Malagradecidos y envidiosos

Malagradecidos y envidiosos

La verdad verdadera es que somos un país muy especial, como siempre se ha dicho, por ejemplo, los héroes nacionales son olvidados y sus gestas echadas al zafacón, mientras, otorgamos todos los honores a los asesinos, ladrones y traidores a la Patria.

Con frecuencia sale uno u otro escrito y hasta libros, donde se tergiversa la verdad y se difama a personajes de la talla del general Ulises Heureaux Level, ¿usted sabe lo que es decir que Lilís era asesino y ladrón?

¿Y qué decir del  generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina, un genocida que de un plumazo ordenó el asesinato de miles de haitianos?

¿Y cuántos dominicanos asesinó, robó y abusó?

Trujillo amamantó el cuerpo armado que le dejaron los americanos, lo convirtió en una milicia disciplinada y la usó como ejército de ocupación de su propio país. 

¿Usted sabe lo que es criticar a Trujillo, un hombre que convirtió el país en una cárcel? Es que somos malagradecidos y envidiosos de las glorias ajenas.

El  gobernador provincial, medio  cegato él,  se bajó a recoger una brillante y redonda moneda de diez centavos, al tacto se dio cuenta de que se trataba de un escupitajo, el grito retumbó del horno de cal a la punta de El Curro, de Blanquizales a la playa: ¡prohibido, carajo, prohibido escupir redondo!

Somos malagradecidos y envidiosos de las glorias ajenas, ¿usted sabe lo que es hacerle eso al gobernador?

¿Usted sabe lo que es criticar a Trujillo un hombre tan bueno que actuaba con las muchachas bonitas como un gavilán pollero y se cogía la tierra mediante el uso de la fuerza?

Ese ser malagradecido y envidioso camina sobre el lomo de la República, se riega desde la cordillera Central hacia las costas del Caribe y del Atlántico y llega de la punta este hasta la frontera, trasciende el tiempo y llega a la actualidad.

Por qué en ocasiones permitimos que el miedo a lo desconocido, cabalgando en la duda y la conseja echada a correr mediante uno y otro rumor, nos ciegue y nos aterre sin que rompamos el muro del silencio, la complicidad, la amenaza.

¿Por qué  callar y no protestar ante tanto desafuero?

Las malas costumbres de gobernantes del pasado son repetidas por estos títeres practicantes del sofisma, colgados de la brocha de sus mentiras luego de pintar la pared de la ignominia.

Nos ocultan la historia para que no sepamos que  se trata de malas segundas o terceras copias desvaídas, que repiten viejas malas prácticas, que ni siquiera son originales en el campo de la corrupción, la francachela y el desprecio a los intereses populares.

Así es la gente de este mal gobierno corrupto y sinvergüenza. 

Tenemos que sacarlos del poder.

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