Luis Pie Revela los sacrificios de ser un atleta

Luis Pie  Revela los sacrificios de ser un atleta

LUIS PIE

El atleta olímpico Luisito Pie quiere revelar al país todos los sacrificios que conlleva ser un deportista de primer nivel.
Como si la vida dependiese de las alarmas, el objetivo fuese el sudor y la meta superar el día anterior, inicia en las madrugadas el día de un atleta que solo cuenta con 24 horas, 24 horas con apariencias de infinitud.
Un inicio con miradas firmes al reloj, siendo el cansancio adquirido en el día anterior el compañero y conserje del cuerpo, donde los amaneceres quedan estancados en las madrugadas disminuyendo las ganas de despertar, porque la cama exige horas extras, mientras que el cuerpo recibe fuertes exigencias para brindar un esfuerzo más.
Como si la lucha principal fuese con la cama y no con la mente, inicia el primer sacrificio, ponerle fin a una relación de horas con la almohada que románticamente le expresa al cuerpo que aún necesita más descanso, transmitiéndole una comodidad que en el transcurso de la noche no obtuvo.
Un paso difícil para enfrentar la cruda realidad del mundo exterior, unas nuevas 24 horas donde el destino no borrará la crudeza del ayer y mucho menos hará del hoy el día soñando y anhelado.
Así se inicia el día:
5:00 a.m. hace su aparición el sonido más odiado por millones en el mundo: el sonido de las alarmas, suena para ponerle fin a un descanso diariamente anhelado y para darle inicio a una nueva jornada que sin lugar a dudas se buscará concluir por todo lo alto.
6:00 a.m. inicia el procedimiento para darle cabida al primer entrenamiento del día, tal vez el más difícil, entrenamiento que se inicia con un desglose de malestares, producto de síntomas adquiridos en las jornadas anteriores, síntomas que deberán ser superados, brindando lo máximo del cuerpo en una jornada que marcará un nuevo día.
8:00 a.m. Ya realizada la primera sesión después de unas 2000 calorías sustraídas del cuerpo, el temporizador marca la escasez de tiempo para reponer con el desayuno lo sustraído, porque hay compromisos inmediatos: universidad, compromisos familiares, laborales, institucionales y compromisos sociales.
11:00 a.m. Tiempo de regresar a nuestro querido restaurante y degustar el rico menú que nos trae la segunda tanda de entrenamientos, ignorando la crudeza que haya podido alcanzar nuestro inicio del día, la mente tendrá que volverse a reprogramar activando el cuerpo para realizar con éxitos su segundo trabajo del día.
Nada fácil, porque el cuerpo no es un motor que enciende con cualquiera llave, solo tiene una y esta se encuentra en la mente y si dicha llave falla no habrán métodos posibles para ser encendido, también goza de un combustible especial que muchas veces carecido de este tiene que encender y realizar su rutinas diaria.
Luego de poner a pruebas estas capacidades, inicia un segundo ‘break’ pero ahora con el cuerpo más cansado y asueñado, con el deseo de regresar a casa, olvidando los compromisos aún no culminados.
2:00 p.m. Después de brindarle al cuerpo unos tarros de agua para refrescarlo, tras la segunda tanda concluida, hay que salir por la comida y con prisas, evitando que la congestión del tránsito gane el paso y haga de la llegada a la ejecución de los próximos compromisos una llegada tardada. 5:00 p.m. El inicio de lo que sería el final de la jornada, pero el principio de una nueva lucha con el cuerpo, ya cansado, asueñado, estropeado, adolorido, con deseos de regresar a casa y con poca voluntad de trabajo producto a la pesadez de las jornadas que le ha correspondido lidiar.
Este último entrenamiento, a pesar de las cargas físicas y mentales obtenidas en el día, se disfruta y se goza porque la pasión enciende las llamas integradas en lo más profundo de nuestro ser, las llamas de guerrero, de gladiador, y de soñador invencible ante adversidades.
7:00 p.m. El final de una jornada que espera su continuidad en las próximas 24 horas.
Ya concluidas estas jornadas de trabajo, el regreso a casa es con la satisfacción de la labor realizada sin importar la pesadez del tránsito, el regreso nos convierte en contables, contabilizamos kilómetro tras kilómetro esperando llegar a casa.
8:50 p.m. Después de un pesado día y labores realizadas, se llega a casa, el lugar donde el cronómetro vuelve a cero, con la felicidad de inhalar los aires anhelados por respirar y recibir el calor de la familia.
Se inicia un pequeño ciclo con tareas que no nos permiten disfrutar de la familia porque más tarde hay que descansar, para volver a empezar en un escenario donde las madrugadas se convierten en mañanas y las mañanas en atardeceres, los atardeceres en anocheceres y los anocheceres en las antesalas de nuevas oportunidades, donde el reloj vuelve a iniciar desde cero.
Como atletas honramos el nombre recibido, porque nos la pasamos de carrera en carrera, nos proponemos metas y las cumplimos, si caemos nos levantamos y si tenemos que continuar hasta más no poder continuamos.
No admitas juicios en contra de un atleta, que su vida no es tan perfecta.

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