A woman places a flower bouquet next to statue of the comic strip character Mafalda created by Argentine cartoonist Joaquin Salvador Lavado, who was better known as Quino, in Buenos Aires, Argentina, Wednesday, Sept. 30, 2020. Lavado passed away on Wednesday, according to his editor Daniel Divinsky who announced it on social media. He was 88. (AP Photo/Victor R. Caivano)
Cada vez que Raquel, la madre de Mafalda, preparaba sopa, comenzaban las críticas y refunfuños en el “comedor de la casa”. Mafalda era la única de la familia que no comía este alimento; hasta su hermano menor, Guille, lo disfrutaba, lo que la llenaba de enojo.
Pero, muy por encima del gran odio que esta contestataria e irónica niña sentía por este caldo, estaba su amor, y casi adicción, por los panqueques, receta estadounidense, dulce o salada, que se come, preferiblemente, durante el desayuno.
Es decir, Mafalda detestaba la sopa y “moría” por un cremoso panqueque. Tanto así, que cuando su madre le elaboraba su postre favorito se atrevía a probar algunos sorbos del alimento que más aborrecía, a manera de complacerla.
La razón de su debilidad por los panqueques es poco conocida, contrario a las tantas reflexiones que hizo sobre la sopa. Tal vez este sea el motivo por el cual muchas personas de las décadas de los sesenta y setenta crecieron afirmando que no le gusta comer sopa, sin probarla alguna vez en su vida.
¡Otra vez…sopa! Entre estos reclamos se paseaban de viñetas a viñetas ambos personajes. “¿Sopa, verdad? de la frontera ideológica para allá, por favor”, le decía a su madre la curiosa, traviesa e inteligente niña, que gracias a su creador, Joaquín Salvador Lavado (Quino) fallecido el pasado miércoles 30 de septiembre, brincó desde su libreta de dibujos y trazos a carboncillos, producto de su genialidad, para convertirse en un verdadero fenómeno mundial.
La última tira oficial apareció el 25 de junio de 1973 y, desde entonces, fueron solo exitosas reproducciones.
Ahora surgen varias preguntas: tras la muerte de Quino, ¿sobrevivirá Mafalda? ¿Continuarán las críticas sociales cada vez que este icónico personaje vea un plato de sopa?…
“¿A quién se le ocurre sopa en verano?”, preguntó una vez a su progenitora. Esta, haciendo también uso inteligente, del sarcasmo, contestó: “Verdad que soy original”.
En otra ocasión, comentó la hija a su madre: “Le parecerá triste Raquel, pero en momentos como este “mamá” es tan solo un seudónimo”, mientras, miraba un plato de sopa humeante sobre la mesa.
Esta niñita de espíritu rebelde pertenecía a la clase media de la Argentina de los sesenta. Su madre, la típica ama de casa que hacía a diario todas las labores domésticas: cocinar, lavar, limpiar… también su personaje iba en consonancia con la generación de mujeres de su época, pues no sabía conducir carros. Su padre -Joaquín- era un vendedor de seguros, que proporcionaba a su esposa y dos hijos un nivel de vida aceptable.
El modo de vida acomodado que la niña Mafalda disfrutaba no la convirtió en un ente indiferente, al contrario, frente al contexto social de su país mostró una alta sensibilidad y compromiso social. De ahí que el odio a la sopa fuera solo un llamado de atención, una metáfora… para ella, representaba la opresión.
Prefería disfrutar de algo dulce, como el sabor de su postre favorito, a “recetas saladas”.
“Bueno, por eso Mafalda odia la sopa: porque es un producto de la guerra, de la injusticia y la inmundicia humana, de la necesidad, del hambre, de la enfermedad (cuando uno se enferma lo que come es pura sopa) y también de la tristeza”, dijo en una entrevista su creador Quino.
¡No queremos sopa!…. Y… llegó el día en que su madre también decidió no comer sopa. En una muy comentada viñeta pidió a los “seguidores” de Mafalda: “Digamos todos juntos ¡no! ¡No queremos sopa!…
“Sí, sí, la sopa es una metáfora sobre el militarismo y la imposición política”, explicó Quino. Este y muchos otros temas sociales le sirvieron a este genial caricaturista de inspiración para crear cientos de viñetas con el propósito de divertir y, a la vez, provocar reflexiones.