Luis López Nieves: cuarta y última obra

Luis López Nieves: cuarta y última obra

“El corazón de Voltaire” es la primera novela, si no yerro, escrita totalmente mediante correos electrónicos intercambiados entre los personajes.

Con lo cual Luis López Nieves, su autor, rehabilita, ingeniosamente pero sin novedad, el género epistolar caído en desuso a finales del siglo XVIII después de la publicación de “Las relaciones peligrosas”, de Pierre-Choderlos de Laclos, llevada al cine por varios directores: Vadim, el mejor, con Gerard Philippe.

La obra de López Nieves arranca con un título auspicioso por lo ambiguo y cargado de sonoridad vocálica en [o] inacentuada y acentuada, donde hasta el apellido del autor y el título de la colección en la portada contribuyen, por coincidencia, con ese ritmo que luego se dispersa (p. 113: “En un segundo hundo la tecla y se va… ¡zum!”, y 147: “mis tres amigos: pan, queso y vino.”

¿Saben por qué se dispersa el ritmo y su trabajo, cuestión de sistema, y aparece de vez en cuando en algunos juegos de palabras (p. 36-37 con los nombres y apellidos de los personajes?: Noyant, Nuttin, Luziers, Ségur, de Vire, Isabeu de Vassy, Devereux, Sarre, Batailles, Molyneux, Renard, Maygnyt, Roussel y otros. Juegos de palabras con los nombres propios en función de nombres comunes.

Porque la pasión de narrar una aventura le ganó la partida a la pasión por la escritura y la novela de López Nieves se convierte en un texto parsimonioso, es decir, de un plural restringido, no indefinido como el de la obra artística, dado por el subgénero escogido: novela negra, en clave o bizantina con enredos y peripecias. Este tipo de novela está obligado a plantear un enigma cuya solución es un reto para el lector o lectora.

¿Cuál es el enigma o incógnita? Hasta el momento de escribir la novela, se daba por sentado que los restos mortales de Voltaire desaparecieron en medio de la barahúnda revolucionaria, pero de cierto se sabía que unos devotos del gran filósofo habían conservado el corazón, luego de la necropsia, el cual depositaron en la Biblioteca Nacional de Francia, y de allí fue sustraído y el gran investigador y protagonista de la obra, el Dr. Roland de Luziers, ha descubierto la impostura.

Secreto de Estado: el gobierno encarga al Dr. De Luziers dar con el paradero del corazón filosófico.

En la página 144, el narrador se plantea un conjunto de preguntas retóricas, es decir, cuya solución conoce de antemano, en virtud de que al final de su vida en filósofo usó a un monje, su admirador y ventrílocuo devoto, como su doble y cada cual llevó la vida del otro. Por lo tanto, donde quiera que estuviera Voltaire, se trataba de su doble; donde quiera que estuviera el doble, llamado abate Gustave de Tamerville, se trataba de Voltaire.

Las preguntas retóricas son las siguientes: ¿Por qué regresó Tamerville a la Abadía? ¿En realidad fue el doble de Voltaire o se trata de un admirador alucinado? ¿Cuándo usaba Voltaire al doble? ¿Para qué? Si Gustave sustituyó definitivamente a Voltaire en Ferney, ¿por qué regresó a la Abadía? ¿Cuál de los dos se arrepintió? ¿Voltaire o Gustave? ¿Alguien descubrió la trama? ¿De quién es el mechón de cabellos negros que encontré en el cofre de Tamerville? Se pregunta el personaje-narrador Roland de Luziers.

Cuando terminé de leer estas preguntas de la citada página 144, escribí al margen: ¿Está Voltaire enterrado en la abadía bajo el nombre de G. de Tamerville? ¿Es el corazón de Voltaire el de Tamerville o el de la madre de Voltaire?

Y en la lejana página 198, casi al final de la novela, se resuelve el enigma. No puede resolverse antes porque entonces el interés del lector decae, puesto que se trata de una novela de aventura y no de la aventura de una novela, y parodio aquí a Jean Ricardou.

Al final, la novela de aventura no valió el esfuerzo del Dr. De Luziers al dar con los restos de Voltaire en la Abadía de Aurillac, pues el gobierno se negó a hacer el anuncio debido al revuelo produciría en la Iglesia y el mundo conservador. Y Batailles, amigo del Ministro de Cultura Nuttin le propone “que sustituya el corazón de la Biblioteca con el genuino” y le confirma “que esa solución no se hace daño a nadie, sino todo lo contrario. Creo que sería de mucho beneficio para el Gobierno y para tu ministerio.” Además, le aconseja a Nuttin que luego este podría anunciar que los estudios de ADN confirmaron la autenticidad del corazón, sin que se mencione el cadáver.” (p.222)

Esta parecía la solución más cuerda, pero la razón de Estado decidió otra cosa en un comunicado de prensa: que el verdadero corazón de Voltaire era el que reposaba en la Biblioteca Nacional, es decir, una mentira, pues desde Platón el gobernante tiene derechos sobre el lenguaje que el pueblo no tiene: el derecho de mentir. ¿Y por qué miente el gobernante de la novela? Primero: porque si se admite el informe científico, es decir, la verdad descubierta por el Dr. Luziers, este pondría en duda la autenticidad de todos los escritos de Voltaire; segundo, de publicarse el informe quedarían al descubierto los engaños en que incurrió el Gobierno Francés para entrar a la Abadía de Aurillac; tercero, que la Iglesia podría jactarse del hecho de que Voltaire acudiera a ella en su momento de mayor necesidad; y, cuarto, que los franceses quedarían en ridículo por haber adorado en la Biblioteca Nacional, durante doscientos años, un corazón falso.

López Nieves ha logrado llevar bien la trama hasta el final. Su novela se inscribe en la tradición de “El nombre de la rosa”, o sea de la novela en clave. Tiene, en menor escala que las obras anteriores, los defectos léxicos, los gerundios en función de adjetivos, los barbarismos, los defectos de puntuación, preposiciones mal empleadas y algo inusitado: una constante alusión a los mecanismos de la escritura (pp. 28, 35, 58, 62, 196, 204).

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