Magisterio y pobreza

Magisterio y pobreza

Gran parte del personal docente de los centros educativos públicos del país subsiste en condiciones de pobreza; sus salarios no resuelven sus necesidades básicas. El salario base del maestro/a se encuentra entre RD$6,000.00- 7,000.00 por tanda, que puede aumentar un poco más según incentivos y tiempo.

Tenemos maestros y maestras que viven en un contexto de mucha precariedad. Muchos/as profesores/as residen en viviendas con pisos de tierra o cemento, paredes de madera y techos de zinc en comunidades rurales y urbanas.

La precariedad de las viviendas de muchos/as maestros/as se visibiliza cuando pasan tormentas como Noel. Muchos/as directores/as de centros y profesores/as estuvieron damnificados/as y refugiados/as en los mismos centros donde trabajaban o en otros. Una maestra de una comunidad de San José de Ocoa me contaba entre sollozos que ella se dio cuenta de que tenía que salir de la casa con sus hijos/as porque su “letrina se había explotado y se había volado el zinc de la casa”.

Muchos/as maestros/as de comunidades rurales tienen que trasladarse desde sus comunidades a otras que le quedan a dos y tres horas a impartir docencia a las 8:00 a.m. saliendo de sus casas a las 5:00 y 6:00 a.m. para tratar de llegar a tiempo pidiendo “bolas” . La muestra de las dificultades de transporte que tienen se expresa en aquellos/as con dos tandas en un mismo centro que no pueden pagar diariamente el traslado a su casa a comer. Otros/as maestros/as tienen que quedarse a dormir en comunidades rurales muy apartadas toda la semana y regresar a su casa los viernes, como es el caso de un maestro en una escuela de Bánica, cuyo acceso supone trasladarse seis horas en burro.

¿Qué efectos tienen estas condiciones socio-económicas de la clase magisterial en la calidad de la docencia?

Los problemas de la calidad de la educación en nuestro sistema educativo son graves y esto se muestra en los informes de la región. Estos problemas tienen múltiples causas que no se reducen a las condiciones socio-económicas de maestros/as, pero estas no dejan de ser un factor (entre otros) que afecta la oferta educativa que ellos/as pueden proporcionar.

Si un/a maestro/a no tiene recursos para cubrir sus necesidades básicas y la de su familia menos aún para comprarse libros y revistas, para tener computadoras y/o acceso a Internet, así mantenerse actualizado/a y mejorar su oferta educativa.

Otro aspecto a tomar en cuenta son las condiciones subjetivas de los/as docentes. Viviendo en la vulnerabilidad al igual que sus estudiantes reproducen este círculo de pobreza y por tanto no tienen suficientes motivaciones para desarrollar un proceso educativo dinámico y de calidad. Su trabajo está dirigido a la sobrevivencia.

Los/as estudiantes a su vez descartan la carrera magisterial como opción profesional porque no ofrece movilidad social ni mejora de la calidad de vida, sus maestros/as así lo muestran. Los/as profesores/as viven peor que cualquier persona que no es profesional en su comunidad, o que recibe remesas de Estados Unidos o España.

Definitivamente el magisterio necesita ser dignificado como área profesional prioritaria y trascendental en términos del desarrollo humano en el país.

La educación de nuestras próximas generaciones debe estar en manos de personas que tengan mejores condiciones de vida, y que puedan educar con esmero, motivación y abiertos/as a los cambios que demandan los procesos sociales. No podemos seguir con escuelas que reproducen el ciclo de la pobreza desde todos sus actores y que mantienen a los/as mismos/as en casi la indigencia.

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