Manchas del Sol

Manchas del Sol

LUIS SCHEKER ORTÍZ
La isla artificial, artificiosa, fantástica, absurda, insólita en un país de arena, sol y playa de bellezas naturales impresionantes, y de pobreza extrema es alentada en las altas esferas oficiales por la falsa ilusión de que al Estado esa inversión no le costará ni un centavo. Nada. Igualito que con los Juegos Panamericanos (PANAM 2003), solo que muchos más grave. Con los Panamericanos se comenzó a decir que su montaje tendría un costo de RD$572 millones, cifra que fue elevándose en la medida que se avanzaba en la obra hasta sobrepasar los ocho mil millones de pesos. Diferencia apreciable y nunca justificada. Ni auditada. Pero se afirmaba que al Estado no le costaría nada, que por cada peso invertido en los juegos, percibiría cinco pesos de retorno. Un negocio fabuloso.

Luego los beneficios se reducirían a una hipótesis bárbara. Bastaría que un solo drogadicto fuera recuperado de su adicción para justificar la inversión en los Juegos. Ahí quedó la propuesta. No sabemos cuántos drogadictos, con una suma infinitamente inferior, hubieran sido rescatados por Hogares Crea, por ejemplo, pero sí sabemos que el Estado quedó seriamente endeudado en medio del peor descalabro económico que hemos padecido y que tardará mucho tiempo y sacrificio para poder recuperarnos.

Con la Isla del Tesoro o como se le llame el problema es mucho mayor. Ya no se trataría de instalaciones deportivas de lujo, inútiles o abandonadas, mal pasajero hecho a nombre de la irracionalidad e improvisación si tomamos en cuenta el desarrollo nacional del deporte, la educación física y la recreación, algo verdaderamente significativo para la salud de la nación dominicana, sin desmerecer la importancia de las costosas medallas obtenidas por nuestros atletas de alto rendimiento en torneos internacionales.

Se trata en el caso de la super isla de los insondables daños permanentes que sufrirá la ecología y el medio ambiente de acuerdo con el análisis y la opinión de expertos consultados por la Academia de Ciencias de la República Dominicana, aparte del despojo a la ciudad de Santo Domingo de su valor histórico y belleza patrimonial. Una vez iniciados estos trabajos, robándole espacio al mar y exponiéndolos a su furia devastadora, en reclamo de sus derechos, el daño será irreversible. Las experiencias vividas en otros países de cuantiosos recursos y elevado desarrollo no garantiza el éxito de la obra ni del rescate en caso de huracanes, ciclones o maremotos o simple abandono que tendría que asumir un Estado calificado como fallido o a punto de serlo por su demostrada incapacidad ancestral de socorrer a los damnificados, o de ofrecerle a la población los servicios básicos que la cotidianidad exige y saltar la etapa del subdesarrollo integral para alcanzar la estabilidad y la paz social que preconiza el discurso y que no alcanza el paradigma del desarrollo humano.

No conforme con la Isla de la Fantasía, o como se le llame a esa fabulosa invención de sus promotores que venden la tentadora idea, para su conveniencia, de que al país no le costará nada, el gobierno se embarca en suscribir y ejecutar un contrato para la explotación y la enajenación de la Playa de San Souci, sin siquiera someterlo al Congreso Nacional, violentando el espíritu y la letra del artículo 37, ordinales 13 y 19 y 110 de la Constitución de la República. Contrato leonino, de grado a grado, inaceptable e irresponsable, por las cláusulas eminentemente abusivas y lesivas al interés general que contiene conforme con lo publicado.

A esto se agrega la resurrección del Metro, descartado por el Consejo Económico Social e Institucional (CESI) luego de una concienzuda evaluación, oídas y analizadas las opiniones de expertos interesados, incluyendo al ingeniero. Diandino Peña, rescatado ahora luego de su postergación indefinida por una hábil estratagema montada para persuadir al Ejecutivo de sus bondades y de la viabilidad de su ejecución, mientras el país espera, desesperado, la solución que nunca llega del agravado problema de los apagones y del suministro energético, del combate contra el auge de la delincuencia barrial con motores Harvey Davidson y la política contra la corrupción e impunidad de los de cuello y corbata, plagada de contradicciones. Cosas menores, Sancho. Manchas oscuras que tiene el Sol.

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