Lula no puede perder su segunda oportunidad 
La reelección se justificará si revitaliza la reforma brasileña

<STRONG>Lula no puede perder su segunda oportunidad</STRONG>  <BR>La reelección se justificará si revitaliza la reforma brasileña

Comentario Editorial
El presidente Luis Ignacio Lula da Silva entró a las elecciones del domingo en Brasil como un claro favorito. Al defender la estabilidad macroeconómica y mejorar las condiciones de vida para millones de familias pobres, pudo haber hecho suficiente por asegurarse un segundo periodo en el cargo.

Pero aunque estos logros no deben ser disminuídos, el carismático ex obrero metalúrgico está algo distante de producir una dura mezcla de reformas pro-mercado, sociales e institucionales, que le permitiera a Brasil mantener el paso con otros grandes países en desarrollo, con los cuales se le suele comparar, por no mencionar el acercarse al sueño de status de mundo desarrollado.

En casa, un crecimiento económico que no impresiona, que promedia menos de 3% desde 2002, ha sido el rasgo más desalentador de su administración. El gobierno no ha sido capaz de sacar ventaja de lo que para Brasil son las condiciones económicas internacionales más atractivas en la memoria viva. Es cierto que el gobierno ahora está aportando su cuarto año consecutivo de excedentes en la cuenta corriente, gracias a una fuerte demanda de sus exportaciones de materias primas, como hierro y soya, y mucha liquidez en los mercados financieros internacionales. Pero ha hecho muy poco por reformar su masivo y con frecuencia chapucero sector público.

El gasto público -en particular, en pensiones para los relativamente ricos- está subiendo, y el sistema tributario está entre los más gravosos del mundo, recargando el sector privado y deprimiendo los pequeños negocios que generan empleos. Además, una serie de escándalos de corrupción han destacado la persistente debilidad de muchas instituciones, socavando los atractivos de Brasil para los inversionistas directos.

Con el tiempo, el bajo crecimiento hará más difícil sostener los impresionantes adelantos en la reducción de la pobreza logrados por los programas de transferencia de ingresos. A menos que Brasil sea capaz de inyectar mayor dinamismo en sus resultados económicos, perderá terreno frente a sus pares internacionales. Esto debilitará más aún los esfuerzos de Lula da Silva por incrementar la influencia de Brasil en América Latina y el mundo en desarrollo.

Es difícil evitar la sensación de que Brasil, bajo Lula da Silva, esté perdiendo influencia ante personajes radicales como Hugo Chávez, el presidente anti-norteamericano venezolano. Brasil ha fallado, además, en ganar liderazgo en órganos como la Organización Mundial de Comercio, y sus intentos por asegurar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU han perdido ímpetu. La diplomacia brasileña en la vecina Bolivia, un país más pequeño y más débil sobre el cual Brasil tiene una influencia económica muy sustancial, ha sido tan endeble que Petrobras, la compañía petrolera estatal, corre el riesgo de perder sus activos en ese país.

Es una lástima. Una América Latina cada vez más fracturada necesita un líder progresista poderoso para ayudar a unificar la región. Las circunstancias internacionales continúan apuntando a favor de Brasil. Pero a menos que el señor Lula da Silva revitalice la reforma en su segundo mandato, será una nueva decepción.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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