Magnífico inicio temporada sinfónica 2024

Magnífico inicio temporada sinfónica 2024

El maestro Molina con gran precisión armonizó las diferentes partes orquestales.

El maestro José Antonio Molina, dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional, que dio inicio al recital con las notas gloriosas del Himno Nacional en el Teatro Nacional.

La Orquesta Sinfónica Nacional, dio inicio a la Temporada Sinfónica 2024, en el Teatro Nacional, con un concierto que tenía un particular atractivo, la música de dos grandes compositores de principios del siglo XX, el norteamericano George Gershwin y el francés Maurice Ravel, además de la presentación de la pianista Zhenni Li.

El maestro José Antonio Molina, levanta la batuta, el numeroso público se pone de pie, se escuchan las notas gloriosas de nuestro Himno Nacional, dando inicio a la gran noche musical.

Con una evocadora introducción inicia el “Cuadro Sinfónico de la Opera Porgy and Bess” de Gershwin, obra maestra del Jazz sinfónico, en la que expone los problemas de las minorías, un reflejo de la lucha racial. El “Cuadro Sinfónico” recoge la esencia de la obra, escuchamos famosos temas como “Summertime”, “It ain’ t necessarily so”.

La orquesta transmite los sonidos mágicos del Jazz, debidamente pautados por el director, se producen los primeros aplausos.

La pianista Zhenni Li, hace su entrada; el fagot las trompas clarinetes y violas con el palpitante ritmo de Charleston, inician el primer movimiento -Allegro- del concierto en Fa para piano y orquesta de Gershwin, reflejo del espíritu entusiasta de la juventud de aquella época en Estados Unidos.

El piano introduce dos temas, la pianista impacta. La trompeta solista y clarinetes, introducen el segundo movimiento -Andante-, la atmósfera se torna poética, precede a la cadencia del piano que conduce a una gran melodía, es el blue americano, luego cambia, piano y flauta conducen a un retorno nostálgico.

El tercer movimiento -Allegro Agitato- es un banquete de ritmos, que se mantiene hasta el final. Zhinni Licon una digitación diáfana con toques fascinantes, consigue emocionar al público. Solista y orquesta logran total compenetración, siguiendo las directrices de Molina.

Luego del intermedio, el concierto continúa con la bellísima pieza “Rhapsody In Blue”, una de las obras más conocidas de Gershwin, compuesta de diferentes partes temáticas con dos secciones, una lenta y melancólica, otra dinámica, la unión de ambas alcanza gran belleza sonora.

El “Blue” género musicalmelancólico, emparentado con el Jazz, el Soul y el Gospel, con “Rhapsody in Blue” una especie de poema musical, alcanza la cima, permitiendo además el lucimiento del piano solista.

Zhinni Li, consigue un momento estelar con su infalible técnica y musicalidad, y su gran potencial histriónico, pareciera que el teclado es para ella, además, un espacio idóneo para la expresión corporal, definitivamente toca con todo su cuerpo, con toda su alma.

Molina con gran precisión armoniza las diferentes partes orquestales, permitiendo el sonido diáfano del piano.

Por varios minutos el público aplaudió emocionado, lo que llevaría a la pianista a un “encore” o “bis”, o en buen dominicano a una “ñapa”, que nos dejó a todos sorprendidos, se trataba de la composición de Gershwin, “The man I Love” -El hombre que amo- para piano, tocado solo con la mano izquierda.

Pocas veces tenemos la oportunidad de ver esta osadía, todo un reto para su intérprete, Zhenni Li, espléndida, logra los matices, las melodías y el acompañamiento.

Su cuerpo inclinado sobre su brazo izquierdo, sus constantes movimientos y las expresiones elocuentes de su rostro, no era un impedimento para que brotara la música, en su máxima expresión, marcando un momento inolvidable, evidenciado por la respuesta del público.

El concierto cerró con el “Bolero” de Maurice Ravel. Muchas veces hemos escuchado esta famosa obra interpretada por la Orquesta Sinfónica, y al igual que el crescendo propio de la obra, en cada interpretación la Orquesta se crece, alcanzando con esta interpretación, la cúspide, en la que deberá permanecer.

La España multicolor inspiró a Ravel, para este arrebatador “Bolero” de ritmo sostenido, en el que destacan cada uno de los instrumentos, unidos en colores y matices. Inicia con el pianíssimo de los tambores, la flauta trae el tema melódico central, el clarinete repite, se expresa en otros instrumentos con diferentes tesituras. Se suman otros con sus timbres característicos.

Poco a poco crece la marea, los ritmos frenéticos de la batería suben la tensión, y tras un desenfreno sensacional sobreviene el fin, dejando al público envuelto en un mágico encanto. El maestro Molina, inicia la dirección con suaves movimientos, tomando intensidad acorde con el ritmo “in crescendo” de la obra, logrando la perfecta armonía entre las distintas familias orquestales.

La reacción del público fue todo un frenesí, y en un impulso espontáneo, puesto de pie, ovacionó con pasión largamente, a los músicos a su director.

Sin duda la Sinfónica Nacional, ha alcanzado un nivel superior, bajo la eficiente dirección de José Antonio Molina. Felicitaciones. A la espera del segundo concierto de la temporada.

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