo lo que hizo el deporte por mí. Mis calificaciones en los estudios pasaron de una C a una A, después que comencé a jugar futbol. Me ayudó a hacer más amigos y me fortaleció la autoestima.

¿Qué te desagrada?

La gente que piensa que es mejor que otros, y en mi deporte se ve mucho. También las mujeres que creen que se merecen un mundo porque son bonitas y a muchos amigos míos les ha pasado. Todos somos iguales y debemos respetarlo.

¿Cuáles cosas te gustan?

Me encantan los terrenos abiertos. Mi casa la compré en una montaña, que queda como a 25 minutos de la ciudad. Tiene una gran vista y disfruto mucho los espacios al aire libre. Yo me crié en Manhattan en un apartamento, sin tener nada de eso y ahora que lo tengo me encanta.

¿Qué haces en tu tiempo de ocio?

Descansar, dormir y estar tranquilo. A veces, cuando tengo tiempo libre, salgo con mis amigos.

Estás comenzando en la NFL y tus inicios han sido fabulosos, ¿cuál es el tiempo que un jugador de fútbol americano puede dedicar a este deporte?

La carrera average de un futbolista son tres años,  pero las posibilidades de que yo siga jugando son altas. Ya tuve una excelente temporada. Si me mantengo en salud, no tengo dudas de que puedo jugar diez años más, ni los managers tampoco. He probado que tengo la capacidad para ser un buen jugador. Lo malo de este deporte es el riesgo para la salud, porque es muy fuerte físicamente. El último juego de la temporada me di un golpe y tuve la primera cirugía de mi carrera.

¿Qué opinas de la gente?

Me gusta la gente que no se irrita fácilmente. No me gusta la gente falsa y presumida.

¿Te ha cambiado la fama y el reconocimiento del público?

Me ha hecho más sencillo y más cariñoso, porque veo lo bien que me tratan las personas y no puedo dejar que alguien sea tan amable conmigo y yo tratarlo mal.

¿Cómo manejas las críticas?

A veces es bueno tener un poco de críticas, porque te motiva a ser más competitivo. En mi caso, puedo decir que este año los comentaristas deportivos hablaron muy bien en la gran mayoría de las ocasiones.

¿A qué le temes?

A defraudar a mi familia.

¿Qué es lo mejor de tu nueva vida?

Lo bien que me tratan las personas.

¿Lo peor de ser una estrella del fútbol americano?

Lo difícil que es confiar en todo el mundo, y yo suelo ser muy abierto y sencillo.

¿Cómo te gustaría ser recordado?

Como el dominicano que abrió las puertas del fútbol americano para los dominicanos. Pero también como el joven que ayudó a los suyos. Quiero que piensen en mí no sólo como un gran atleta, sino como una gran persona. Veo todo lo que Dios me ha dado en la vida, todo el amor y el cariño que recibo a diario, y sé que tengo que mantener mi identidad. Tengo un gran compromiso con todos. Con mi familia que me apoya, con el equipo San Diego Chargers, con los fanáticos y con mi país. Me cuido mucho de no cometer un error que les haga sentir vergüenza a ellos y a mí.

Luis Castillo y María Nieves son como una y carne. El amor que se tienen es tan grande, que ambos se sienten muy orgullosos de tenerse el uno al otro. Son  tan unidos, que las alegrías y las tristezas que afectan a uno, el otro lo asume como propias.  Como una moneda, es difícil apreciar en su justa dimensión a uno sin conocer al otro.

Porque ellos son como las dos caras de esa moneda. Para entender la vida, la personalidad y el destino de él, hay que conocer la historia de ella. Para “sentir” cada una de las palabras de este joven, hay que adentrarse en la estrecha relación que guarda con la mujer que le dio la vida. Ciertamente, María Nieves hizo un excelente trabajo educando a su único hijo. Volcó todo su amor sobre él, sin sobre-protegerlo, más bien dejándolo ser él mismo y cultivando sus cualidades, como quien cuida a su tesoro más preciado. Por eso no es de extrañar que Luis haya sabido corresponder tan bien a todo el cariño recibido.

“Hay dos aspectos que llenan mi vida: mi familia y el fútbol. Yo quiero que mi mamá conozca a sus nietos. No sé cuántos niños tendré, pero me gustaría que la primera sea una hembra”, confiesa, al tiempo que termina diciendo: “El fútbol americano me da emoción y adrenalina. Nunca he encontrado eso en otra cosa que he hecho. Es algo único. Salir a un estadio lleno, con 70 mil personas, sabiendo que te vas a divertir, pero que también vas a sufrir, a sentir dolor, es una experiencia inigualable”, afirma Luis Castillo, primer dominicano que juega fútbol profesional en la National Fooball League de los Estados Unidos.

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