Macondo nos queda chiquitico

Macondo nos queda chiquitico

Si la democracia dominicana, que ya no es incipiente sino más bien madura aunque algo díscola, carece del reconocimiento internacional que merece, es sin dudas porque pese a estar votando ininterrumpidamente desde 1966, ¡hace 46 años! aun nuestros políticos no saben perder.

Perder es un arte. En la derrota se conoce más fácilmente el verdadero carácter, la esencia humana y política, de quienes quieren ser dirigentes o líderes, ya sea del gobierno o la oposición. Y nada tan poco elegante como la mezquina actitud del PRD, que sin haber impugnado ni una sola acta de las pasadas elecciones, insiste en negar que perdió.

No sólo insisten en un absurdo, puesto que no ha habido un solo caso documentado de fraude o de que la alegada compra de cédulas haya “torcido” la voluntad popular en una votación en que participó el 70% de los inscritos, sino que -peor aún- los perredeístas están tomando un derrotero enajenante, divorciado por completo del mandato del 46% de votos que logró.

Pretendiendo hacer de su disputa interna una cuestión nacional, uno de los dos presidentes del PRD, Andrés Bautista, ha dicho dizque que “si quieren un PRD en las calles, ahí estará el PRD”.

¿Qué burda amenaza es esa, cuando la inmensa mayoría de los dominicanos, incluidos los perredeístas, lo que desea es volver a trabajar en paz?

El ex presidente don Hipólito Mejía dijo ayer a la prensa: “el gobierno y el PLD nos están cerrando las puertas por la vía democrática, a este partido que tiene un compromiso con la sociedad dominicana; si ese es el camino que han decidido, los acompañaré y acepto el reto.

Si alguien quiere conspirar contra la libertad y la democracia tendrá al PRD de frente. Nada ni nadie juegue con la dignidad y el decoro del PRD”.

¡Pero de por Dios! ¿Y es que me he perdido de algo? ¿Por qué el PRD pretende que sus propios fracasos significan que el PLD desea una dictadura de un solo partido? ¿A dónde puede conducir este desconocimiento bárbaro de la legitimidad?

Alguien deber regalarle al liderazgo perredeísta un caja de Valium y conversar con la innumerable cantidad de jóvenes valiosos que están entre sus dirigentes para que rescaten a su partido de la insensatez. Al paso que van sus “viejos robles”, ellos solitos harán cumplirse su profecía de un PLD eternizado en el poder.

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