Luis Cruz Azaceta ¡Sobre el cielo a la deriva de la posmodernidad!

Luis Cruz Azaceta ¡Sobre el cielo a la deriva de la  posmodernidad!

Desde la noche del pasado jueves 7 de noviembre, la galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo, localizada en el primer piso de la Torre Piantini (Ave. Gustavo Mejía Ricart, esq. Ave. Abraham Lincoln), presenta la excelente exposición titulada “Falling Sky”, compuesta por más de veinte obras, entre pinturas sobre tela y dibujos sobre papel, de la autoría del reconocido artista norteamericano de origen cubano Luis Cruz Azaceta (1942), basado en Nueva York desde 1960 hasta 1992, año en que se establece en la ciudad de Nueva Orleans, donde, definitivamente, su personalidad y obra creativas adquieren mayores niveles de apertura, intensidad reflexiva y depuración conceptual.

En realidad, “Falling Sky” es la cuarta muestra individual de Luis Cruz Azaceta que Lyle O. Reitzel hace posible en Santo Domingo. Anteriormente había presentado “Migraciones, Laberintos y Alucinaciones” (2005); “Sin Palabras” (2007) y “Laberintos” (2010). Precisamente, gracias a esta recíproca, respetuosa, fraterna y fructífera relación entre artista y galerista se concretiza el aporte significativo de Cruz Azaceta como invitado especial de la Primera Trienal Internacional del Caribe (Museo de Arte Moderno, 2010), mediante tres obras pictóricas de vertiginosa capacidad metafórica e impacto expresivo estremecedor, una de las cuales hoy forma parte de la colección permanente del MAM.

“Falling Sky” es una rigurosa y exquisita colección de pinturas y dibujos recientes en la que destacan tres obras ejecutadas en el 2013 con el mismo título de la muestra, así como las tituladas “Wet Land”(2013), “Raining Cloud”, “Tsunami III”, “Terra Buena”, “Oil Land”, “Twister II”, “Sandy”, “Sunset”, “Sinking III”, “Geen Land”, “Tornados V”, “Tsunami V”, “Storm” (2012) y “The Artist I”(2011), cuya exhibición en Santo Domingo constituye un verdadero acontecimiento cultural en razón del gran respeto y de los niveles de resonancia internacional que registra la obra de Luis Cruz Azaceta en las últimas cuatro décadas.

En estas obras, nuevamente se torna evidente el papel fundamental de la combinación del dibujo, la línea, el trazo y el gestual automático, así como el proceso de transmutación progresiva que caracteriza la producción simbólica reciente de Luis Cruz Azaceta en sus aspectos tecnológicos, lingüísticos y expresivos. Ahora, el espacio pictórico se materializa como una lluvia de signos, planos, estructuras y formas geométricas de extraordinaria fluidez visual, deviniendo en obras eminentemente abstractas en las que estalla brillante, ardiente, melancólica e irónicamente reactiva, la insólita capacidad imagética de sus composiciones.

En el catálogo de la exhibición, Janet Batet, respetada curadora y especialista basada en Miami, nos advierte: “De belleza amenazante, Falling Sky es un estado de alerta que alude a la necesidad de un cambio colectivo de urgencia que pueda -a tiempo- subvertir el inminente colapso de la sociedad actual erigida sobre la base del insaciable capitalismo global. Reflejo del declive material, el síncope ecológico y la incertidumbre social y política que nos acosa, tras estos paisajes apocalípticos, expresión del ecocidio que nos apremia, pareciera resonar como letanía y advertencia inaplazable ese viejo proverbio chino que reza: Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”…

El “estado de alerta” cifrado en el lúcido y fascinante cuerpo de obras que Luis Cruz Azaceta y Lyle O. Reitzel nos entregan con “Falling Sky”-título que podría significar algo así como “el cielo a la deriva”-, no es otra cosa que la necesidad de una actitud de mayor reflexión ante los terribles efectos del ecocidio, o lo que es lo mismo: sobre el proceso de degradación que los distintos sistemas de “desarrollo socioeconómico” vigentes vienen infligiendo a la biodiversidad y al medio ambiente, muchas veces a través de “mixtificados” procesos de explotación y consumo de los recursos naturales no renovables, y otras tantas de manera inconsciente por la propia humanidad…

Y es que, tal como ya he advertido, la modernidad nos ha dejado sus construcciones formidables: nacionalidades, modelos culturales, megápolis, sistemas de tecnología avanzada, magníficas edificaciones, puentes, túneles, supermáquinas y estaciones orbitales, pero también la destrucción de organismos vivos, especies, ecosistemas y patrimonios culturales de valor e importancia inestimables.

Además de propiciar un ejercicio especular que implica una mirada sensible y despejada al irreversible y complejo proceso de quiebra que toca a las “mitologías del progreso” y a otros tantos valores e ideales paradigmáticos de la posmodernidad, la obra de Luis Cruz Azaceta opera desde su conmovedora eticidad, revelándonos los efectos esplendorosos del ritual infinito de la lucidez y la imaginación (que es el juego del auténtico creador), en la búsqueda de vías, cifras o visiones poéticas profetizadoras de una imaginería, intensamente lúdica y radicalmente reflexiva, sobre las conexiones visibles e invisibles entre biósfera, biodiversidad, humanidad y naturaleza. Entre memoria e historicidad. Entre multiculturalismo, entrecruces, transmigraciones y persistencias de la memoria.

Asimismo, Luis Cruz Azaceta es un artista en cuya obra arden los signos dolorosos de la violencia, la alienación, el exilio y el desarraigo. La soledad, la incomunicación y la certeza de pertenencia a cualquier lugar, subyacen como contenidos objetivos axiales en una poética pictórica vitalmente existencial.

 LUIS CRUZ AZACETA

Luis Cruz Azaceta, neo-expresionista, poderoso y prolífero fabulador del delirio y el absurdo cotidianos. Abstracto-automático y alucinado minimalista en la materialización de sus atmósferas deliciosamente críticas y sicodélicas, cargadas de humor e ironía, nace en 1942, en La Habana, Cuba. Graduado de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, es uno de los primeros artistas latinoamericanos de la segunda mitad el siglo XX en penetrar el “establishment” cultural o sistema de representación del arte contemporáneo en los Estados Unidos.

Sus obras forman parte de las colecciones de The Museum of Modern Art (MOMA); The Smithsonian Institute; Whitney Museum of Art; Metropolitan Museum of Art, Nueva York; Museum of Fine Arts, Boston; Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México; The New Orleans Museum of Art; Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela; Miami Art Museum, entre muchos otros. Entre sus reconocimientos, destacan: Cintas Foundation Institute of International Education Felowship, Nueva York (1973/1976); National Endowment for the Arts Fellowship, Washington, DC (1981/1992); New York Foundation for the Arts; The Guggenheim Foundation Memorial Grant, Nueva York (1985); The Joan Mitchell Foundation Grant (2010) y Pollock-Krasner Foundation Grant, Nueva York (2013).

 

 

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