Mamarracho y pasarela

Mamarracho y pasarela

Todos los periódicos del mundo publican crónicas de los principales “fashion-shows” internacionales. Por lo general, estas reseñas aparecen en las secciones de espectáculos. En algunos casos las fotos y comentarios van a parar a las páginas destinadas a actos sociales. A presentaciones de colecciones de modas de vestir suelen asistir celebridades del cine, aristócratas, políticos, hombres de negocios, escritores, artistas. Obtienen así una publicidad añadida que les mantiene “en el candelero”. Los periódicos usan sus rostros conocidos como “atractivos de venta” y muestra evidente de estar “up-today”. En las “pasarelas” de modas la extravagancia aflora de dos maneras: pretensión de originalidad y “atrevimiento” ideológico, en primer lugar; y forma infalible de “llamar la atención”.

He visto la fotografía de una mujer con el maquillaje cianótico propio de películas de vampiros de hace 50 años; pero los ojos y pestañas semejaban los de una persona que “amanece en claro” con la frecuencia de las prostitutas. Llevaba una enorme peluca color lila, un traje azul y medias amarillas con manchas de leopardo. Mamarracho es una palabra que procede del árabe andalusí; el vocablo arrastra juntamente las nociones de payasada y de ridiculez. Además, daba la impresión de que el diseñador de la “colección” quería subrayar su rompimiento con “lo establecido” y su identificación sin reservas con todas las actitudes bohemias.

Las pasarelas, como su nombre bien indica, son lugares por donde “se pasa” exhibiendo algo: prendas interiores, abrigos, pijamas o la ropa de calle que llaman “casual”. Las modelos entrecruzan sus pies en cada paso para acentuar el “contoneo”, esto es, los movimientos afectados de hombros y caderas. Afectación, desparpajo y ridiculez, han llegado a ser notas constitutivas de la cultura de nuestro tiempo. Pero esto no atañe únicamente a artistas “pop” y diseñadores de ropa.

Los políticos también caminan por pasarelas y se contonean como modelos “de calendario”, adoptan poses o hacen con las manos “gestos populares” preestablecidos. Las artes han sido “tom adas” por la “instalación” y la “performance”. Todo es escénico, falso o cuasi cómico. Los políticos no usan los zapatos “de plataforma” de las modelos, ni los tacones de aguja que las hacen tambalear. Pero lamentablemente, atraviesan las “pasarelas” balanceándose sobre elevadísimos “coturnos” teatrales.

 

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