Lulú, víctima de violencia de género y del Estado

Lulú, víctima de violencia de género y del Estado

Con esta sonrisa, Francisca de los Santos asume la vida todos los días.

Francisca de los Santos siente que el sistema la abandona después de sobrevivir a un intento de feminicidio que le ha cambiado la vida largo a largo pero que no mermó su espíritu

El 19 de noviembre de 2019, Francisca de los Santos (Lulú) fue impactada por tres disparos que le hizo su excompañero, Gregorio Pérez, que luego se pegó uno en la cabeza. La mujer no murió, pero ese día empezó su doloroso calvario vestido de largos internamientos, pérdida de dos vertebras y de la audición y una seria infección.

Por las complicaciones derivadas del atentado, hace un año empezó el triste periplo de hospital en hospital y de institución estatal a otra en busca de una ayuda para oír, que demora y la revictimiza. Hacen oídos sordos.

Su familia y amigos tocaron puertas con cartas, constancias médicas y cotizaciones en la mano. Pero solo una fue abierta, después de mucha insistencia. El Ministerio de la Presidencia le donó los recursos para adquirir uno de los dos audífonos que le permitirán escuchar. En ese momento los aparatos tenían un costo de 2,000 dólares cada uno en el Grupo Ladio pero ahora registran un alza de US$500.

Sus cercanos lamentan que ni el Ministerio de la Mujer, ni el Seguro Nacional de Salud, la Cámara de Diputados ni el Despacho de la Primera Dama han escuchado el llamado de esta sobreviviente sostenida a la vida pese a vicisitudes.
Una de las sorpresas desagradables que recibió fue su cancelación en plena licencia médica del puesto de conserje en el Ministerio de Educación, restituida tras los reclamos.

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Su hermana Martha insiste en esta lucha, a ratos titánica, a veces desesperante y acompañada de gente solidaria sigue en el intento de obtener el dispositivo restante para que su hermana pueda escuchar, sobre todo el sonido de la naturaleza en su natal Yamasá, a donde retornó, después de la tragedia acaecida en el sector capitalino Los Jardines del Norte. Allí con grandes esfuerzos construye una casita que le ha devuelto la ilusión y para la que gustosa acepta colaboración.

El largo tormento
Lulú permaneció cuatro meses en el Hospital Marcelino Vélez. Ahí edematizó, entró en coma y le administraron antibióticos para que drenara y el supuesto exceso le habría ocasionado la sordera, que según el equipo médico sería temporal.

Cuando de ese centro la llevan a la Plaza de la Salud por fuertes dolores, le descubren serios daños en las vertebras L4 y L5 que concluirían en operación, y que en el Vélez nunca detectaron pero además, de extra, una bacteria que requería una semana de antibióticos antes de la intervención.

Su Aseguradora de Riesgos de Salud Senasa Contributivo no quiso cubrir la cirugía que superó los 100 mil pesos, alta cifra para la carenciada familia.

Le sacaron una vértebra, la otra no sirve y en lugar de ponerle tornillos, porque el seguro no cubría quedó a la buena de Dios. Ahora el dolor ha vuelto y por el diagnóstico, sus parientes creen que guarda relación con la ausencia de “esos hierros”.

Luego le colocan una malla en la clínica Independencia para reorganizar los intestinos, que quedaron fuera de lugar, porque tenía un escape de sangre, explica Martha, y en el Vélez los dejaron descolocados para determinar si era por ahí que “filtraba”.

Ha tenido recaídas que ameritan reingresos pero jamás borran su sonrisa.

Al pie del cañón, siempre

Lulú es una dirigente comunitaria que residía en La Yagüita, Distrito Nacional y laboraba en la escuela Fray Ramón Pané, en reconstrucción. Cuando acaeció la tragedia estaba en pleno trabajo en la sede alquilada al Colegio San Mauricio. Si usted desea colaborar con esta causa, contacte a su hermana Martha al 829-818-5736.

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