“Manhattan Beach”: Una novela

“Manhattan Beach”: Una novela

La novela de la estadounidense Jennifer Egan, publicada en la colección Narrativa de Salamandra, viene a cerrar con broche de oro un conjunto literario que se refiere al trasfondo de la historia contemporánea, es decir la segunda guerra mundial, en su dimension geográfica y cultural con todas sus especificidades humanas.
Jennifer Egan, probada escritora de más de 17 novelas, premio Pulitzer de literatura, confirma con maestría su capacidad de organizar la acción y la siquis de sus personajes en una perspectiva de seriar las capas que refuerzan la intensidad dramática de su historia y ofrecer al lector varios niveles de interpretación y análisis.
La historia moderna de Estados Unidos, se impone en diferentes sectores, las consecuencias del derrumbe de 1929, la composición étnico social de las clases medias, en pérdida de legitimidad sobre todo socio-económica, sobre todo si son de origen migratorio, primera y segunda generación, descendientes de polacos, húngaros, italianos, prusos, judíos azkenazis. El panorama es ese New York tan específico entre 1930 y 1943-44.
Todo el encanto para quienes van conociendo esta inmensa ciudad, se nutre y brilla a través de una fotografía verbal exquisita y eficiente, pues la autora nos ofrece ya no la ciudad emblemática de los rascacielos, pero una ciudad con olor a mar, un tremendo buque urbano, con toda su poética portuaria, con todos los aspectos sensoriales de los olores de las grasas de los astilleros, de los olores de los arsenales marítimos, que se ven, se pisan y se huelen en los muelles de Brooklyn, donde circulan y pululan toda gente que vive del mar, es decir de ese océano Atlántico que pone a navegar las mercancías más honradas como el contrabando más viciado y oscuro. Ese océano americano que viene a romper sus olas, descargando su salitre en el aire de un puerto abierto a la deriva de la guerra y de la mafia, tanto irlandesa como italiana. La historia de Anna, nos evidencia la escasez de la mano de obra masculina durante los años de guerra, ella surje como una niña, que fue toda su vida la adoración de su padre. Anna es una luchadora, inteligente, intuitiva con la fuerza de carácter necesaria en un mundo de soledad y aislamiento frente a la invasión del poder y autoritarismo de los hombres en tiempos de guerra. En los muelles Anna ha sido fascinada por gentes de toda laya que viven del mar, pero ella, nos hipnotiza por su personalidad segura y convencida de querer ser buzo y medir su valentia de mujer en las profundidades del mar, sin miedo, solo asumiendo su atracción por la immersión que aquí, toca una doble significancia poética. Ella vive dos mundos, el exterior, familia casa lujosa, mansion a orillas en una playa en Manhattan Beach, espacio y lugar que es el gatillo de toda la fotografía de su vida frente a dos hombres que la identifican para siempre, su padre Eddie Kerrigan, atractivo, tierno, cómplice, amoroso con una doble vida donde su fragilidad se desata frente al destino, al tener una hija ángel, con problemas sicomotices que lo llevará a una tremenda depresión. Pero Eddie se planta a Dexter Styles, jefe y dueño de toda una red mafiosa que se tirotea en los peores negocios del juego en trampas, la prostitución y el control del poder político. Las tensiones relacionales entre la vida familiar de Eddie y su posicion de hombre de misivas de Dexter, harán que desaparezca y que su hija concentre su vida en su búsqueda vivo o muerto.
En esa investigación de corte casi policial, la autora nos regala unas maravillosas páginas de descripción erótica muy sutiles en el destape de Dexter-Ana, así como en las nuevas efusiones sexuales ocasionales de Eddie en los años de su desaparición.Toda la trama de la acción discurre entre el mundo de Eddie, tercer oficial en la cubierta de los barcos de guerra donde sirve a la nación desde San Francisco hasta Africa del Sur, Mozambique, Seychelles, Madagascar, en una procesion marítima de guerra naval para defender el mundo libre de los aliados.
Pocas novelas han tratado el tema de las mujeres en la guerra desde su trabajo en la industria de guerra, como tambien esclarecer lo que supuso para la nación americana los combates marítimos y el enfrentamiento del enemigo desde la perspectiva de las batallas navales modernas, con un armamento sofisticado. En toda la narrativa, no falta el fondo de todo el tejido humano, la relación de las diferentes clases de soldados y oficiales, los problemas generados por la segregación y el apartheid tanto en Estados Unidos cono en Africa del Sur.
En medio de tanta intensidad humana, podemos disfrutar de maravillosas descripciones del entorno ambiental de los muelles, de las residencias, de los puertos, con una música de fondo que acompaña toda la novela en un jam de banda de jazz entre Count Basie y Dizzie Gillepsie. Jennifer Egan en medio de mucha nostalgia, tristeza, dolor, nos trae el mundo nocturno del Brooklyn de los años 30, 40, con las consecuencias de esos medios oscuros de droga, alcohol y prostitución. La fuerza de la narradora desemboca en su agilidad y profundidad para revelar al lector los mundos ocultos y visibles de los años más patéticos de la historia contemporanea de Estados Unidos entre conflictos internacionales y las tensiones nacionales por retomar y sanear una sociedad obstruída por los años de prohibición.
Cada capítulo marca la sinfonía y la armonía de una escritura que lleva los paralelismos y las alternancias humanas como una partitura musical, cada personaje atrae su música, dentro de una dinámica de la vida loca de los clubes noctrunos y de los teatros de revistas que animaron la vida durante la guerra. Todo sucede con un ritmo de acción muy dominado por una escritura precisa y concisa que se siente hasta en su traducción en lengua española. En esos ritmos sentimos el ambiente natural de los elementos naturales… Una brisa suave entraba por los tres ojos de buey abiertos en la pared frontal. Al otro lado, Eddie pudo atisbar los colores de San Francisco, azul, amarillo y rosado. Era una ciudad luminosa’… De igual manera, Jennifer es exquista en las fotografías que nos regala de la vida de los barcos en tiempos bélicos’. Durante los siguientes ocho días, el Elizabeth Seaman, fue desplazandose de un muelle a otro, por todo el litoral de San Francisco, cargando las bodegas. La número cuatro iba llena de bauxita, la número uno de raciones de comida y de armas cortas…”
A través de todos los puertos y mares, de todas las cubiertas y mundos los que prevalece en esta historia es la soledad y el aislamiento de sus protagonistas, que después de conocerse a través de historias colectivas y grupales, se van desmayando con un destino propio que los enfrenta a su soledad. Aquí la guerra no es en tierra, la guerra flota en la condición de cada protagonista frente a sus sentimientos y a sus circunstancias, Ana representa la interioridad, la immersión en el alma, como Eddie, los muelles, los puertos, los barcos en cubierta o en cala son los símbolos del destino.
Tenemos en Manhattan Beach una novela llevada con un equilibrio matemático entre estructura, escritura, acción y sentimiento.

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