Mañana, que no vengan de llorones

Mañana, que no vengan de llorones

Kalil Michel es, según me han dicho, un hombre de confianza de Miguel Vargas Maldonado, pero antes fue un favorito del régimen que disfrutó de jugosas contratas del Ministerio de Obras Públicas, que, según informes, le gestionó la esposa del Presidente Leonel Fernández.

Me dicen que fue subsecretario de Obras Públicas y construyó, entre otras edificaciones importantes, la sede de la Suprema Corte de Justicia y el edificio violatorio de todas las leyes y regulaciones, ubicado frente al lado oeste del Palacio Nacional.

Recuerdo haber leído que el entonces Secretario de Obras Públicas cambió la cerradura de la puerta del despacho que ocupaba Michel, acción que fue copiada por un cónsul sustituido en Boston, quien no dejaba entrar al recién designado sustituto.

Dicen que Michel se cambió para el miguelato cuando entendió que su buena estrella morada había perdido el brillo y declinaba.

Entonces se le vio defender la causa de Miguel Vargas Maldonado.

Esta semana Kalil Michel practicó una voltereta política y recibió un gran despliegue en la prensa de ejercicio ligero y complaciente.

Para citar un solo caso que puede ser medido entre el respaldo de Kalil a Danilo Medina y el respaldo de Amable Aristy Castro a Hipólito Mejía.

Sin que importe el despliegue recibido por el reingreso de Kalil al redil del Partido de la Liberación Dominicana, lo más relevante del acto fueron algunas de las palabras pronunciadas por dicho señor.

En el tramo final de esta campaña electoral ocurrirá lo que decía el Presidente Ulises (Lilís) Heureaux ante comentarios a favor y en contra sobre personajes de la historia nacional: no me remeneen el altar, porque se me caen los santos.

Estamos justo en el momento de las definiciones.

Algunos citan a Pizarro trazando la raya, con su espada reluciente, para que la cruzaran quienes lo acompañarían en la conquista de Perú, otros dicen que es la hora de grandes decisiones como la adoptada por el antiguo escribano aposentado en Azua, Hernán Cortés, quien decidió quemar las naves para que los conquistadores de México no pudieran devolverse hacia España.

El regalo del potro a la Troya situada ha comenzado a dar sus frutos.

Con amigos y compañeros trabajando para el enemigo, lo que había que determinar meses atrás era si se trataba de una rabiaca de infantilidad tardía, estupidez o cortedad de visión: no dio lucha determinarlo: el hablador y el cojo no llegan lejos sin ser descubiertos.

Que luego de los denuestos de la mujer de Miguel contra Hipólito, Kalil diga que Vargas Maldonado votaría por Danilo Medina, a nadie le sorprende.

Me alegra saber que termina la fiesta y se quitan las caretas antes de tiempo.

Mañana que no vengan de llorones.

Publicaciones Relacionadas