Mal entendida libertad de prensa

Mal entendida libertad de prensa

El inmenso don Rafael Herrera, cuyos zapatos ha dado tanta brega llenar, una vez ejerció su derecho como editor y decidió no publicar un artículo mío en el Listín Diario, del cual era articulista. Extrañado, quise averiguar por qué. Quitándose de sus labios un ensalivado cabo de puro apagado, como para dar énfasis a su respuesta, me dijo: “porque todos los ejemplos que pones son de presidentes asesinados, Lilís, Mon y Trujillo. ¿Quieres que crean que quieres que maten a Balaguer?”.

Mientras trabajaba en El Caribe, su director don Germán Ornes resaltaba siempre que la responsabilidad de un editor incluía determinar cuándo ejercer el criterio para no publicar cualquier cosa, fuera por motivos legales, estéticos o simplemente de legítima o prejuiciada preferencia o calibración noticiosa.

A esta potestad o facultad de los editores de toda la mejor prensa del mundo, alguna gente muy creída de su propio valor opone la equivocada noción de que ejercer el criterio equivale a censura, en el sentido peyorativo de impedir la publicación de ideas ajenas. Y no es así.

Ningún director o editor de diarios está obligado a dar cabida a opiniones ajenas bajo guisa de algún mal entendido derecho del autor de una columna o un artículo. En los raros casos en que algún buen periodista que sea director decida no publicar algo o algún autor se sienta censurado, siempre habrá oportunidad de publicar en algún otro medio con distinta valoración ética o diferente sentido de responsabilidad editorial.

Lo más extraño es pasarse años, o décadas, siendo acogido hospitalariamente en las páginas de algún diario y que de buenas a primeras, sencillamente porque el director o editor ejerció su criterio periodístico no publicando alguna columna, su autor se destape dizque ofendido con malacrianzas indignas de quien se precia de ser un trabajador intelectual productivo.

La sindéresis, que tantas veces invoco, y que no es más que la discreción o capacidad natural para juzgar rectamente, muchas veces persigue a ciertos articulistas muy pagados de sí mismos. Pero ellos son más rápidos. No se dejan alcanzar…

Pocos directores de diarios mantienen unas páginas de opinión tan plurales, abiertas, acogedoras y con buen contenido, como don Bienvenido Álvarez Vega en este diario Hoy. Ahora que se pretende hacer verano con una sola golondrina, quizás sea pertinente –pese a su reconocida aversión al elogio- reiterar mi admiración por este excelente periodista.

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