No llegué a tratar a don Luis F. Mejía, pero si a su hijo Luis Aquiles. El padre del estimado amigo Gonzalo Mejía, nieto de Luis F. Mejía, quien prácticamente lo crió. Gonzalo nació en Venezuela pero con toda una vida aquí. Abogado, deportista y escritor, pero también excelente anfitrión y contertulio.
Algunos aspectos no necesariamente conocidos sobre todo por las nuevas generaciones, me mueven a tratar este tema. No solo por su libro de Lilís a Trujillo y su exilio forzoso días antes de la toma de posesión del Sátrapa en 1930, ya que en su condición de diputado por la provincia de La Vega denunció por malversación de fondos a Trujillo mientras ocupaba posición importante en el Ejército. Sino por detalles que desde que los conocí me impactaron.
El destacado médico y amigo Fernando Batlle Pérez, en su libro sobre el Memphis, el famoso barco encallado frente al Malecón en el año 1916, época de la intervención, que muchos jóvenes conocimos y recordamos, resalta una frase que don Luis F. Mejía escribe: “hizo suya nuestra venganza cuando era manifiesta la impotencia de los hombres frente al soberbio acorazado”
Lo otro fue un escrito que a través del doctor Rafael Caldera, presidente en dos ocasiones de Venezuela, hizo frente a un grupo de distinguidos amigos. Era referente a una carta que publicó don Luis F. Mejía en el año 1946 en un conocido periódico venezolano, sobre el cambio de nombre de Santo Domingo de Guzmán a Ciudad Trujillo.
Con Caldera, a pesar de la diferencia de edades mantuve amistad a través del movimiento Socialcristiano, y en gestiones oficiales durante los gobiernos de don Antonio Guzmán y Jorge Blanco, aun no siendo presidente en esos momentos. Pero por sus influencias y su amistad con el pueblo dominicano, realizamos reuniones en las que si mal no recuerdo llegaron a participar, en diferentes ocasiones: Salvador Jorge Blanco, Hatuey Decamps, Ramón Alburquerque, Bernardo Vega, Sonia Guzmán, Carlos Piantini, Manuel Enrique Tavares Espaillat, Eduardo Martínez Lima, Felipe Viccini, Alfonso Canto, etc. En temas azucareros y petroleros.
En uno de esos encuentros amistosos, hablando de las relaciones entre dominicanos y venezolanos: exilio, deporte, política e historia, se mencionaron nombres de personas que de alguna manera se destacaron en suelo venezolano. Y el doctor Caldera, a mi juicio de manera sugerente expresó: “pero hemos olvidado mencionar un ilustre dominicano que residió y se destacó en Venezuela, al doctor Luis F. Mejía”. A quien según llegó a decir, le llamó maestro o profesor.
Recordó el artículo publicado en 1946 por don Luis F. Mejía, sobre el cambio de nombre a Santo Domingo por el de Ciudad Trujillo que terminaba así: “Ya no se le llama Santo Domingo de Guzmán; se le ha infamado con el nombre de Ciudad Trujillo. Aquello llena de indignación y de dolor” Finalmente expresaba: “Es una osadía inaudita de ese malhechor, un sacrilegio que no voy a soportar”.
Caldera y otros líderes venezolanos en más de una ocasión destacaron la figura de Luis F. Mejía. Del que aquí no lleva su nombre ni siquiera un poste de luz o el banco de un parque.
Denunció a Trujillo por malversación de fondos en el Ejército
Se opuso al cambio de nombre de Santo Domingo por Ciudad Trujillo
Fue elogiado por Rafael Caldera y otros líderes venezolanos