¿Mamitis o papitis?

¿Mamitis o papitis?

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
klinger_psicología@yahoo.es

Los niños muestran respuestas similares a su medio social: establecen poco a poco una relación de apego con sus principales cuidadores.

Los expertos asumen que una sola relación fundamental – por lo común con la madre –  es ideal para el desarrollo infantil. La relación es muy sensitiva y se caracteriza por juegos y dialectos interactivos. La relación única con un adulto muchas veces es reemplazada por los que cuidan del niño: abuelas, tías, padre, hermanos, nanas y vecinos.

La calidad de esta relación entre los seis y los dieciocho meses fundamenta la mayoría de los aspectos del desarrollo infantil. Los lactantes y pre-escolares bien apegados hacen las cosas simples, como explorar una sala de juegos, mejor que los que no lo están. Maniobran por los muebles, se las ingenian para encontrar juguetes interesantes y se colocan de la mejor y más confortable manera para jugar con mayor facilidad que los niños con problemas de apego. Una relación cálida y fuerte, con gran interacción verbal, lleva a niveles de competencia cognoscitiva superiores y a mejores habilidades sociales. El apego del niño/a, así, crea las bases para el desarrollo futuro.

¿Significa esto que la madre (el padre, o el responsable de su cuidado) debe responder a la mínima cosa que el bebé hace? Por supuesto que no.

El sistema de comunicación afectiva entre madre o padre e hijo va a depender de la forma en que logran la reciprocidad, es decir, ese intercambio entre niño y adulto en el que cada uno responde e influye en los ritmos y movimientos del otro, o mejor dicho, donde exista una interacción sincrónica. Esta rara sincronía de los primeros meses predice una relación segura al año, así como modelos de comunicación más perfeccionados. La reciprocidad y la señalización tempranas fundan los patrones de una interacción prolongada. Cuando la atención es irregular, el niño/a no adquiere esa confianza y puede volverse más obstinado, o responder menos.

A menudo se preguntan si se frustra el desarrollo del apego si la atención de su hijo/a se reparte entre varios cuidadores y parientes. Si lo que importa es la cantidad, los que pasan menos tiempo con sus padres sufrirían  o así parecería . Sin embargo, las investigaciones muestran que no hay efectos adversos, sino que, por el contrario, esos niños desarrollan numerosos apegos; los niños/a se apegan, además de a su madre, al padre, a los hermanos y los compañeros y profesoras.

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