Luthiers en Cuba: mucha pasión y pocos medios

Luthiers en Cuba: mucha pasión y pocos medios

LA HABANA. Con viejas maderas de un piano, las patas de una mesa y el peldaño de una escalera, el luthier cubano Amed Camilo López fabricó una réplica de la guitarra barroca diseñada en 1690 por el famoso francés Jean Voboan, pero no pudo conseguir el barniz mate.

«Gracias a los amigos que se sensibilizan con lo que uno hace, pude hacer ese instrumento», dice a la AFP este atlético «guajiro» (campesino) de 42 años, que tiene la sensibilidad del Renacimiento en las yemas de los dedos.
Antiguo mecánico de aviones de combate rusos, López vive en Santa Clara, en el centro de la isla, donde la escasez de materiales, herramientas e información es mayor que en La Habana.

El oficio de luthier revive en Cuba con el auge de la música renacentista y López compara su arte con un «sacerdocio» que requiere «mucha pasión», pues implica largas jornadas de trabajo, muchas dificultades e ingresos modestos. «Si uno piensa en el plano económico, hasta se desanimaría», afirma, destacando que una guitarra barroca en Europa tiene un precio entre 2.000 y 5.000 euros, pero «en Cuba nadie puede pagar ese precio».

Otra tapa de piano de 8 milímetros, que tuvo que abrir a la mitad «a serrucho», sirvió a Luis García, de 56 años, para elaborar una réplica de guitarra clásica-renacentista fabricada en 1816 por el español Francisco Pagés, que se conserva en el Museo de La Música de La Habana.

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