Maestros de la Medicina

Maestros de la Medicina

La pasada semana asistimos a la premiación de un grupo de muy distinguidos galenos reconocidos con el más alto honor que otorga el Colegio Médico Dominicano, el de Maestro de la Medicina. En esta oportunidad se reconoció a muy notables colegas a los que, con todos ellos, me une una muy fraterna amistad por una u otra razón. Recibieron su galardón en una solemne ceremonia presidida por el Dr. Wilson Roa.
De manera coincidente, cuando leía en el hermano periódico El Día la reseña de la actividad apareció ese día una entrevista con el Dr. Jorge Marte, quien por igual pertenece al «selecto club de Maestros», ya que él y yo fuimos reconocidos en años anteriores con ese galardón. Con el prominente internista-neumólogo de CEDIMAT me unen afectos familiares, pues es el suegro de mi hijo Omar. Él señala en la entrevista las cualidades para ser un buen profesional de la salud y poder merecer este elevado galardón y destaca que es preciso conjugar: honradez, disciplina, humanismo, seriedad, respeto, empatía, educación continuada, compasión, honestidad y excelencia profesional. Juicios con los que estoy en total acuerdo en esta modernidad médica que sabemos tiene tantas y tantas desviaciones.
Con todos los galardonados tengo anécdotas muy bellas y enriquecedoras, pero por razones de espacio solo voy a referirme al Dr. Osvaldo Marté Durán, prestante neurocirujano creador de la cátedra de neuroanatomía de la UASD. En mis años de estudiante de medicina, concursamos un grupo de estudiantes para ser monitores de neuroanatomía (ayudantes de profesores de práctica), ganado el puesto por concurso, luego pasé bajo su mando y debo decirles a mis amables lectores, que el trato recibido fue el de un padre comprensivo y yo el de un hijo agradecido. Durante ese período “parí” mi primera obra, el libro «Guía práctica de Neuroanatomía». Recuerdo las largas horas en las noches que lo esperaba en su hogar para las correcciones pertinentes, acompañados del hoy talentoso nefrólogo el Dr. José Juan Castillo. Luego me envió donde el artista Asdrúbal Domínguez para diseñar la portada, quien originó un bello cerebro picassiano. El prólogo lo escribió muy amablemente el Dr. José Joaquín Puello, Maestro de Maestros, quien luego me llevó a INTEC como el primer monitor de neuroanatomía y me permitió al graduarme de médico, el alto honor de heredarlo en la cátedra de neuroanatomía del INTEC. Por todo lo anterior y lo externado en otras entregas es que insisto que el agradecimiento es la memoria del corazón (Lao-Tse).
Deseamos congratular a los doctores Pedro Pablo Díaz Vázquez, Martin Medrano, Osvaldo Marté Duran, Roberto Fernández de Castro, Tamara Moore Guzmán, Héctor Eusebio Polanco y Bernardo Arturo Hernando Muñoz; deseo en lo personal darles la bienvenida al excelso círculo de los Maestros. Como bienvenida formal permítaseme recordar las palabras dichas por mí en la noche que me confirieron igual honor al que ustedes recibieron la pasada semana: «El maestro,categoría que adquiero esta noche, la agradezco, me enorgullece y me compromete aún más a seguir la prestigiosa labor de educador heredada desde mis abuelos, mis tíos y mi padre, intensa fuerza que por ser genética escapa a las circunstancias y que es como el espíritu que no infiere, no entra en cavilaciones filosóficas, sino que es como un irrefrenable ímpetu interior al que usted no se puede negar. El lograr esta noche la categoría de “Maestro” por los años de un ejercicio médico digno, me lleva a comprender que más importante que la inteligencia es la lucidez, que más imprescindible que el conocimiento es la indoblegable intención de que el conocimiento no se utilice para destruir la única cementera en donde este puede germinar. Si la cultura es grandeza, lo es porque se halla indisolublemente ligada a la generosidad y a la filantropía».
Sabido es que la salud es el más preciado de los bienes, por tanto, el ejercicio médico deber seguir siendo un apostolado, los médicos merecemos en nuestro balance cultural, un espacio amplio y digno, una página justa y honradora por siempre procurar ese gran anhelo humano y casi divino, de redimir al hombre de las enfermedades y de sus esclavitudes morbosas y epidémicas¨. ¡Gracias del alma a todos!

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