Lula frustrado

Lula frustrado

Escuchando al presidente Lula hablar desde palacio, recordé algo que sucedió en mis tiempos de supervisor médico, y que viene a  ilustrar las frustraciones de los  maestros con los alumnos difíciles.

 Un  colega, proveniente de  una cultura diferente a la occidental, veía la vida a través del dogma religioso con el que fue adoctrinado desde pequeño. Era un punto ciego que lo hacía incapaz de comprender a los que no pensaban como él, limitándole sus evaluaciones clínicas de manera preocupante.  Por lo demás, era hombre inteligente y estudioso. 

Sin duda, resultó frustrante enseñarle y supervisarle mientras observábamos el sabotaje que  hacían sus creencias al ejercicio profesional. Tanto así, que antes de que pudiera perjudicar a algún paciente, nos vimos obligados a despedirlo, y a recomendarle un cambio de  especialidad. Me  tocó a mí llevarle la  noticia. Se marchó sin protestar. 

Un año más tarde, mientras cenaba en mi casa, sonó el teléfono, y al otro lado del aparato escuché la voz del  médico  musulmán. Me preparé para recibir el insulto  que no me había llevado antes.  No fue así: llamaba para agradecerme: “Si ustedes no  hubiesen dicho la verdad,  habría fracasado. Ahora estoy en cirugía, me va muy bien. Gracias”.

Lula Da Silva aconsejó públicamente a nuestro presidente para que dijera la verdad, sin importarle la magnitud del  problema ni lo desagradable que fuera.  ¿Cuántas veces se lo habrá dicho en privado?  “Danilo, Vocé foi bemi, mas falta-te a verdade”.

El extraordinario líder brasileño, a quien Danilo Medina tiene como  maestro, modelo, e  indispensable consultor, lucía  desencantado con el discípulo; como yo lo estuve con el  médico residente que podía entender, porque era inteligente, pero no alcanzaba a comprender, limitado por sus creencias, las sutilezas universales del comportamiento humano. 

El líder brasileño no ha podido hacerle comprender al  dominicano las sutilezas de la verdad;  lo indispensable que es para transformar cualquier sociedad. Implicaba que, de seguir  comprometido con una cultura de defraudadores y corruptos, sin pararse frente al pueblo y decirle  la verdad de lo que aquí pasó, nunca producirá el “milagro dominicano”.

Sin aplicarse a fondo en el saneamiento moral del país, tan sólo limitándose a cuatro años de exhibir su decencia personal y la de algunos colaboradores, no podrá siquiera evocar la grandeza del estadista suramericano.

Se le puede acercar, ser su amigo, hacer negocios con las  compañías de San Paulo  y  Río, traer expertos y escuchar consejos, pero si no parte de la verdad, cuando todo esté dicho y hecho, el único  que lucirá parcialmente saneado será él. En cuanto al país, seguirá indecente, degradado y corrupto.  “Danilo, Vocé foi bemi, mas falta-te a verdade”.

Luiz Inácio, el revolucionario demócrata, trasformó a Brasil ética y económicamente, porque hizo lo que tenía que hacer sin importarle amigos, colegas, o compañeros de partido. Los  que tuvieron  que ir a la cárcel, en la cárcel están.  Para eso, como él mismo dijo, mirando de frente al Presidente Medina, fue que lo eligieron presidente.

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