Maestros y confianza, pilares del sistema educativo finés

Maestros y confianza, pilares del sistema educativo finés

Maestra impartiendo docencia. Imagen de referencia.

Por: Jaime Saavedra, Hanna Alasuutari y Marcela Gutiérrez Bernal

En Brasil, Indonesia o Perú, los maestros de las escuelas públicas tienen empleos estables, disfrutan de un alto nivel de protección legal y forman parte de sindicatos que los protegen de los vaivenes políticos. En Finlandia, los maestros públicos también tienen estabilidad laboral y rara vez son despedidos. Son representados por un poderoso sindicato, que tiene gran influencia en los debates sobre políticas educativas. Entonces, ¿por qué los niveles de aprendizaje de los estudiantes en estos países son tan dispares? ¿ Cuáles las diferencias en el rol de los maestros?

1- Prestigio, selección y formación de maestros

En Finlandia, los maestros son muy valorados. La carrera docente es prestigiosa, exigente y está reservada para los más talentosos y esforzados. Solo una quinta parte de todos los postulantes a programas de educación para maestros de escuela primaria ingresa a las universidades finlandesas. La admisión depende no solo del rendimiento académico, sino también del interés y la pasión por convertirse en maestro. Esto es muy diferente de lo que ocurre en la mayoría de los países de ingreso bajo e ingreso medio (y en algunos países de ingreso alto, incluido Estados Unidos), donde la admisión en las facultades de educación es relativamente fácil. A veces, incluso, está garantizada.

En Finlandia se invierte mucho en la formación de quienes ingresan las facultades de educación. Dado que la profesión docente requiere una maestría en educación, se requieren cinco años de estudios universitarios para convertirse en un maestro calificado. Los profesores de escuela primaria están a cargo de la mayoría de las asignaturas. Por ello se les forma en ciencias de la educación y eligen además dos o tres materias entre aquéllas que se enseñan en la escuela (por ej., matemáticas, historia, música, literatura, teatro, inglés o finlandés), u otras materias disponibles como filosofía o sociología. Mientras se capacitan, combinan estudios teóricos con estudios prácticos de las distintas materias. Desde el primer semestre de estudios hay prácticas (prácticum) que se llevan tanto en las facultades universitarias como en escuelas, en las que se aplica en la práctica lo estudiado teóricamente.

Los profesores secundarios están a cargo de asignaturas específicas en cada grado. Para convertirse en expertos en los temas que enseñan, así como en profesionales pedagógicos, estudian sus respectivas materias durante 5 a 6 años y deben completar una capacitación práctica durante un año, combinada con pedagogía y ciencias de la educación. Todos los maestros en formación trabajan diariamente con un profesor guía (que supervisa la práctica y tiene a su cargo materias en una escuela regular) y un profesor de educación universitaria (con rol de tutor).

Solo después de varios años de estudio y numerosas horas de experiencia práctica en el aula, es posible convertirse en maestro calificado y preparado para estar a cargo de una clase sin supervisión.

2- La confianza

Una vez que los maestros finlandeses han sido contratados y están en las aulas, tienen gran responsabilidad. Con un capital humano de tan alta calidad, la gestión escolar se puede realizar de manera diferente. El país no cuenta con inspectores o supervisores de aula. En su lugar, los directores actúan como líderes pedagógicos y, en vez de controlar a los maestros, confían en ellos como profesionales con autonomía y responsables del proceso de enseñanza/aprendizaje.
Si bien los maestros finlandeses deben seguir el plan de estudios nacional (que se centra en el estudiante y proporciona el marco general y los objetivos de aprendizaje), tienen autonomía para implementarlo. Los alumnos de Finlandia estudian materias con cursos estructurados, pero los maestros además coordinan proyectos para que un mismo tema se aborde a través de diferentes disciplinas. Los estudiantes no tienen que hacer muchas tareas en casa y pasan menos tiempo en la escuela en comparación con sus pares de otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, el tiempo se usa de manera eficiente, con recesos (recreos)regulares después de 45 o 90 minutos de clases y durante los cuales los estudiantes generalmente salen del aula.

Con excelentes maestros y una inmensa confianza en ellos, todo niño (incluidos aquéllos con algún tipo de discapacidad o necesidad educativas diferentes) puede recibir educación de calidad en una escuela cercana a su casa, en todo el país. Aunque los padres pueden elegir libremente una escuela para sus hijos, la mayoría prefiere los establecimientos más cercanos a sus lugares de residencia. Los maestros son respetados y la autonomía de la que gozan va acompañada de una gran responsabilidad. Ellos, y la sociedad, saben que el futuro de los niños está en sus manos.

¿Este grado de autonomía es factible o deseable en todos los contextos? No. Es eficiente y conduce a altos niveles de aprendizaje cuando se cumplen ciertas condiciones: cuando la selección de maestros es meritocrática y exigente (y la política no juega ningún papel en la selección de maestros o su asignación a determinadas escuelas); cuando el sistema requiere mucha práctica y dedicación para lograr ser maestro (y la educación es una profesión atractiva para estudiantes con alto potencial), y cuando el avance en la carrera está en función de los logros y el desarrollo profesional (y no sólo de la antigüedad laboral).

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