Celebrando sus ocho anos ininterrumpidos como galerista profesional, y en apoyo a la V Bienal del Caribe, Lyle O. Reitzel ha logrado reunir, o más bien, contextualizar en Santo Domingo, un selecto grupo de creadores caribeños y latinoamericanos de distintas generaciones cuyas distintivas personalidades, producciones y trayectorias le han hecho merecer admiración, respeto y reconocimiento en el plano internacional.
Todavía no advierto la fórmula de disolverme en las felices y esplendorosas tinieblas de la patria. Y es que mi abrazo sanguíneo a la noble causa de un proceso o proyecto democrático gobernable sobre la plataforma folklórica nacional del subatraso y la posindustrialización, proclamaría la inminencia de una puesta en abismo de los idearios disecados. Proclamaría la necesidad íntima de una opción de diálogo abierto. Una opción creadora, poética, crítica, éticamente implicante, ante la vigencia de la espantosa y corrosiva trama de la astucia. Prefiero meditar sobre la romántica Utopía de el Estado artístico con que soñaba Schiller que resignarme en la humillante práctica de la adulación a una clase política sin sueños ni proyectos.
De igual forma, a la hora de la práctica de mi particular visión de la libertad de criterio, he de saltar sobre mis circunstancias; sobre el ancestral sentido de la Tierra; sobre las maravillas del paisaje; sobre los dulces y terribles frutos del deseo, el autoritarismo, la persuasión del alma, la piratería, la seducción, la violencia y las múltiples escisiones de la psique colectiva en esta mágica y expoliada isla de tránsito. Debo saltar, entonces, sobre la imagen devaluada de nuestra producción simbólica contemporánea y, de manera indefectible, sobre la enrarecida realidad económica, política y sociocultural en que se registran los penúltimos resultados de la imaginación en estos umbrales dominicanos del siglo XXl.
Radicalizando la precariedad de la contextualización nacional e internacional de nuestra imagética contemporánea opera la total ausencia de acciones de soporte o apoyo directo a los creadores, gestores culturales, curadores, galeristas y promotores del arte. Intentar penetrar la turbulencia del contexto sería algo así como iniciar la Divina Comedia. Aquí sí es que ya no hay esperanzas. Aquí nos acechan las añagazas de las nebulosas del mercado, del fabuloso poder del curador, de la pericia brutal de los nuevos Art Dealer, de la ética inmaculada de la critica retrógrada.
En medio de esta realidad silenciada hasta por los propios artistas, la ocasión es propicia para advertir la enriquecedora coincidencia de una serie de muestras colectivas e individuales definitivamente significativas dentro del programa de eventos, exhibiciones y acciones artísticas colaterales a la V Bienal del Caribe. Entre estas muestras figuran: ONDA EXPANSIVA: 8 AÑOS, colectiva de artistas latinoamericanos en Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo; 1 2 3 4 Dimensiones, retrospectiva de Soucy de Pellerano en el Palacio de Bellas Artes; Cabalgando en el Mar, individual de Sacha Tebó en Domus (Tiradentes), Archivo de Imágenes, individual de Oscar Carballo en la Galería Elespacio y APOTHEKE, individual de Patricia Castillo en Casa de Teatro.
ONDA EXPANSIVA: 8 AÑOS fue inaugurada la noche del jueves 6 de noviembre en la galería de Lyle O. Reitzel, ubicada en el local 43A de Plaza Andalucía ll (Abrahan Lincoln). La propuesta expositiva de Reitzel es clara en su apuesta por la claridad y profundidad de lenguajes, medios, poeticas, prácticas creativas y mitologías personales. Consistencia y rigor sostienen la arriesgada articulación del conjunto. En este, destacan siete poderosas y formidables extracciones pictóricas: Si yo te ndinga, del cubano Jose Bedia; la hydre at son butin, del haitiano Edouard Duval Carrie; Un poco de nosotros, del cubano Roberto Fabelo; México mío, del dominicano José García Cordero; Hoy, del uruguayo Ignacio Iturria; Discurso#3, del cubano Eleomar Puente y 10:00 a.m.(último día), del cubano Gustavo Acosta.
El conjunto se completa y reactiva de forma espectacular mediante la inclusión de algunos trabajos pictóricos, medios mixtos y fotográficos de notable vitalidad y validez, tales como:; Mi sentido pésame, del argentino Leandro Berra; El susto de la chingada, del cubano Segundo Planes; Fuga, de la mexicana Laura Quintanilla; Mutante, de la dominicana Raquel Paiewonsky; Umbral, del mexicano Saul Kaminer; Voy paya, del dominicano Elvis Avilés; Ralph, del colombiano Andrés Fischer y Wonder bra, del mexicano Hector Falcón.
He aquí un mínimo extracto de la polisíntesis, del vertiginoso proceso de hipermímesis y transmutaciones simbólicas que caracteriza el contexto actual de la cultura visual en el Caribe y Latinoamérica. Los resultados de una travesía de 8 años sobre esa energética y fructífera ONDA EXPANSIVA a través de la cual Lyle O Reitzel y sus huéspedes de la imaginación nos invitan a franquear las puertas de la percepción. Acceder al impacto de la sensibilidad, al polivalente y enigmático juego de mundos y miradas extraídas como imágenes o visiones especializadas de la magia primordial, del mito, la historia, el tiempo, la irrealidad, la ironía, el absurdo, el instante y las devastaciones ontológicas de la consciencia Caribe/Latinoamérica.
Estoy completamente de acuerdo con la Dra. Laura Gil Fiallo, presidenta de la Asociacion Dominicana de Críticos de Arte, cuando, en su ensayo para el hermoso catálogo que soporta la exposición, sostiene que: Lyle O. Reitzel es, en el contexto dominicano, la referencia obligada para quien desee constatar que el arte contemporáneo no se define esencialmente ni sólo por la implementación de nuevas tecnologías que posibilitan una formidable expansión de los medios de expresión, sino, sobre todo, por una especial relacion entre términos culturales que diría Rosalinda Kraus, y por preocupaciones específicas en torno a temas como la globalización, el multiculturalismo, la vida urbana, en los comienzos del milenio, la identidad de genero,, y otras preocupaciones que, de manera natural, imponen una renovación de las formas acorde no sólo con los contenidos, sino los fundamentos mismos de las culturas locales en relación con la Cultura Universal.