Madres todo el tiempo

Madres todo el tiempo

Nisaly Brito, Gerenta de Programs e Incidencia de Plan International

La maternidad es un trabajo que no descansa, no tiene horarios ni días libres. Empieza cuando abrimos los ojos y muchas veces, incluso mientras dormimos. Ser madre no es solo criar, es sostenerlo todo:  Llevar la agenda familiar en la cabeza, asegurarse de que haya comida, ropa limpia, casa en orden. Es contener, calmar, resolver conflictos, educar, cuidar de los hijos, la pareja y todos los otros vínculos y a veces nos toca asumir lo que otros han dejado de lado; la manutención, las tareas domésticas, el cuidado de hijas e hijos, etc.

Esa tendencia a colocarse en segundo lugar, a subsidiar la vida de los otros/as, nos acompaña incluso fuera del hogar. Esa concepción de madre con múltiples cargas, que mantiene estructuras desequilibradas también está ahí, silenciada pero activa.  Nota # 1. La práctica materna está en todos lados, aunque muchos/as no lo vean o no lo crean. 

Y sin embargo, en muchos espacios, ser madre se mira con sospecha. En lo laboral, en las amistades, hasta en redes sociales, aparecen frases como: “las mamás tienen muchos privilegios” o “siempre están pidiendo permisos”, “tener hijos/as fue su decisión, deben asumir las consecuencias” ¿Y qué será de la sociedad si nadie se atreve a parir? ¿Cómo se reproduce?  Pese a ese acto heroico, pocas personas ven lo que dejamos atrás mientras mantenemos a toda una sociedad viva: Abandonamos nuestros sueños por sostener los sueños de otros/as, dejamos estudios, renunciamos a ascensos, callamos el cansancio. Porque cuidamos con responsabilidad y mucha culpa, porque amamos, porque así nos enseñaron, a acompañar a otros/as para que crezcan, se desarrollen, brillen, menos nosotras.  Nota # 2.  La maternidad no debe ser sinónimo de injusticias, invisibilidad y renuncias. 

Pero el problema no es la maternidad, es la manera en cómo estamos integrando a las mujeres con hijos/as a los diversos espacios sociales. La mayoría de los espacios laborales están estructurados para trabajadores/as sin cuidados a cuestas. Jornadas extenuantes, múltiples exigencias, falta de flexibilidad y roles difíciles de compaginar con la crianza. Las mujeres siguen enfrentando dobles y triples jornadas, muchas veces mal remuneradas y poco reconocidas. ¡Y vuelve a salir la madre invisible! La que cumple con todo, la que nunca falta, la que se sacrifica. Hasta que un día, simplemente se va agotada, enferma, reemplazada y sin pensión. Nota #3 Un entorno laboral que ignora las tareas de cuidado se sostiene a costa del agotamiento físico y mental de las mujeres.

Son mujeres las que hoy conducen los destinos de muchas organizaciones e intentan actuar desde la ética del liderazgo feminista, donde el cuidado y el autocuidado son pilares fundamentales. Ellas tienden a ser más sensibles a las realidades de otras mujeres y apuestan a crear espacios más humanos; sin embargo, esta forma de liderazgo, más horizontal y empática, a veces se vuelve contra nosotras y se nos acusa de “no tener carácter”, de no ser “efectivas”, de ser “complacientes” e ir en contra de “la productividad”. Pero quienes nos nombramos y actuamos como feministas sabemos que no vinimos a replicar el poder masculino, sino a transformarlo y esto significa reivindicar el liderazgo solidario, que renuncia a desconsiderar a otras mujeres, que acompaña, que re-distribuye, que se moja las manos y los pies para lograr un objetivo común, que se sostiene en la cooperación y no en la competencia, que manda-haciendo Nota # 4 Liderar desde el cuidado y la distribución justa de tareas no es debilidad, es una revolución silenciosa contra el modelo de poder que nos agota e históricamente, nos ha hecho invisibles.

Y es que incluso en las oficinas también hacemos de madres. Desde nuestros puestos de trabajo cuidamos al equipo, organizamos los espacios físicos, cuidamos la higiene, mediamos en los conflictos, administramos los recursos como si fueran los de nuestra casa, detectamos necesidades emocionales y cuidamos incluso, la espalda de los hombres para que no queden mal (ahí si les gusta ¡Eh!) . En los puestos de trabajo ejercemos la maternidad sin que nadie lo pida, porque así hemos aprendido a habitar el mundo, Nota # 5. La lógica del cuidado traspasa los muros del hogar y sostiene incluso a las oficinas y el trabajo formal y remunerado.

Y tal como ocurre con la figura de la madre tradicional, las mujeres cuidadoras en cualquier espacio, terminan sobrecargadas, autoexigidas, invisibilizadas, enfermas emocional o físicamente. Si abandonamos, somos malas, si reclamamos, somos conflictivas, si pedimos un espacio para respirar, tenemos privilegios. Se espera de nosotras que lo hagamos todo, pero en silencio, que no se note el esfuerzo, que no moleste el cansancio, pero que sigamos en la silla invisible que evita que las estructuras se derrumben, pero sin llegar al poder.  Nota #6. Si somos buenas para sostener, somos mucho mejores para liderar desde la ética, el compromiso, la distribución justa de tareas, el reconocimiento y la hermandad entre todas y todos. 

Desde marzo de 2024 trabajo en Plan International, una organización que desde hace años ha comprendido la importancia de equilibrar la vida laboral y familiar, incluyendo el cuidado en su plan de compensación laboral. Así como Plan, algunas instituciones públicas y empresas privadas han comenzado a implementar medidas concretas para reconocer el cuidado y el autocuidado como un derecho. Sigamos construyendo entornos inclusivos para las mujeres-madres porque ¡Ser mamá es un trabajo increíble!

Felicidades para todas, incluyéndome. 

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