Luz verde a la verdad

Luz verde a la verdad

Hace unos pocos días me entretuve escribiendo una serie de cuatro artículos, bajo el título general: “Desentrañar el futuro”. Este tipo de escritos no suele tener muchos lectores. Realmente, escasas personas, entre festivas y filosóficas, prestan atención a lo que llaman “adivinanzas y profecías”. Sin embargo, un sujeto barbudo, con cara de alquimista medieval, me abordó en la cola de un cajero automático y me dijo: -usted debería concluir los artículos ya publicados, con su propia visión sobre el futuro de los dominicanos. No tenga miedo a los políticos, ni a periodistas inclinados a polémicas y diatribas. “Diga la verdad y olvide todo lo demás”, afirmó con energía.
-Tal vez sea mejor decir la verdad sin olvidar “todo lo demás”, contesté. La verdad debe navegar entre escollos que interponen los intereses establecidos, la cerrazón mental, las costumbres inveteradas. También la mezquindad y la hipocresía juegan un papel protagónico en las “cosas de este mundo”. La vida política es un concurso abierto en el cual participan, animales de paso fino, caballos trotones y puercos cimarrones, todos con derechos constitucionales. Desgraciadamente, la verdad es una mariposa obligada a volar entre flores urticantes. Y ella misma, no es una entidad neutra, que atraviese, impertérrita, protones y electrones. De la verdad, tan difícil de definir teóricamente, se sabe que es “materia inflamable”.
Creo que los dominicanos están hartos de la esterilidad política de los partidos tradicionales. Sienten estar atrapados en una tenaza de herrero de fundición. A veces reciben golpes de mandarria en sus cabezas, colocadas sobre el yunque de los impuestos. Otras veces, los quema el fuego de las injusticias, de los abusos, del enriquecimiento ilícito. Pero no tienen claro el camino para librarse del tormento continuo que les lacera. Sobreviven en la inconformidad.
Se dice que la sociedad inglesa de la época victoriana estaba dominada por rígidos prejuicios morales y extremada disciplina de la conducta. A este conjunto de valores tradicionalistas -fe cristiana, respeto al trabajo, costumbre de ahorrar, auto-control sexual- se le llama puritanismo. A las épocas puritanas les siguen, como compensación, épocas de licencia. En nuestra época todo es posible; no hay sujeción a ninguna norma, legal o moral. ¿Daremos luz verde a la verdad?

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