Luis O. Cocco Castillo – (Vaya tranquilo!

Luis O. Cocco Castillo – (Vaya tranquilo!

El mariscal Goebels declaró en Nuremberg que si Alemania hubiera triunfado, el juicio que se celebraba en ese momento hubiese estado montado en Philadelfia, ya no juzgando Auschwitz, sino Hiroshima, Nagasakhi, etc.

Lo dijo el gran poeta español para defender el honor de la corona española ante tantas vidas y sangre indígena derramadas en aras de la evangelización: «culpas del tiempo son, y no de España».

No soy de su partido ni de sus allegados, y ahora, cuando ya no puede o no debe dar contratos ni empleos de largo plazo, ante la soledad que ya comenzará a sentir, me revisto de valor para decirle que cierre los oídos a los estrépitos de los cabezas calientes de siempre; no se deje provocar, abandone el escenario político, y tómese un merecido descanso que le sirva para reflexionar acerca de su presente y futuro político, y sobre todo, acerca de la estabilidad y paz de su familia.

Usted en su ejercicio no tiene sangre sobre sus hombros sino el pesado fardo de inconductas de gente en la que usted confió. Tranquilo, señor Presidente, tranquilo; que respondan ellos, si es que sus ejercicios por las dependencias puestas en sus manos merecen ser juzgadas.

Este humilde y quizás inoportuno y desconocido servidor, le suplica austeridad en la palabra, y tener fe en las enseñanzas que le pudieron haber legado los forjadores de su carrera política, José Fco. Peña Gómez, Don Antonio Guzmán F., y el Dr. Joaquín Balaguer.

Del ultimo de los maestros, si lo acepta usted como tal, acopie de su enorme sabiduría en tornar la derrota inmediata, en triunfo futuro. Recuerde las efemérides del 1961, 1978, y por ultimas, las de 1982. De cada una las cenizas de ese holocausto político, emergió el gran caudillo Reformista con más vigor, y más acendrada vocación de servicios hacia las mayorías más necesitadas, y en cada ocasión retomó el poder.

Haga un mea culpa, Sr. Presidente: Creo que nadie lo ha rechazado a Usted. El pueblo ha rechazado las inconductas de su partido y sus partidarios. Las bellaquerías de los que en su entorno creyeron que el poder no los abandonaría. De los que no tuvieron rubor al administrar los fondos del erario.

Si el destino (como creo por su obra y edad) le deparase una nueva oportunidad de regir los destinos nacionales, este ciudadano le sugiere brevemente lo siguiente: Haga un gabinete de técnicos, no de precandidatos, y por favor cambie su concepto de lealtad incondicional, por el concepto de lealtad condicionada a tener su amistad si no se trata de un delincuente. Sin saber de política y previendo lo que pasará en estos años, me permito decirle que si esto hace, vaya tranquilo señor Presidente, que el Palacio lo volverá a recibir, pero esta nueva vez rodeado con gente de verdadera vocación de servicios, deseos de ayudar su presidente (no su apetecida candidatura), y sobre todo, con más escrúpulos ante los fondos públicos.

Vaya tranquilo señor Presidente, que esto solo ha sido un espejismo, que los próximos años se encargarán de desdibujar.

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