Manejo y consecuencias de frustraciones

<STRONG>Manejo y consecuencias de frustraciones</STRONG>

La curva vital de cada ser humano está tejida de experiencias desagradables, que producen actitudes emocionales negativas como son: ira, frustraciones, enojos, desánimo, culpa, celos, resentimiento y odio.

Las frustraciones se originan como respuesta emocional ante la negativa, impedimento, o derrota en no lograr lo deseado, lo esperado, lo merecido o lo propio. Esa reacción puede durar horas, días, semanas, meses y hasta años.

La diferencia en el manejo o la complicación de una frustración la establece la madurez, las habilidades y destrezas alcanzado a través de los años en aprender a salir bien, cuando a otros les va mal. Es decir, la persona inmadura es incapaz de manejar de forma inteligente y adaptable sus propios estresores psicosociales.

Esas evidencias de grados de inmadurez se dan en diferentes áreas de la vida: afectiva, emocional, social, cognitivo y espiritual. Donde se pone en evidencia la falta de habilidad para resolver problemas cotidianos propios de la edad o de la etapa de socialización.

Esas frustraciones se dan en la niñez, en la adolescencia, en la adultez; de donde se va aprendiendo a perder, ganar, ceder, retirarse, empezar, cerrar procesos, pasar la página, abrir caminos, etc. Sin embargo, no todas las personas van acumulando experiencia y aprender a lidiar con sus frustraciones, y con las emociones y maltratos de las demás personas, del rechazo, el abandono, las traiciones, los desapegos, envidias y conflictos propios de la dinámica de los grupos y de la sociedad.

Existen personas que van dejando rostros de su inmadurez, de su falta de Inteligencia emocional, social y espiritual en aprender a responder de forma armónica, racional, crítica, reflexiva y adaptativa a cada proceso negativo, frustratorio, desesperanzador o de pérdida.

Esas frustraciones no bien manejadas, producen procesos de duelos no resueltos, que a las personas inmaduras las hace más vulnerables a padecer depresión, ansiedad, ataque de pánico, estrés psicosocial, ideas suicidas y suicidio consumado. Sencillamente, las frustraciones pueden convertirse en situaciones de resiliencia en una persona para madurar y crecer emocionalmente.

Mientras para otros puede ser factores de riesgos y de vulnerabilidad en su salud mental. Las personas inmaduras no saben qué hacer frente a las frustraciones, se toman confuso, impotentes, en estado de shock, paralizados, sin respuestas y sin soluciones. Otros(as) deciden buscar la ayuda, reunir a su comité central y político emocional para darle un nocaut a las frustraciones.

El manejo inteligente de las frustraciones, de las pérdidas y del desamor, se realiza a través de las actitudes emocionales positivas, que son los que ayudan a salir bien, cuando las cosas salen mal.

Después de la tempestad pocos barcos se verán en el puerto, se establecerá un antes y un después de la tempestad, cada cual sabrá de la fortaleza de su ancla, del coraje y la inteligencia que da saber qué tenemos en nuestra personalidad. Y, la madurez constituye una de las mejores anclas.

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