Manera de muerte

Manera de muerte

SERGIO SARITA VALDEZ
Alguien con agudo razonamiento reflexivo ha postulado que existen variedades en la forma en que se nace y sin embargo se describen las mil modalidades de abandonar el mundo de los vivos. De su parte, Joan Manuel Serrat asegura que «Sabe el hombre donde nace mas no donde va a morir». Desde el punto de vista judicial se mencionan dos grandes categorías en los fallecimientos de las personas.

Una de ellas es la denominada muerte natural, la cual comprende todos los decesos que son el resultado una o varias enfermedades en cuyo origen no ha intervenido de por sí la mano del hombre. La otra categoría corresponde a las muertes violentas. Dentro del ámbito de la violencia mortal tenemos los siguientes capítulos: homicidio, suicidio y accidente.

Como podrá notarse uno se plantea el cuestionamiento del modo jurídico de muerte una vez se ha establecido con solidez científica irrefutable la causa básica de la defunción. Esta última la hemos definido como la enfermedad, proceso mórbido o fenómeno traumático que dio inicio a una serie encadenada de trastornos fisiológicos que condujeron a un desenlace fatal irreversible. Con raras excepciones, durante el peritaje medicolegal y como principio metodológico, uno no debe formularse establecer el modo judicial sin haber previamente determinado, fuera de toda duda médica razonable, el detonante que apagó la vida.

Nótese la importancia de mantener un estricto orden metodológico durante la investigación medicolegal de un fallecimiento. Lo primero sería tratar de identificar a la víctima. Si no sabemos de quien se trata el muerto entonces se dificultará el recabar información, a través de familiares y relacionados, acerca del domicilio, trabajo, o las actividades que el o la occisa realizaba al momento de suceder el episodio fatal. De igual manera nos ayudará la identidad en aproximarnos a la última vez que testigos confiables vieron en vida al fenecido. Dicha información conjuntamente con las alteraciones post-mortem que presente el cadáver nos auxiliarán en las pesquisas sobre la fecha y hora de la muerte.

Tan pronto la autopsia nos arroje los resultados sobre los daños orgánicos responsables de la despiadada cascada que interrumpió de manera permanente el funcionamiento cerebral, es decir, sabida la causa básica de defunción, estaremos en condición de analizar y sacar conclusiones lógicas sobre las circunstancias que rodearon el acto fatal. La ausencia orgánica de daño traumático, químico tipo tóxico o veneno, así como de toxinas bacterianas producto del bioterrorismo, nos colocan ante una probable manera de muerte natural.

La presencia de trauma pre-mortem severo en un órgano noble como lo es el corazón, pulmones, riñones, hígado, vasos sanguíneos de gran calibre y cerebro en especial, alteración que la experiencia médica nos indique su incompatibilidad con la vida, asegura que el caso en cuestión se trata de un fallecimiento violento. Si se establece que el occiso recibió la lesión de mano de alguien intencionado en aniquilar a su victima, concluiremos la manera de muerte como homicidio.

Si la causa básica es de nuevo violenta, comprobándose que la victima se infligió el daño con el premeditado propósito de ponerle fin a su vida entonces clasificaremos el modo jurídico de muerte como suicidio. Si el percance aconteció sin que el fenecido ni nadie tuviera la intención de causarle daño, diremos con propiedad que la manera de muerte es accidental.

Hay ocasiones en que a pesar de una exhaustiva investigación todavía no se logran atar todos los cabos en un hecho fatal violento. Ante esa situación, es científicamente correcto, calificar el modo judicial de muerte como indeterminada. Este término implica que el caso se mantiene abierto, pendiente de evidencias o informaciones futuras que permitan ubicar de forma definitiva el tipo de muerte violenta de que se trate.

Basado en este formato que acabamos de explicar, el Instituto Nacional de Patología Forense redacta el informe mensual de la casuística  de manera de muerte en las autopsias realizadas. Durante el mes de octubre de 2004 se registró un total de 130 necropsias de las cuales 85 (65%) correspondieron a casos de homicidio. 28 muertes (22%) resultaron ser muertes naturales. 13 decesos (10%) se debieron a fallecimientos accidentes, en tanto que solamente 4 personas (3%) se suicidaron. En resumen, podemos derivar que un 72% de los cadáveres examinados en Patología forense en octubre de 2004 se debieron a una manera violenta de muerte.

Aspiramos a que cada día menos dominicanos y dominicanas perezcan de manera violentas y a una edad joven y productiva. Es nuestra meta contribuir a una larga y fecunda existencia de todos nuestros habitantes. Deseamos que el día en que les toque despedirse del mundo  lo hagan ya ancianos y de manera natural, desde la quietud de su lecho, rodeados de familiares y amigos.

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