Malabarismo Económico-Financiero

Malabarismo Económico-Financiero

(Parte 1)
En un intento de analizar como el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) asumirá todos sus retos para el 2013, es oportuno plantearse cómo interactúan entre sí las variables que impactan de manera directa la economía Dominicana. Es común en los economistas utilizar la frase “Ceteris Paribus” (manteniendo las demás variables constante) para simplificar el análisis o más bien ver el efecto de una variable sobre otra de manera aislada, algo prácticamente imposible en estos momentos donde más bien deberíamos adoptar el concepto “Mutatis Mutandis” (alterando lo que se deba cambiar).

El desempeño futuro de la economía Dominicana en estos momentos depende “teóricamente” de la estabilidad de algunas variables que debido a su interacción y su compleja relación causa-efecto, que algunas veces envuelve el análisis en un círculo vicioso, exigen un análisis dinámico que incorpore las correlaciones (ya sea positiva o negativa) entre los diversos factores que mencionaremos a continuación. La fotografía muestra un poco la complejidad de controlar estas variables en conjunto, aunque yo diría que dada la situación que vivimos actualmente, habría que agregarle un toque de inestabilidad que complicaría considerablemente la tarea al malabarista (BCRD).

Sabemos que la consecuencia directa de la reforma fiscal es la presión  inflacionaria, ya que los productores transfieren los mayores costes de producción a los consumidores finales incrementando los precios de los productos, generando así un incremento en la inflación. Además, el Banco Central tiende a bajar las tasas de interés para incentivar el consumo y desincentivar el ahorro, buscando así dinamizar la economía, esto a su vez tiende a producir más inflación por el aumento de precios que causa la mayor demanda de bienes. Esta demanda de bienes sucede a lo interno y externo del país, generando así un flujo de dólares hacia el exterior que presiona el tipo de cambio al alza si no se compensa esa salida de divisas mediante inversión extranjera (lo cual el FMI estima bajará), remesas (han disminuido y continuarán a la baja principalmente por las crisis internacionales), financiamiento en el exterior (debería salir costoso por razones que veremos en el segundo artículo), exportaciones, entre otros. Pudiendo éste desequilibrio provocar lo que le llaman el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que básicamente significa que la demanda corriente de divisas ha superado la oferta.

Si el tipo de cambio sube, esto también tiene un impacto en la inflación ya que el gran volumen de importaciones a un dólar más caro, permite que los precios de los productos aumenten. Además de que penaliza los flujos destinados a la amortización de la creciente deuda pública en dólares.

Este hecho se puede tratar temporalmente utilizando las reservas del Banco Central, que es exactamente lo que el FMI no quiere (al contrario exige que aumenten). Por lo que el FMI recomienda aplicar una política monetaria «estricta» (aumentar las tasas de interés), comprimiendo el crédito, reduciendo las importaciones y disminuyendo la demanda de bienes y servicios.

Al parecer estas tres variables (FMI, inflación y tipo de cambio) son las de mayor importancia para la Autoridad Monetaria, ya que necesita el apoyo del fondo para un futuro acuerdo y de paso poder colocar su deuda a una prima de riesgo más reducida; al igual que mantenerse al margen con el cumplimiento de su meta de inflación y, por último, que no se le escape de las manos la estabilidad cambiaria ya que sabemos las graves repercusiones que esto conllevaría.

Desde mi punto de vista, la inflación y el tipo de cambio no son las bolas que dejará caer el malabarista (aunque va a sufrir momentos de tensión para controlarlas), debido a que este todavía tiene un margen para rejugar con su meta de inflación y el aumento de los impuestos aunque también incentiva inflación, contrarrestaría ligeramente ese efecto la reducción de la demanda experimentada por la difícil situación económica.

Hasta el momento suponemos que el malabarista debería dejar caer una de las bolas (la tasa de interés) para poder continuar con el show, pero este sabe que esto podría generar inconformidades entre los espectadores, desincentivando la asistencia en sus futuros espectáculos (participación de los agentes en el sistema financiero).

En la próxima entrega veremos las implicaciones de una “caída” en una de las dos bolas restantes, o las dos como perfectamente podría ser, deuda pública con su respectivo refinanciamiento y las tasas de interés que considero la más interesante por su relevancia en todos los sectores de la economía.

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