MADRID, España.- La muerte violenta del niño Gabriel Cruz, llevada a cabo supuestamente por la dominicana Ana Julia Quezada, ha consternado a todo un país y a una comunidad dominicana residente en España, doblemente herida por el dolor y la vergüenza, indignada por el hecho de que una compatriota fuera capaz de tan atroz acción como quitarle la vida a un inocente de apenas 8 años, de manera cruel tirándolo por un pozo.
Los 12 largos días transcurridos de la desaparición del niño Gabriel, fue una tragedia mediática que acaparó la atención de toda la ciudadanía que siguió atenta día tras día todo el proceso de búsqueda con la esperanza de encontrar al menor con vida.
En los rastreos, siempre entre los protagonistas figuraba Ana Julia Quezada, quien fingía estar dolida, continuamente besando, abrazando, consolando al progenitor del niño, su pareja desde hace año y medio. Ella acaparaba la atención dando declaraciones y se atrevió a caminar junto a la adolorida y suplicante madre de Gabriel, en las constantes y largas caminatas de registros de los lugares donde podría estar el pequeño, sin que nadie, salvo la guardia civil, sospechara de esta mujer que lanzó a Gabriel a un pozo y, luego, casi dos semana después, asustada porque se sabía sospechosa, sacó su cadáver y lo colocó en el maletero de su carro, donde la guardia civil la detuvo.
Ana Julia, nunca se inmutó el ver como unas tres mil personas voluntarias, llegadas de todas partes de España, amén de guardias civiles, buzos, caballería, perros amaestrados y otros diariamente pasaban hasta largas horas buscando pistas que le llevaran a Gabriel, todo lo contrario era una activista en todos los registros. ¡Cuánta maldad¡