Mañana el país conmemora 59 años de la segunda invasión de Estados Unidos a República Dominicana, ocurrida el 28 de abril de de 1965 y que provocó reacciones adversas y de rechazo, no solo en los sectores dominicanos, sino otras partes del mundo.
Una justificación de esa nación norteamericana para la infausta invasión, fue el supuesto de proteger vidas de estadounidenses y otros extranjeros, pero pronto fue evidente que sus intenciones eran evitar que la nación ocupada pudiera convertirse en comunista, como sostenían funcionarios de Washington.
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La intervención polarizó mucho al país y pronto abrió paso al gobierno de Joaquín Balaguer, un presidente autoritario que fue en muchos aspectos una figura de retroceso a una época anterior y hasta cierto punto desacreditada.
Un ensayo publicado por el Archivo General de la Nación (AGN), en 2015, señala que dentro del mismo Estados Unidos la ocupación militar también produjo reacciones adversas, ya que sectores importantes mostraron enérgica oposición a la acción.
Tanto así, que los cinco diarios a la sazón más leídos en los círculos de la formulación de políticas de Washington como el New York Times, el New York Herald Tribune, el Washington Post, el Wall Street Journal y el Christian Science Monitor, publicaron informes muy críticos.
Líderes destacados, en su mayoría del propio partido del gobierno, el Demócrata, atacaron la política del entonces presidente Lyndon B. Johnson, lo mismo que el senador J. William Fulbright, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, quien presentó fuertes acusaciones.
La insurrección
La insurrección a la invasión fue encabezado por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y sus aliados de la izquierda revolucionaria, que con un grupo de militares que abogaban por el retorno de Bosch, asaltaron el Palacio Nacional e instalaron presidente provisional a Rafael Molina Ureña.