Jacqueline Malagón dijo ayer que eliminar las pruebas nacionales sería un golpe mortal para la educación dominicana.
La exministra de Educación reaccionó de manera crítica ante la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), que argumenta que esas evaluaciones generan estrés innecesario en los estudiantes y no siempre reflejan su nivel de conocimiento.
La asesora del Ministerio de Educación (Minerd) respondió de manera contundente al hecho de que el presidente de la ADP, Eduardo Hidalgo, utilizara el término «retranca» para referirse a las pruebas nacionales.
Consideró inapropiado y desafortunado el uso de este término para describir un componente tan importante del sistema educativo dominicano.
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Enfatizó que las pruebas nacionales no deben ser percibidas como una estrategia engañosa o astuta, (como la RAE define retranca), sino como una instrumento esencial para evaluar el progreso educativo nacional.
«Las pruebas nacionales son una herramienta necesaria para medir el rendimiento académico a nivel nacional. Proporcionan datos valiosos que ayudan a identificar áreas de mejora en el sistema educativo y a diseñar políticas efectivas», explicó.
Afirmó que, aunque entiende las preocupaciones sobre el impacto emocional y pedagógico de las pruebas, estas también cumplen un papel determinante en la evaluación objetiva del sistema educativo.
Malagón considera que las Pruebas Nacionales son fundamentales porque son el único medio para evaluar si los estudiantes han aprendido lo necesario para avanzar en su educación.
Argumenta que estas pruebas son estandarizadas y ayudan a asegurar que todos los estudiantes sean evaluados de manera equitativa y objetiva en todo el país.
Sin embargo, reconoció que las pruebas actuales podrían beneficiarse de reformas para hacerlas menos estresantes y más alineadas con un enfoque educativo integral.
Sostuvo que cualquier cambio debe ser cuidadosamente planificado y debe considerar las opiniones de todos los actores educativos involucrados y de los expertos.
Se mostró en desacuerdo con que tengan un valor de 30 puntos y el 70 restante sea del haber académico. “Yo creo que las pruebas nacionales deberían tener un peso mayor. Si no le quieren dar 50 puntos, yo me conformaría con que le den 40 y que 60 sea la nota del año académico del joven”.
Sugirió volver a implementar las clínicas de preparación los sábados, durante los últimos meses del año escolar y asegurar que las pruebas mantengan un rigor adecuado para reflejar los conocimientos adquiridos: “Pero también pido que no me hagan las pruebas más fáciles para que los muchachos la pasen. Esa no es la solución para llegar a la calidad educativa. Eso es engañarse uno mismo.”
Considera pertinente aumentar el número de supervisores de las pruebas nacionales, para evitar que los estudiantes cometan fraude.
Aunque inicialmente fue escéptica respecto a las pruebas diagnósticas, reconoce que tienen valor en la identificación de las debilidades de los estudiantes. Sin embargo, critica que actualmente los resultados de estas pruebas no siempre se utilizan efectivamente para mejorar el aprendizaje, lo cual considera un problema.
Defiende la continuidad de las pruebas nacionales como parte integral del sistema educativo dominicano a largo plazo, basada en su efectividad histórica y en el respaldo de la comunidad educativa ya que han sido parte de la política educativa del país durante 32 años y han demostrado su valor.
Recomendaciones a la ADP
Enfatiza la necesidad de despolitizar la ADP, asegurando que ningún partido político influya en las elecciones internas ni en las decisiones de la asociación. Esto garantizaría que la ADP se centre exclusivamente en representar y beneficiar a sus miembros: “con una representación de calidad”.
Propone la creación de un instituto o programa continuo de formación para maestros, diseñado para actualizar sus habilidades regularmente. Sugiere que figuras prominentes como ella y Alejandrina Germán, junto con otros expertos, impartan charlas específicas a los maestros sobre métodos pedagógicos efectivos.
Finalmente, destaca la importancia de ajustar el pensum educativo en respuesta a los resultados de las pruebas nacionales. Ella sugiere que el currículo se adapte para abordar las áreas débiles identificadas, asegurando que los maestros reciban la preparación adecuada para enseñar estos temas de manera comprensiva y efectiva.