“La tierra es de quien la siembra, por eso esta tierra es mía» es esta una de las frases más conocida de Florinda Soriano, mejor conocida por todos como Mamá Tingó, esta mujer que con agallas defendió los derechos de los campesinos a favor de sus tierras y la cual ha distinguido con su nombre una de las estaciones del Metro de Santo Domingo.
Un día como hoy, pero del año 1921, nació Mamá Tingó, en el sector de Villa Mella y murió el 1 de noviembre de 1974 en Yamasá, a la edad de 52 años. Se casó a los 30 años de edad, con el agricultor Felipe con quien procreó siete hijos, luego de casarse dedicó sus años a trabajar la tierra y defender los derechos trabajadores del campo.
¿Quién no ha escuchado hablar de Mamá Tingó? Mujer trabajadora de la tierra, durante épocas que luchó contra el saqueo de los terratenientes y políticos que con sus avaricias frustraron el sueño de ver sus siembras cosechar. Consiguió que más de 300 familias obtuvieran sus tierras y fue honrada por el cabildo de Monte Plata con una estatua a nombre de su obra como activista y luchadora por los derechos de los agricultores.
Cuenta la historia que su muerte se produjo por el terrateniente Pablo Díaz Hernández, quién cercó con alambres de púas más de 8,000 tareas de tierras y con tractores arrancó la cosecha de los campesinos. El 1 de noviembre de 1974, los campesinos de Hato Viejo se presentaron ante el Tribunal de Monte Plata donde se conocía el caso, pero el terrateniente Pablo Díaz no asistió a la audiencia.
Al regreso de Mamá Tingó a su finca se encontró con la información de que el capataz Ernesto Díaz (Durín), empleado del terrateniente había soltado a los cerdos de la defensora. Ella fue a amarrarlos, pero el capataz permanecía escondido en el lugar y le disparó con una escopeta, esta intentó defenderse con un machete, pero tras dos disparos, uno en la cabeza y otro en el pecho la dejó sin vida.
Su lucha en defensa de los campesinos convirtió a Mamá Tingó en un símbolo de la fortaleza y lucha de la mujer rural, la mujer que busca la igualdad y que está dispuesta a entregarlo todo (incluso su vida), por defender su hábitat y su sustento: la tierra.
Kofi Annan, séptimo secretario general de las Naciones Unidas (1997 y 2006), en una de sus frases citó: «Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Promuévanlos. Entiéndanlos e insistan en ellos. Nútranlos y enriquézcanlos. . . Son lo mejor de nosotros. Denles vida».
Valorar y llevar en nuestra memoria el esfuerzo de seres humanos que han dado todo por una sociedad mejor, debería ser una responsabilidad que asumamos con vehemencia.