El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, autorizado por primera vez a abandonar la celda en la que está preso por corrupción desde abril de 2018 para participar en el sepelio de un nieto de 7 años, que murió de meningitis, aseguró que demostrará su inocencia como forma de honrar al menor.
De acuerdo con el relato de las personas que acompañaron al exgobernante en las poco menos de dos horas en que estuvo en la ceremonia fúnebre, Lula relató en un emocionado discurso que su nieto sufrió “bullying” cuando lo encarcelaron y que, por eso, la mejor forma de honrarlo es demostrando que es inocente.
“Su pronunciamiento antes de despedirse nos emocionó a todos. Contó que su nieto venía sufriendo bullying en la escuela y que los compañeros le decían que su abuelo estaba preso por ladrón”, relató el principal líder del Movimiento de los Sin Tierra (MST), Joao Pedro Stédile, un aliado incondicional de Lula.
“Entonces, dirigiéndose al (cuerpo del) nieto, se comprometió a luchar de todas las formas para que la Justicia lo reconozca como inocente. Dijo que, en el cielo, él tendrá mucho orgullo del abuelo que tuvo”, agregó el dirigente del MST, una activa organización campesina e histórica aliada del Partido de los Trabajadores (PT).
De acuerdo con una nota divulgada por el sitio en internet del Instituto Lula, el conmovido dirigente, que lloró copiosamente todo el tiempo, aseguró que, además de mostrar quién es ladrón y quién no lo es, le llevará al nieto al cielo un diploma de inocencia.
En la única vez que ha salido de prisión y tras ser autorizado por la Justicia, Lula participó en el velorio de su nieto y en la ceremonia de cremación en el cementerio Jardín de la Colina de Sao Bernardo do Campo, ciudad del área metropolitana de Sao Paulo en la que comenzó su carrera política y en la que tiene residencia.
El exmandatario, que purga en la ciudad de Curitiba dos condenas por corrupción y lavado de dinero, llegó al cementerio hacia las 11.10 hora local (14.10 GMT) de este sábado y se despidió de sus familiares y aliados políticos a las 12.58 (15.58), antes de abordar el coche policial en el que comenzó el viaje de regreso.
Su corto período fuera de las rejas, pero escoltado por un vistoso dispositivo de seguridad que movilizó a 275 uniformados, comenzó a las 7.00 horas (11.00 GMT), cuando abandonó las instalaciones de la Policía Federal en Curitiba, y concluyó nueve horas después, hacia las 16.00 horas, cuando regresó a su celda.
La mayor parte del tiempo la pasó en los vuelos entre Curitiba y Sao Paulo en un avión cedido por la gobernación del estado de Paraná y en los cuatro trechos en helicóptero.
Tanto al llegar al cementerio como al abandonarlo, el exlíder sindical saludó desde lejos a los cerca de 300 simpatizantes que lo acompañaron y que, además de mensajes de apoyo, gritaron consignas como “Lula libre”, que se ha hecho famosa desde que el presidente más carismático en la historia de Brasil fue encarcelado.
El expresidente, que vestía un traje oscuro y sin corbata y lucía el cabello totalmente blanco, se encontró en el cementerio con aliados como su sucesora en la Presidencia, Dilma Rousseff, y el exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad, el candidato derrotado por el ultraderechista Jair Bolsonaro en las presidenciales de octubre.
Algunos manifestaron preocupación con su estado de salud especialmente después del golpe que supuso la muerte de uno de sus 6 nietos, con el que tenía una especial relación. “Es necesario estar atentos a la salud de Lula. No podemos subestimar un dolor tan tremendo como este”, afirmó Haddad. A la ceremonia fúnebre acudieron los principales dirigentes del PT, la formación que Lula ayudó a fundar en 1980 y que gobernó Brasil por 13 años entre 2003 y 2016.
Arthur Araujo Lula da Silva, uno de los seis nietos del expresidente, murió el viernes en un hospital de Sao Paulo en el que fue ingresado por una meningitis meningocócica.
La muerte se produjo un mes después de que el hermano mayor del expresidente falleciera víctima de cáncer.
Lula quiso acudir al entierro de su hermano pero la Justicia tan solo le autorizó una reunión familiar cuando el cuerpo de Genival Inácio da Silva, conocido como Vavá, ya había sido sepultado, por lo que rechazó el permiso y decidió permanecer en su celda.
El líder socialista fue encarcelado en abril del año pasado tras haber sido condenado por un tribunal de segunda instancia a 12 años de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero en un caso vinculado al escándalo por los desvíos de la estatal Petobras.
El mes pasado fue condenado por segunda vez por corrupción, a 12 años y 11 meses de cárcel, acusado de haberse beneficiado de las reformas millonarias que tres constructoras realizaron en una casa de campo que había sido cedida a su familia para descansar.