Manejo de los sentimientos

Manejo de los sentimientos

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
klinger_psicología@yahoo.es

El sentido de la identidad personal y cultural que se forma entre los dos y los seis años está acompañado de fuertes  sentimientos que los niños deben aprender a integrar a sus propias estructuras de personalidad. No es tarea fácil encontrar una salida aceptable para padres e hijos a los sentimientos de miedo y ansiedad, aflicción y enojo, afecto y júbilo, sensualidad y curiosidad sexual. Los pequeños deben hallar muchas soluciones a este reto, y pasan por conflictos al hacerlo.

Ese estrés que causan el miedo y la ansiedad, es una de las mayores fuerzas que se debe aprender a enfrentar. Tanto niños como adultos experimentan con desagrado estas pautas de estrés psicológico y fisiológico. El miedo es una respuesta a un estímulo o situación particular, es un estado de activación, tensión o aprehensión causado por una circunstancia específica; en cambio, la ansiedad es un sentimiento de desasosiego, preocupación o miedo vago o de origen desconocido.

Aunque el miedo y la ansiedad son emociones que de manera natural tratamos de evitar o minimizar, son también sentimientos normales y provechosos para el desarrollo. En formas suaves, pueden ser un acicate para nuevas enseñanzas, y en niveles muy altos y crónicos de miedo y ansiedad son aplastantes e interrumpen el desarrollo normal.

Las personas aprendemos ciertas estrategias, llamadas mecanismos de defensa, en respuesta a los sentimientos más generalizados de ansiedad; estos mecanismos son formas indirectas de disimular o reducir la ansiedad; es una técnica empleada para oprimir las tensiones que producen ansiedad. La mayoría de los seres humanos hemos aprendido a emplearlos para esconder o disfrazar los sentimientos.

El alejamiento y la negación son los más comunes entre los pequeños; se necesita mayor madurez para manejar la formación reactiva. Algunos de estos mecanismos se aprende observando la conducta de padres o hermanos, pero la mayor parte se adquiere de manera directa, por la propia experiencia de qué defensas funcionan mejor para reducir la ansiedad.

Aprender a manejar las emociones no es lo mismo que no tenerlas nunca. Las personas llegamos a aceptar nuestros sentimientos de enojo como parte normal de nuestra persona, si bien sabemos controlar o cambiar la dirección de nuestras reacciones a ellos. Tal vez empleamos la ira como fuerza motivadora, como forma de superar los obstáculos o como medio para apoyarnos o apoyar a los demás. Que elijamos aceptar o rechazar los sentimientos negativos y la manera de expresar esa elección ha de tener consecuencias significativas en los años venideros.

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