Mal negocio de notable poder

Mal  negocio de notable poder

El narcotráfico y el lavado de activos muestran niveles excepcionales y complejos en República Dominicana, impactando en estos días de manera particular por una recia ofensiva simultánea contra una banda que habría manejado una red de conexiones con discotecas y otras vías de negocios como apéndices del crimen organizado. El uso del territorio dominicano como puente hacia grandes consumos en Europa y Estados Unidos, y como destino para un socialmente dañino suministro local, estremece sin sorprender demasiado y obliga a reflexionar sobre las vulnerabilidades aprovechadas por asociaciones delictivas que aparecen crecientemente detrás de ámbitos económicos de ocultos orígenes y padrinazgos.

Triunfan carreras delictivas mayores y ramificadas a pesar del rigor de una nueva ley contra la circulación de valores ilegales y de los mecanismos especializados en combatir las drogas que deberían cerrar el paso con aceptable efectividad al ingreso, reexportación y consumos locales. La fascinación que con su dinero operan cárteles y núcleos de producción y tráfico de sustancias prohibidas ha servido siempre para agenciar complicidades y testaferros e infiltrar organismos de persecución que solo asestan severos golpes a las narco-mafias cuando la DEA de EU lleva la batuta. Sobre evidencias de una debilidad nacional deben actuar con rapidez las altas instancias gubernamentales .

 

Gran iniciativa  para ultramar

Las «ideas nuevas» pueden ser tan favorables al país como las «novedades sanguíneas» para la política y el poder que algunos reclaman. Véase el ejemplo de una innovadora iniciativa de la Federación de Bodegueros de los Estados Unidos nutrida de miles de comerciantes dominicanos instalados en sectores de algunas ciudades norteamericanas, triunfando con un «Know how» criollo, probablemente de raíces banilejas. El gremio anuncia la creación allá de un gran centro de acopio para abastecer con miles de toneladas de artículos nacionales a múltiples negocios afiliados que hacen posible los consumos étnicos actuando como puente entre los medios de producción dominicanos y la diáspora. Sea esto un estímulo para mejorar la calidad del suministro que se envía a un mercado tan abierto y competitivo como el que allí existe.

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