Lula: gloria y calvario

Lula: gloria y calvario

En su exilio, en 1961, Bosch escribió en “Trujillo: Causas de una Tiranía sin Ejemplo”: “Cuando los hombres actúan en política no son buenos ni malos, son el resultado de las fuerzas sociales que los han creado, a veces son juguetes de esas fuerzas y otras sus beneficiarios”. Luego fue menos indulgente “La política es una función de servicio social y, por tanto, debe ser esencialmente ética”. Frei Betto fue igualmente severo: “El poder no cambia los hombres, revela lo que son”.
Beneficiario de sus fuerzas creadoras, Lula ha tenido muchos momentos gloriosos en los cuales ha llorado. En diciembre 14, 2002 Lula, con lágrimas y voz entrecortada dijo: “Si había alguien en Brasil que dudase que un tornero mecánico, salido de una fábrica, llegaría a la Presidencia de la República, el año de 2002 probó exactamente lo contrario”. Tomó aire, bebió agua y añadió: “Y yo, que durante tantas veces fui acusado de no tener diploma superior, gano mi primer diploma de Presidente de la República de Brasil”.
También lloró en noviembre 22, 48 días después de su triunfo electoral, en un emotivo reencuentro con la humilde población de Caetés, Pernambuco, 50 años después del día que emigró con su familia para “no morir de hambre” con la sequía recurrente del nordeste.
Lloró en enero 1°, 2003, juramentándose ante representantes de 118 naciones y una multitud de medio millón de personas, incluidas tribus del Amazonas. “La misión de mi vida estará cumplida si al final de mi mandato cada uno de los brasileños puede desayunar, almorzar y cenar cada día”. Estalló en sollozos. Emocionado, mis ojos también se humedecieron viendo la televisión. Recordé una escena de mi juventud de otro famoso brasileño.
En 1958 en Suecia, un muchachito de 17 años, de una favela, anotó dos goles en el juego final para poner su equipo a ganar por primera vez el Campeonato Mundial. Había comenzado la creación del mito de Edson Arantes dos Nacimento, “El Número 10”, el Rey Pelé. “Life” lo retrató llorando con la cabeza recostada sobre el hombro del portero Gilmar, quien decía: “Llora, garoto, llora. ¡Eres Campeón del Mundo!” A Lula le diríamos: “Llora, tornero mecánico, llora. ¡Eres Presidente de la República!”. El destino, 51 años después de Suecia unió a Lula y Pelé, para llorar juntos de alegría, en octubre del 2009, cuando Brasil ganó la sede de los Juegos Olímpicos. Llorando, no con “jipíos”, Lula exclamó: “Es el día más emocionante de mi vida”.
Terminó su gestión con 87% de popularidad, igual que el Presidente Truman cuando Alemania se rindió a los aliados en 1945. El triunfante Truman terminó con 32%. Los logros de Lula parecerían película de ficción: 29 millones nuevos miembros de clase media, la misma población que Texas. 20 millones dejaron la pobreza, la misma población total de New York, la megápolis por excelencia.
En enero 2010 Lula sufrió una crisis de hipertensión y su avión regresó a Brasil a mitad del vuelo a Suiza, donde la élite político-económica del Foro Económico Mundial le otorgaría el galardón al Estadista Global, primero de su categoría, por sus ocho años de mandato. Obama lo admiraba. Lo proclamó “El Presidente más popular del mundo”. Con estudios de primaria, Lula ostenta innumerables Doctorados Honoris Causa de prestigiosas universidades. Junto a Clinton fue el conferenciante mejor pagado del mundo.
Lula padeció un primer calvario por hambre y necesidades materiales superables. El calvario posterior a su presidencia es ético, moral, posiblemente irremediable. En su mandato ocurrió el “Menselao”. El ejecutivo pagaba sobornos mensualmente a legisladores. Frei Betto renunció del gobierno, pero apoyó la reelección esperando “que el PT no repetirá la película que terminó en tragedia ética”. Saliendo del poder, la diosa Némesis condenó a Lula por Lava Jato y vínculos con Odebrecht.
Lula será encarcelado. Condenado en segunda instancia a 12 años de prisión tiene otros cinco juicios pendientes. Emotivo, de carácter fuerte, no llora en este calvario. Demandará a “Netflix”. Moviliza caravanas, se reúne con Mujica, visita el Mausoleo de Getulio Vargas buscando ser presidente por tercera vez, pero no cumple el requisito de “Ficha Limpia”. 156,000 personas lo apoyaron firmando el documento “Elecciones sin Lula es fraude”. Aquí 312,415 ciudadanos firmamos “El Libro Verde” contra la corrupción e impunidad y hoy proclamamos: “Elecciones con Danilo es fraude”.

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