Lula ante el desafío de cortar cabezas

Lula ante el desafío de cortar cabezas

RIO DE JANEIro (AFP).- El presidente Luiz Inacio Lula da Silva no fue involurado directamente hasta ahora en el escándalo sobre compra de votos que compromete al Partido de los Trabajadores (PT), pero parece condenado a cortar cabezas en su gobierno y en su partido para calmar a la opinión pública, a 16 meses de las elecciones generales.

Roberto Jefferson, presidente del Partido Trabalhista Brasileño (PTB) y «hombre bomba» del escándalo, confirmó y amplió el martes ante la Comisión de Etica de la Cámara de Diputados las acusaciones que ya había hecho en la prensa, sobre compra de diputados por parte del PT; esas denuncias salpican a varios miembros del gobierno, altos dirigentes del PT y varios diputados de partidos aliados.

Jefferson no aportó pruebas, lo que contribuyó temporalmente a calmar los mercados. Pero su testimonio tuvo gran impacto, considerando que hasta mayo pasado el PTB era uno de los pilares de la coalición gubernamental.

Cuando fue implicado a mediados de mayo en un escándalo de coimas en los Correos, Jefferson recibió el apoyo de Lula, quien lo calificó de «socio» y dijo que estaba dispuesto a firmarle «un cheque en blanco».

La descripción de los entretelones de la vida política brasileña dada por Jefferson dejó en la opinión pública la imagen de un gran mercado donde todo se negocia, al costo de maletas llenas de dinero contante y sonante: votos, altos cargos en administraciones o empresas públicas, cambios de partido o financiamiento de campañas electorales.

La escena no es nueva en la corta historia de la democracia brasileña, iniciada tras el fin de la dictadura militar en 1985. Pero según Jefferson, que el partido en el poder compre votos de diputados es un hecho sin precedentes.

Se trata de un duro golpe para la imagen del partido de Lula, que desde su creación en 1980 hizo de la lucha contra la corrupción su bandera y llegó al poder en enero de 2003 con la firme intención de diferenciarse en ese aspecto de todos los gobiernos anteriores.

Jefferson ha dicho además que la compra de votos cesó cuando puso al tanto a Lula de que existía y que el presidente, «un hombre de bien», lloró al enterarse.

Pero como destaca este miércoles Merval Pereira, comentarista político del diario O Globo, el cordón sanitario alrededor de Lula tiene doble filo.

«La situación política es tan delicada que en nombre de la gobernabilidad se prefiere crear la imagen de un presidente ausente de las decisiones, desinformado, rodeado de consejeros que tienen suficiente autonomía como para montar un sistema de esta magnitud (…). Un hombre de bien rodeado de malhechores, un inocente útil manipulado por guerrilleros leninistas», afirma Pereira.

Toda la prensa considera que el presidente se verá obligado a cumplir su compromiso de «cortar en la propia carne», mientras se instala una comisión parlamentaria de investigación (CPI). Fue una CPI sobre la corrupción que, en 1992, desembocó en la destitución del presidente Fernando Collor.

El primer blanco estaría en el grupo cercano al presidente, empezando por José Dirceu, jefe de gabinete de Lula, ya cuestionado en 2004 en el escándalo Waldomiro Diniz, nombre de un cercano consejero del ministro obligado a renunciar tras haber sido filmado pidiendo coimas a un jefe del juego clandestino.

El PT también podría calmar la crisis retirando de sus filas a dos personajes clave citados frecuentemente en el escándalo de pagos mensuales a los diputados: el tesorero Delubio Soares y el secretario general, Silvio Pereira.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas