Mal de siempre

<p>Mal de siempre</p>

El puente Mauricio Báez, sobre el río Higuamo, costaría 60 millones de pesos cuando fue concebido en principio.

La construcción de esta estructura comenzó amparada en ese presupuesto y esos costos iniciales.

Sin embargo, la obra estuvo paralizada varios años y cuando fue reajustado el presupuesto y reanudada para terminarla, ya los costos ascendían a 1,338 millones de pesos.

No es la primera vez que la paralización injustificable de una obra hace subir sus costos, y las razones son fáciles de comprender.

El costo de la restauración del puente Juan Pablo Duarte, por ejemplo, se sextuplicó después de una paralización de varios años.

Lo mismo pasó con la Autopista Las Américas, particularmente el tramo entre Los Tres Ojos y el puente Juan Carlos.

– II –

La mayoría de los gobiernos que ha tenido el país han mostrado una actitud indolente en lo que concierne a los dineros del Estado.

Fácilmente se abandona cualquier obra, por importante y costosa que sea, por el solo hecho de que fue concebida e iniciada por un Gobierno anterior.

Esto trae como consecuencia pérdidas económicas muy serias en perjuicio de la economía del país.

Si las obras quedan permanentemente paralizadas, se perdió todo lo invertido para iniciarla.

Si las obras son paralizadas temporalmente, a la hora de reanudarlas sus costos se han multiplicado.

Esas son las consecuencias que arrastran países como el nuestro, en los que se trata con desdén el recurso siempre útil de la planificación.

La otra cara de la moneda es que siendo, como somos, expertos en descalificaciones, toda obra de autoridad anterior carece de importancia y justificación.

Un estudio permitió establecer que obras por miles de millones de pesos fueron abandonadas en este país, sin ninguna justificación.

Las pérdidas económicas ocasionadas por esta conducta son incalculables y los daños sociales por la misma causa han sido terribles.

A lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta.

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